Un día después de presentar las Pruebas Saber 2014 para evaluar estadísticamente, los aprendizajes de los estudiantes y la capacidad de enseñanza de los maestros y maestras, tenemos que salir a las calles a expresar, de nuevo, nuestra inconformidad por la diferencia socioeconómica al interior de la escuela.
Un día después de indagar por las dinámicas institucionales que den cuenta de la incidencia del manejo de nuestro sistema educativo sobre las comunidades; marcharemos para manifestar el desacuerdo por la discriminación étnica y racial que se vivencia en la escuela.
Un día después de medir sus capacidades intelectuales frente a otros educandos con más y mejores oportunidades de aprendizaje, diremos, al unísono, que no contamos con las condiciones necesarias para competir por oportunidades educativas y laborales en un contexto globalizado para el cual se requieren habilidades nuevas.
Un día después de evaluar la gestión de los directivos para ofrecer las condiciones básicas que logren mantener la matrícula reportada, usaremos nuestras voces para pedir calidad, especialmente, para nuestros descendientes y afrodescendientes.
Probablemente, pasará una década, que condensada en un plan nacional, nos otorgue el título de la nación más educada. O mágicamente, los integrantes del Congreso usen, de manera correcta su poder y avalen las propuestas educativas para comunidades mayoritarias, indígenas, negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras.
Probablemente la nostalgia nos embargue y nos ciegue impidiéndonos ver el camino que nos lleve hacia la cima del cielo, para darle a nuestra población estudiantil todas las oportunidades que se merecen, pero en especial a nuestras diferenciadas niñeces quienes verán firmar el acuerdo de paz.
Probablemente, las diferenciadas niñeces sean aquellas las que nos respalden en nuestras luchas por el respeto a nuestros derechos, por el respeto a sus derechos; por querer vivir en un contexto libre de intrigas, de violencia, libre de contaminación. Un contexto que permita salir a las calles a expresar cada pensamiento y cada sentir sin ser sancionados.
Por ello quiero imprimir aquí lo real, lo posible y lo necesario sin poner punto final. Lo real es que llevar a la práctica la jornada única es una tarea difícil. Conocer las dificultades y comprender las necesidades de las instituciones educativas son pasos indispensables para construir alternativas que permitan superarlas en aras de optimizar esa jornada.
Lo posible es hacer un esfuerzo para quedarnos con el título de la más educada y generar condiciones que nos permitan una versión renovada de calidad más próxima a la versión social sin necesidad de agruparnos para ser escuchados.
Y lo necesario, es hacer de la escuela un espacio al que acudan para encontrar información que les permita comprender mejor este mundo siendo provistos de argumentos indispensables para disfrutar del día después.
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