Me alegró mucho ese día de la semana pasada cuando mi viejo amigo Alfonso Luna Jr. llamó para contarme que, con muchos esfuerzos y problemas y también soluciones, nacía en Quilichao un semanario que se había venido posicionando desde hace tiempo, primero como “cadapuedario”, es decir saliendo cada que podía y recorriendo luego todos los pasos de la opinión hasta llegar a la antesala de los diarios.
Y me alegré por muchas cosas, casi todas familiares, y digo familiares porque la sangre de la tierra lo convierte a uno, sobre todo a esta edad, en pariente más lejano o más cercano, de todos aquellos que actúan en la película de nuestra vida. Así que me llegó a mi alma de reportero que mi condiscípulo del Instituto Técnico, con la ayuda de otros inquietos del oficio, la gran noticia para sus lectores que ahora podrán disfrutar de opiniones diversas y plurales, de noticias propias y regionales, de entretenimiento cultural y deportivo y de muchas bellezas que conforman el paisaje humano de esa “Tierra del Oro”.
Me alegré también porque han sido varios los pioneros que han intentado esa quijotada, y casi todos, han muerto en el intento… Y me alegré además porque creo que ya es hora de que mis colegas recojan seria y respetuosamente los hechos que se dan en la tierra, y sin insultos ni ofensas, y sin pasquines canallas aprecien y analicen el material con criterio, y cumplan con el sagrado deber de informar de manera veraz, comentar de modo objetivo y divertir sin hacer daño en una región que, casi siempre se distinguió, por ser amplia y respetuosa con sus gentes, y cordial y hospitalaria con los visitantes.
Creo que hay temas de crítica como la recuperación del río y quejas culturales que se deberán tratar a su debido tiempo. Y otros sociales como la invasión etílico-sexual-vallenata del parque principal; o la recuperación del orden en la zona de entrada y de mercado callejero que es la primera imagen que ve quien nos visita, sin entrar a fondo en las ollas de la droga que la policía conoce pero no ataca en profundidad, y así, miles de problemas que habrá que ayudar a resolver con la crítica constructiva y constante, sin plegarse nunca ante las dádivas o las amenazas.
En fin, colegas de Proclama, que este semanario sea bienvenido y que sea además como su nombre lo indica: divulgación honrada, notificación de lo bueno y lo malo imparcialmente, anuncio de buenas nuevas para una región que las necesita y pregón de los valores que, todavía afortunadamente, tenemos las gentes de esa Tierra de Oro… ¡Suerte y mucho pulso!
Ajcv – Marzo 2008
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