
Gustavo Álvarez Gardeazábal.
La oficina de abogados que preside el exfiscal Gómez Méndez ha demandado por estafa y algo más a un muy conocido antioqueño, Mauricio Vélez Cadavid, médico y financista, antiguo subalterno de Bojanini el de Sura, y a sus socios, del alto mundillo empresarial paisa.
El señor Vélez Cadavid, hijo de papá importante y honesto, cuando le dieron la salida de Sura se dio a la tarea, con un socio primigenio y después con amigos conseguidos en ese núcleo social del GEA, de montar un engranaje ingenioso de explotación de la salud como negocio, aprovechando la posibilidad de adquirir clínicas en difícil situación económica.
Unos pusieron plata, otros su prestigio y a todos fue demostrándoles que si se creaba entre todas esas clínicas y unas empresas intermediarias, un efecto de “demanda inducida”, contratándose entre ellas, el negocio era rentable y expedito porque el Fosyga estaría obligado a girarles permanentemente. Llegaron a tener clínicas en 11 ciudades colombianas.
El problema se ha destapado porque Edwin Gil Tobón, el socio primigenio del médico Mauricio Vélez Cadavid, ha denunciado el procedimiento con el que lo sacaron del negocio los nuevos socios de Vélez. Ya la Supersociedades nulitó parte de él por abuso de mayorías. Pero como no solo descubrieron las fórmulas usadas para sacar del paseo al socio incómodo, que preguntaba por los procedimientos (al menos habilidosos), de Vélez Cadavid y sus socios de cuello blanco, sino por otras cosas más, la oficina de Gómez Méndez los ha denunciado ante la Fiscalía.
Es otro nuevo chicharrón entre ricos antioqueños, que se frita en la ambición paisa del avispado, la misma que explica con sapiencia Juan Luis Mejia, el rector de Eafit.
Publicado en diario ADN / Febrero 2 de 2017.
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