Es indiscutible que generar espacios de participación y reflexión afro-pedagógica permite, compartir con los distintos miembros de las comunidades educativas, las propuestas para continuar con la resistencia necesaria a la vulneración de nuestros derechos políticos, sociales, religiosos, educativos y civiles; los aprendizajes que quedan luego de escuchar resultados parciales de algunas investigaciones, los compromisos que se adquieren cada vez que participamos de las autoevaluaciones de las tareas ejecutadas, las oportunidades para participar de la construcción de la política pública para la población afrocolombiana, negra, palenquera y raizal al igual que las fortalezas en los procesos comunitarios correspondientes al tejido social que se ha gestado en la escuela.
Es así que la puesta en escena de tres días de debates académico, pedagógico y comunitario agrupó representantes del gobierno del municipio etnoeducador de Jamundí, rectores, maestros y maestras, estudiantes, egresados, adultos mayores y otros actores que unidos al equipo base de África en la escuela, lograron desarrollar diferentes momentos para evidenciar que ocho años de arduo trabajo, han sido motivo de la resignificación de la Etnoeducación y de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos, pero también, para visibilizar aquellos procesos etnoeducativos que se han venido ejecutando en diferentes espacios escolares.
Así las cosas, el 30 de octubre nos encontramos para escuchar diversas manifestaciones, producto de grandes inquietudes enmarcadas en el panel que diera la apertura a la producción de las memorias de esta octava versión. Aquí, nos dimos cuenta que hoy el racismo y la discriminación racial se manifiestan de manera sofisticada por lo que es imperativo monitorear las once revoluciones invisibles en los libros de texto. Hablamos de la agraria, demográfica, sicológica, estética, gastronómica, humanización de la libertad, moral, económica, política y escritural.
Para las horas de la tarde, recorrimos la sala conmemorativa que hiciera un homenaje a Manuel Zapata Olivella, pertinente para mostrar la producción textual de autores afrocolombianos, la re- construcción de juguetes y muñecas negras, las máscaras acompañados de los cuadros y otros objetos que acelerarán la salida de Nacho lee de nuestras escuelas.
El día siguiente nos permitió conocer la historia del nacimiento de la institución educativa anfitriona, Luis Carlos Valencia, inmersa en lo que en su momento se llamaba El Alterón, desde las percepciones de quienes la vivieron y quienes la escribieron. De ello se produjo un libro que ha servido como referente de ejercicios educativos comunitarios. Estas interpretaciones dieron paso a expresar, a través del poema “Rotundamente negra” el papel de las mujeres negras en la sociedad para rememorar que mientras las leonas no tengan sus propias historiadoras, las historias de cacería seguirán glorificando la de la blaquitud.
El taller de las muñecas negras, realizado en las horas de la tarde y apoyado por mujeres afropaceñas, mostró el entusiasmo de los asistentes a este seminario, por encontrar otras alternativas de enseñanza que le dé un lugar concluyente a la infancia como insumo para contribuir en la formulación de los lineamientos de Etnoeducación.
Una vez, hecho el recorrido por varias estaciones histórico-culturales de la región, instalamos las cuatro mesas que dieran espacio para los conversatorios alrededor de los Proyectos Etnoeducativos Comunitarios, los de Cátedra de Estudios Afrocolombianos, los de redes, colectivos y formación de educadores afrocolombianos y los de educación inicial para la primera infancia.
Cerramos, el primer día de noviembre con las relatorías del trabajo central iniciado en la tarde anterior, concluyendo que el seminario-taller ‘África en la Escuela’, posibilita aprendizajes no sólo pedagógicos, sino personales, comunitarios e institucionales, sobre quienes direccionamos la vida de cualquier ser humano: los maestros.
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