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Un establo para el Rey

El miércoles 19 diciembre, 2018 a las 4:05 pm

Un establo para el Rey

Un establo para el Rey

Por ELKIN QUINTERO / lefranz2020@gmail.com

Se acerca entre zagales y zagalas la Navidad, los recintos se engalanan de manera fastuosa. Y en ese ejercicio propio de la fantasía mercantil, la modernidad ha desvirtuado el misterio del nacimiento de Jesús; en los tiempos modernos se ha perdido la magia y la fe.

Es Jesús quien próximo nace y para sorpresa de eruditos y fanáticos nace en un establo. En su honor, ya las luces se encienden, los festones, guirnaldas, bolas, moños y otros arabescos adornan los árboles y todo alrededor nos recuerda y trasmite la emoción del SENTIR, en próximos días el nacimiento del niño Dios.

Antecedido de mil profecías que fueron contadas por profetas, sabios, magos, reyes y pastores nace en un establo y no en un palacio o en un templo saturado de lujos y poder. Nace en un establo, un verdadero establo, no el alegre, ligero y pintoresco lugar que los cristianos han edificado para el hijo de Dios; nace en un lugar humilde y lleno de humanidad, caridad, fe y vida. Se niega a nacer en el lugar molesto que la modernidad ha construido para su llegada. Estoy convencido que en esos pintorescos lugares Jesús nunca nace.

El lugar donde nace el Niño es un establo de verdad, una estancia de bestias que trabajaban sin descanso para el hombre. Un lugar de no más que cuatro paredes rudas con un piso sucio, un techo de húmedas vigas y de tejas roídas. Un establo oscuro, indecente, hediondo, donde lo único que hay limpio es el pesebre, donde el dueño prepara el alimento para sus bestias, pero que un niño Dios desde esa noche santificó para la eternidad.

Jesús nace en un establo, nace en uno igual al usado por los pueblos pobres como su pueblo, pero no en un establo de reyes y emperadores, no nace en un lugar de majestuosas columnas y arcos triunfantes, ni elige la cuadrilla de los ricos o la cabaña elegante para nacer. Jesús tuvo por primera cuna el pesebre donde los irracionales rumian las hierbas del campo y fue protegido del frío por su calor y aliento.

Hoy, no queda nada para recordarnos el abajamiento de un dios para salvar a TODOS sin excepción, ni un portal sucio y desordenado, gracioso por sus colores naturales, bello con su pesebrera maloliente y adornado con animales y lleno de ángeles que aletean sobre el lecho adorándolo. Hoy, a pesar de la incredulidad, de las mil sectas y de millares de cristotraficantes, en pie solo quedan pastores iguales a los de hace 2018 años, pastores con los mismos miedos que esa noche, en la cual se arrodillaron en ambos lados del niño y alabaron su sonrisa y bendijeron su llegada.

El verdadero establo donde Jesús nació fue colmado de esperanza. Un Dios singular, nuestro Dios, nació para romper todas las cosmogonías y para ello eligió el lugar más sucio del mundo. Es paradójico que el Hijo del Dios Vivo naciera en un lugar lleno de bestias y que luego fuera devorado por las bestias que se hacen llamar hombres.

Hasta entonces reyes y pueblos se habían inclinado ante los bueyes y los asnos. Eran los reyes en una tierra de amantes a la materia. Sin embargo, Jesús no nacía para reinar en la tierra ni para amar la materia. Con el nacimiento de Jesús terminó la devoción a la bestia, la debilidad por la materia, la superstición por lo desconocido.

Deben de recordar que es el profeta más grande nacido de mujer para salvar a todos los hombres y no solamente a los hebreos, puritanos, monjas, curas, pastores, crédulos e incrédulos, conservadores, del centro democrático, cristianos y seudocristianos. En este 2018 sus palabras resuenan para enseñarnos a perdonar y amar.

Establo es establo así las Bestias racionales sigan haciendo gala de su pureza, fe, pudor y mojigatería para santificar el lugar.

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