Por Jaír Villano.
La descontinuación de la Feria Internacional del Libro de Cali (FILCA) vuelve abrir un viejo interrogante en torno a la difusión literaria en la ciudad. ¿Tiene Cali una cultura del libro? ¿Por qué los proyectos que buscan consolidar las letras no permanecen en el tiempo?
Para empezar a deslindar estas preguntas, debo recordar un par de trabajos (dos columnas y un reportaje) que con un equipo de colegas realizamos al respecto.
En este hablamos con Fabio Martínez (escritor), Humberto Jarrín (poeta), Carlos Patiño (poeta), Oscar Perdomo (escritor), Umberto Valverde (escritor), Lucy Libreros (periodista) , Javier Buitrago (Feriva), Roberto Caro (El Bando Creativo) y miembros de la pasada Secretaría de Cultura.
Grosso modo, la mayoría argüía que 1) a la ciudad le hacen falta espacios donde se promueva la literatura local; 2) el presupuesto de la entidad encargada de promover esta manifestación artística es ínfima en comparación con otras ciudades del país; 3) no hay sellos editoriales que promuevan las letras; 4) a muchos escritores les toca hacer la nada fácil tarea de editor, financiador y difusor de su obra; 5) ¿no hay talento?; 6) paradójicamente, Cali es la ciudad con la red de bibliotecas públicas más grande de la nación; 7) en espacios donde se discuten estos temas los escritores no se hacen presentes.
Para ese entonces la sucursal no contaba con la presencia de celebraciones como ‘Oiga, mire, lea’, El premio Spiwak (que además hizo talleres con reconocidos autores), mucho menos que por esfuerzo de voluntades se daría apertura a la FILCA. Tampoco, que una editorial de sello independiente (y de no poca importancia) como Caza de libros Editores iba a abrir sede en la ciudad.
Es decir, el panorama por aquellos días era asaz desolador. No en vano Patiño manifestaba que Cali era un desierto cultural.
Es posible que nos haya faltado hacer reportería, porque, -así su poética se dudosa-, lo cierto es que los talleres de poesía no son de poca monta. Por otro lado, grupos de lectores, como los Riders, dejan entrever que la lectura es menos baja de lo que parece.
En últimas, el reportaje se había caído porque la apertura de estos eventos daba para pensar que la ciudad iba a consolidar la cultura literaria. Hoy –qué triste–parece que no es así, Conchita Penilla, directora de la feria, ha dado a entender que el supuesto auspicio por parte de entidades culturales, como el Ministerio de Cultura, la Cámara Colombiana del Libro y la Secretaría de Cultura Municipal, buscaban la comercialización de una fiesta que era completamente gratuita. Cito: “Consideramos que una feria popular, institucional y gratuita, como lo fue FILCA 2015 es incompatible con la visión comercial y privada de la propuesta del grupo Spiwa”.
Intenté comunicarme con Conchita, pero está en París. Hice lo propio con Fernando Merino, director académico de la FILCA, pero expresó que no estaba autorizado para dar declaraciones al respecto. En la oficina de prensa son herméticos, pero aseguran que no hay marcha atrás: la feria se cancela.
Por su parte, Juan Camilo Sierra, gerente de proyectos para la Fundación Spiwak, dice que todas las ferias del libro tienen un aspecto comercial y que para la feria que se tenía prevista “nadie tiene pensado vender boletería”.
“En el proyecto que estamos construyendo quisimos sentarnos con FILCA para sumar juntos, en beneficio de los ciudadanos. Desafortunadamente, nos vimos muy sorprendidos con la carta de la directora de FILCA. No creo que el argumento (que se expone en el comunicado) vaya en contravía de la calidad de un evento, por el contrario, los fortalece. Nosotros no tenemos previsto cobrar la entrada de la feria”.
Aunque se desconocen las verdaderas causas de la decisión que llevó a descontinuar la feria, lo cierto es que es lamentable que se cese un proyecto que dejó grandes expectativas y que venía con una agenda pertinente y robusta en relación a la invitación de escritores.
Los eufemismos con que se expresa Sierra y la discreción con que manejan el tema en la oficina de prensa de la Filca deja entrever que hay gato encerrado. No es justo que por culpa de malentendidos los caleños nos quedemos sin un evento que promueve e incentiva la cultura del libro.
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