
UN ROBIN HOOD A LO CAUCANO
CREPITACIONES 2020

En medio del actual panorama caucano, sombrío y enrarecido otra vez por la fatídica violencia, el actual y tenaz Coronavirus-19, junto al acostumbrado olvido oficial y la falta de inversión social, siendo el departamento más olvidado por los gobiernos de turno, incluido el actual, que en mi concepto personal ha sido el peor en tratar al CAUCA, se yergue un destacado personaje caucano de nombre Carlos Alfonso Negret Mosquera, con apellidos de rancia tradición caucana, patojo para más señas, de profesión abogado de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, especialista en Derecho Internacional de los Derechos Humanos de la Universidad Alfonso X El Sabio de España, con una amplia hoja de vida, incluyendo el actual cargo como Defensor del Pueblo, desde el pasado 1 de Septiembre de 2016, siendo nombrado por el presidente Juan Manuel Santos Calderón en ese entonces y continuando ahora con la nueva administración duquista.
Desde esa fecha han transcurrido ya cerca de cuatro años, cumpliendo a cabalidad con tan valiente e indómita misión, en un país tan polarizado y desconfiado como Colombia, donde todo lo que suene a lo popular es colocado e inmediato en la mira de los sectores radicales y en la picota pública de la desconfianza (ya la historia política del país ha sido testigo presencial de esa circunstancia). Sin embargo, el Defensor del Pueblo, a la manera de un auténtico Robin Hood, versión criolla y caucana, como una abejita trabajadora, ha estado aquí y allá, en las regiones más conflictivas de Colombia, como una especie de embajador y conciliador de buena voluntad, “escuchando y apagando cuanto incendio conflictivo se presente”, afirmando en mi concepto personal que es el mejor funcionario público cinco estrellas que cumple a cabalidad la misión encomendada, junto a algunas funciones propias de ella como lo son: velar por los menos favorecidos, visibilizar a los sectores invisibles, privilegiar su gestión en los territorios conflictivos, promover la consolidación de una cultura de los derechos humanos, para bien de la paz y para VIVIR EN PAZ.
A decir verdad, el Defensor del Pueblo, ha cumplido a cabalidad con las funciones enunciadas, en distintos lugares de la geografía nacional, llámense Mapiripán, el Catatumbo, la Sierra Nevada de Santa Marta, Tumaco, Policarpa (Nariño), el Chocó, en fin, podemos decir en los lugares y sitios más álgidos, donde haya violaciones a los derechos humanos.
Por esas cosas de la vida, como si fuesen paradojas sociales y políticas, ha sido en el Cauca, su departamento de origen (pues nació en Popayán, el 24 de agosto de 1962, hace ya 58 años), donde más le ha tocado actuar o “lidiar” como se dice en el lenguaje popular, en varios escenarios de nuestro departamento, en donde el tema de los derechos humanos es el más vilipendiado y pisoteado, por las causas ya anotadas. De esta manera, el Defensor ha actuado en el norte del Cauca, en Argelia, en El Tambo, en Guapi, Timbiquí, Buenos Aires, La Balsa, en la vía Panamericana, dialogando y siendo contacto entre las principales etnias y el gobierno central, con una decepción general de parte del defensor: no ser escuchado por los funcionarios públicos, como en las llamadas alertas tempranas, como por ejemplo, en Argelia, donde no fue escuchado y ya sabemos lo que pasó.
Como conclusiones, durante la actual gestión de la Defensoría del Pueblo, dirigida por un caucano ejemplar, muy eminente y dependiente de la Procuraduría General de la Nación, tiene más respeto y una excelente imagen a nivel nacional, siendo ahora los Derechos Humanos más visibilizados en forma por la opinión pública.
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