
Por: Guido Germán Hurtado Vera. Historiador y Politólogo. Miembro del Centro Interdisciplinario de Estudios de la Región Pacífico Colombiana, CIER. Universidad Autónoma de Occidente.
Como la economía de Colombia está creciendo a cerca del 5% anual, y el resto del continente a un promedio del 2%, la Universidad de Harvard decidió convertir al país en un caso de estudio para su MBA en 2015. Por lo menos así lo informó la Revista Semana (edición impresa del 06 de diciembre de 2014). El enfoque versará alrededor de cómo el único país del continente con un conflicto armado logra tener los mejores índices de crecimiento.
De hecho, las cifras del DANE corroboran lo anterior. El Producto Interno Bruto (PIB) creció 5.4%, en el primer semestre del 2014. Comparado con el primer semestre de 2013, el PIB, creció 1.2%. Explicado por el comportamiento de las siguientes actividades: 10,2% en construcción y 6,1% en establecimientos financieros, seguros, actividades inmobiliarias y servicios a las empresas. Por su parte, las actividades que registraron caída fueron minas y canteras en 2,2% e industrias manufactureras en 1,4%.
Según el DANE, en octubre de 2014 la tasa de desempleo nacional fue 7,9%. A nivel nacional, hubo 22,7 millones de personas ocupadas, 447 mil ocupados más comparado con el mismo mes del año anterior.
Las anteriores cifras son robustas para mostrar el crecimiento económico de Colombia y el aumento del empleo. Ante este panorama el presidente Santos declaró que “Colombia es uno de los 5 países del mundo con el mejor crecimiento económico y el primero en Latinoamérica. Añadió, que lo más importante es que este crecimiento sigue siendo un crecimiento sano, que genera empleo, que es un crecimiento con una inflación baja y eso es lo que tenemos que mantener para que ese país en paz, con equidad y mejor educado, se pueda convertir en una realidad”.
Un sucinto análisis de cara a lo señalado anteriormente me permite plantear lo siguiente:
La economía colombiana sigue estando soportada en la locomotora minera (actividad que cayó con respecto al 2013) y en la Banca. Las multinacionales que conducen la locomotora minera y los bancos alimentan las cifras económicas, pero no así las sociales. En esos dos sectores se acumula un muy alto porcentaje de la riqueza de los oligopolios. La riqueza en Colombia no se redistribuye equitativamente, la pobreza sí.
El crecimiento del empleo se genera de las actividades de construcción, comerciales y servicios que tienen bajo ingreso o rentabilidad, baja productividad y nulo valor agregado. Las cifras muestran crecimiento, pero sigue siendo un empleo con salarios miserables que no permiten una vida digna.
De otro lado, un aspecto que no se señala ni en las cifras del DANE ni en las palabras del presidente Santos, es que del deterioro ambiental generado por la minería (en el cuarto país con más biodiversidad del mundo) ya es evidente. De tal modo que la sustentabilidad ambiental no parece tener cabida en los vagones de la locomotora minera.
En síntesis, la economía colombiana, que presenta excelentes indicadores, va por la ruta del rentismo, la minería extractiva y la consolidación del capital financiero, pero de muy poco contenido social. Y el empleo camina por el atajo del rebusque.
Es decir, si la Universidad de Harvard no concluye con algunas de las anteriores premisas, queda claro que la locomotora minera es de tanta fuerza, que logró encandilar a los profesores del MBA que esta Universidad abrirá sobre Colombia en el 2015.
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