
Ucrania: Laboratorio de guerra.
Desde 1947, la Guerra Fría, inaugurada entre las superpotencias Estados Unidos y la Unión Soviética sobre las cenizas de la II Guerra Mundial, tuvo al planeta bajo la siniestra amenaza del apocalipsis nuclear.
Al caer el muro de Berlín en 1989, arrastrando el derrumbe de la “Cortina de Hierro” formada entre países de Europa oriental agrupados en la alianza militar del Pacto de Varsovia, y dos años después, en 1991, al desintegrarse la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, se rompió el equilibrio de la Guerra fría, mantenido con la Alianza del Atlántico Norte, OTAN, como contrapeso militar de las democracias lideradas por los Estados Unidos para enfrentar el expansionismo soviético.
Quedó Estados Unidos como potencia hegemónica y Rusia, el país más extenso del planeta heredando un gran poderío nuclear y armado, se transformó en capitalista, perdiendo el control administrativo, económico y político de los países que antes controlaba; pero sin cejar en su empeño de recuperar su antigua influencia con raíces desde el reinado de los Zares en los siglos XVII, XVIII y XIX.
Después de la perestroika de Gorbachev, las grandes empresas petroleras, mineras, fabricantes de armas y tecnología aeroespacial desarrolladas durante décadas de carrera armamentista, cuando existió la URSS, fueron feriadas por Yeltsin entre sus amigos convertidos en multimillonarios, qué al involucrarse en el Jet Set internacional, competieron con jeques árabes en la compra de equipos de futbol ingleses, como el Chelsea y lujosos yates.
Al desaparecer la URSS y el Pacto de Varsovia, lo lógico sería el debilitamiento de la OTAN, como Alianza militar, surgida después de la Segunda Guerra Mundial, liderada por los Estados Unidos junto a Inglaterra, Francia y Alemania occidental para contener la expansión territorial y la amenaza militar de la URSS y los países socialistas del antiguo Pacto de Varsovia, que patrocinaban revoluciones en todo el planeta.
Pero la amenaza latente de Rusia poderosamente armada y el acelerado ascenso económico, tecnológico y militar de la China gobernada por el partido Comunista y convertida en segunda potencia mundial pisándole los talones a los Estados Unidos, influyó a los ideólogos del complejo Industrial y Militar, que desde el Pentágono realmente gobierna en los Estados Unidos, para mantener viva y ampliar el radio influencia de la OTAN, previendo una futura alianza de Rusia, China, Irán, Corea del Norte y otros países emergentes que desde el principio del milenio bregan por la construcción de un nuevo orden geopolítico mundial, en el que los Estados Unidos no sean la potencia hegemónica, al igual que el dólar con sus revaluaciones y devaluaciones influyendo en la economía de los demás países.
Trump. en su presidencia empezó a debilitar la OTAN y quitarle financiación, además de entenderse bien con Putin, qué, al interferir a su favor en su campaña electoral de 2016, había debilitado a su rival Hillary Clinton, gracias a información filtrada en las redes sociales y obtenida por sus servicios de inteligencia.
La antes perseguida por Stalin, iglesia Ortodoxa rusa, con todos sus dogmas del siglo XIX y su patriarca, pasó a ser sostén del nuevo Estado nacionalista y capitalista encabezado por Putin: ajedrecista, cinturón negro de Karate, ex agente y después Director de la KGB, antes que se desbaratara la URSS, quien patrocinado por Yeltsin intentó reverdecer el antiguo poder y área de influencia de los imperios construidos por los zares y que en el siglo XX, forjó Stalin, agitando las banderas del socialismo y el internacionalismo proletario.
Con la invasión rusa a Ucrania, los Estados Unidos en el gobierno del demócrata Biden, encontraron la excusa perfecta para mantener viva la OTAN y ampliar el número de países que la integran, metiendo hasta a Colombia como país asociado, y ganando terreno en la partida de ajedrez que disputan con Rusia, China y otros países emergentes bregando por un nuevo orden mundial multipolar.
Por lo pronto, al intensificarse la ayuda militar con armas ofensivas y defensivas fabricadas por los países europeos que apoyan a Ucrania y del otro bando, las fabricadas por Rusia y sus aliados, la guerra desencadenada hace un año, ha convertido al invadido territorio ucraniano en laboratorio de ensayo de nuevas armas y estrategias y tácticas de guerra.
Durante la guerra civil española, las fuerzas aéreas de la Alemania nazi y de la Italia de Mussolini, para ayudar a su amigo, el general nacionalista Francisco Franco, ensayaron sus nuevos cazas y bombarderos sobre varias ciudades españolas, entre ellas la población vasca de Guernica, que inspiró el famoso mural pintado por Picasso.
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