
Un año más sin conocer nuestra historia

¿En qué momento Popayán y el Cauca pareciera se desligaron de la rueda del progreso que se dio en otras regiones del país, si se tenían las condiciones de todo orden para estar semejante o quedar más allá en aspectos de lugares que inclusive fueron parte de su territorio?
Muy distante de comparaciones pesimistas; pero sí, la objetividad debe dar cabida a análisis necesarios a fin de mejorar las estrategias que hasta ahora se han agotado en la pretensión de salir del círculo de esfuerzos sin lograr se superen las estadísticas de atraso que nos acompañan desde el siglo pasado.
La caída de la estatua de Sebastián de Belalcázar ha excitado en muchos caucanos el interés por volver a los apuntes sobre la historia, con el fin de participar de la búsqueda de las razones que afectaron y que inciden en las causas de las fracturas que hoy atajan las posibilidades de desarrollo de este territorio.
El primer escollo a superar se encuentra en la poca difusión que tienen las obras de historia de los escritores locales, siendo estos de los mejores de toda Colombia, y representativos de diversas visiones, escuelas e interpretaciones. Conseguir en casi todos los casos un ejemplar de sus obras se convierte en una verdadera proeza.
Una tarea que no se ha incluido en ninguno de los planes de desarrollo de la región, la recuperación y difusión de estos libros como estrategia para empezar a motivar a las nuevas generaciones al conocimiento del pasado de su territorio, máxime cuando se dispone de un archivo de las dimensiones del que tiene la Universidad del Cauca.
Historiadores de distintas épocas, como Julio Arboleda, Sergio Arboleda, Carlos López de Narváez, Rafael Maya, Carlos Vergara Cerón, Antonio José Lemos, Enrique Arroyo, Miguel Arroyo, Jaime Arroyo, Diego Castrillón, Benjamín Iragorri, Arcesio Aragón, Guido E Ruiz, Víctor Paz, Omar Henry Velasco.
Desde la Universidad del Cauca, de sus facultades de Antropología, Historia, Filosofía, se presenta una interesante escuela de interpretación histórica con escritores como Guido Barona, Jorge Quintero, Zamira Díaz, Hernán Torres, William Mina Aragón, Fredy Zúñiga, Carlos Osorio, y toda una serie de publicaciones de la editorial de la alma mater, que se constituyen en fuente profunda de conocimiento sobre los aspectos políticos, sociales, étnicos y económicos del Cauca.
La visión por ejemplo de los textos del maestro Barona Becerra, es una obligada escuela de interpretación de los acontecimientos sucedidos en la época de la Colonia. Su visión, desde la antropología, para exponer una pedagogía concreta de la historia, apropia los elementos para la formación de un pensamiento crítico y complejo para entender las razones de los sucesos y sus consecuencias en las épocas siguientes.
En todos los municipios se encuentran monografías, investigaciones sobre asuntos etnográficos, culturales, ecológicos, geográficos, agropecuarios, causas de violencias y de situaciones productoras de conflictos que se proyectan y repiten de manera incesante, que deben ser de igual forma recuperados y mejor divulgados, como son los de Miguel Borja y de Carlos Duarte.
La tumbada de la estatua de Belalcázar, más que sorpresas, debe concitar a auscultar de fondo las realidades que entorpecen la conformación de un diálogo y unos pactos sociales y políticos que viabilicen en conjunto salidas reales y concretas a la prosperidad del Cauca, con los partidos políticos y las organizaciones sociales.
La tarea educativa de conocer el pasado para entender el presente, sin sobresaltos y hacer un futuro posible, requiere de estas lecturas y sus correspondientes análisis, hay una historia por escribir y es la que se envolató en medio de los actos heroicos de los próceres y guerreros, la de los que de manera silenciosa fueron haciendo agricultura, artesanías, industrias, comercio y así construyeron el crecimiento de pueblos y ciudades, es la otra historia del Cauca.
Si mirar el pasado permite superar las barreras que obstaculizan hoy las prudencias necesarias para comprender cómo la paz es fundamental para construir el crecimiento económico, el entrenamiento de un sano ejercicio democrático y el establecimiento de justicia social, hay que hacerlo, para recuperar la posición de Popayán y el Cauca en el contexto de nación.
Sobre las estatuas caídas, es necesario formar más que nuevos pedestales artificiales, corrientes de pensamiento que formen fuerzas sociales capaces de recuperar las verdaderas categorías culturales para con ellas hacer la región que se merece.
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