Domingo, 26 de marzo de 2023. Última actualización: Hoy

Un suspiro en el tiempo

El sábado 30 octubre, 2021 a las 9:05 am
Imagen cortesía de: faustomarcelo.blogspot.com

Un suspiro en el tiempo

Elkin Quintero

“Escribiendo yo existo”Jean Paúl Sartre

El 25 de mayo de 1910, en un ignoto rincón del universo, desparramado de innumerables y centelleantes montañas, bordeado de límpidas aguas, iluminado por cielos multicolores, poblado de gentes amables y sencillas. En ese remoto paraje de la geografía caucana, la poesía se fecundó de magia porque nació Matilde Espinosa. Un minuto soberbio y mágico para la literatura universal.

Al observar ese hermoso y frágil cuerpo de mujer, luego de un par de respiraciones, el imponente y majestuoso volcán nevado del Huila bramó hasta estremecer los cimientos del paraíso y fue así como el dios de las palabras en su infinita bondad se congració con la pequeña Matilde. Bastó un destello de su ojos moros para que el astro rey hiciera alegrar los cielos. Los suspiros de la delicada alondra permitieron que las límpidas aguas del Páez descendieran presurosas por valles y cañadas irrigando de fe y esperanza todo a su paso. La naturaleza se pobló de un sonoro y festivo canto.

Es menester recordar que la fábula de su niñez le permitió crear perfectos trazos y con el tiempo elevarse al más alto pedestal de la poesía femenina universal. Pese al impacto poético de su obra, Matilde es desconocida, una poetisa anónima en su tierra.

No pretendo revelar una obra poética no valorada porque no ilustró suficientemente la realidad, ni describió el dolor de ser madre en una sociedad ajena y volátil, ni gritar que sus versos son la denuncia de lo lamentable, posesivo y sombrío del amor terrenal, ni el título de sus poemarios inferían lo estéril y arbitrario de la política y la norma, ni el aspecto que tiene el intelecto humano en la naturaleza de una mujer y menos que algunos de sus poemas permiten una exaltación a las emociones de las razas que perviven en el territorio.

En esta época de la historia, me atrevo a decir que en sus poemarios existen verdades en las que nace y muere el amor, la paz, la alegría, la fe, la razón, la verdad y el tiempo. Todos son extensiones de la eternidad de su pensamiento, porque cuando terminaba un poema, de nuevo su mirada poética se abalanzaba sobre una frase, un gesto, un acto, un grito, una bala, una ley y solo bastaba un trazo de su pluma para inmortalizarlo.

En este sentido, su poesía sobrepasa lo humano, y solamente seremos poseedores de su magia cuando nos abajemos y le permitamos a su hado creador tomar nuestra realidad. De no ser así, jamás entenderemos su obra, ni llegaremos a saber sobre sus dolores y miedos, fantasmas y demonios, alegrías y penas, angustias y suspiros, lágrimas y risas.

Hoy, el espacio es ajeno y hostil para descubrir que el uso de metáforas le permitió reconstruir su entorno, porque eran tan enormes las verdades en su existir que no podía dominarlas, y a pesar de leves acuerdos maritales, producto del amor o la posesión le endilgaron conceptos anquilosados y normas discriminatorias. Por lo tanto, sus amores y desamores intentaron deconstruir su mundo y crear uno nuevo, regular y rígido, que podría parecerse a una jaula de oro y escarlata. Gracias a estas realidades, su impulso creador migró a otras latitudes en busca de actividad, idiomas, personas, ideas y responsabilidades que con el paso del tiempo permitieron que hoy Matilde sea mito y leyenda, y su obra poética arte.

Entonces, se podría inferir legítimamente que si los reconocimientos estuviesen solamente determinados por la génesis del lenguaje y por el impacto de las obras, podríamos exigir que la obra poética de Matilde Espinosa merece un capítulo aparte en la historia cultural y literaria del departamento del Cauca y no una exaltación completamente subjetiva.

En fin, su poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Una sublime operación lingüística con la capacidad de trasformar mundos; precisamente por ese efecto de mutación, su actividad poética ha sido tildada de revolucionaria, explosión de premoniciones, ejercicio espiritual y catártico, método de liberación interior, reconocimiento pletórico de formas, denuncia social y familiar. Termino preguntando, ¿será que solamente mediante el olvido podemos alguna vez llegar a imaginar lo trascendental de un artista o reconocer su obra?

Ojalá no sea el caso de la niña que nació, creció y murió inocente ante el fuego.

*****************************************************

Lee otros artículos del autor aquí:

Sigue a Proclama en Google News
Deja Una Respuesta
Abrir el chat
1
Paute aquí
Hola 👋
¿En que podemos ayudarte?