THE BLACKLIST Y SIETE TRINOS
The blacklist es una serie de televisión estadounidense de drama y acción; su protagonista Raymond Reddington (James Spader) es uno de los diez delincuentes más buscados por el FBI. Un día decide entregarse y pactar la cooperación para atrapar a los delincuentes y terroristas más peligrosos del mundo, los cuales figuran en una lista que ha elaborado en el transcurso de dos décadas; a la que llama ‘La lista negra’, y de los cuales el FBI no tenía noticia alguna.
Raymond Reddington es un multimillonario delincuente, refinado sibarita, cínico de irresistible humor negro, arrogante, excéntrico, egocéntrico, impío y despiadado criminal que, como todos los grandes criminales, es un genio. Pero como pocos un “erudito”, un “intelectual” que puede recitar versos de Eurípides, Puschkin o William Blake; describir un paisaje de Watteau o discurrir sobre un perturbador lienzo de Francis Bacon. También es frecuente que hable con propiedad y delectación de arquitectura, historia, música, filosofía y ciencias naturales.
Hay una escena en la cual Reddington y Ronald Ressler (un agente del FBI que lo lleva en custodia) se ven inmersos en una situación de muerte inminente.
–No sobreviviremos a esto- dice Ressler, quien yace gravemente herido-.
–Yo creo que sí -responde Reddington, con seguridad-
– ¿Cómo? -Pregunta Ressler-
Y Reddington, como ensoñando y en éxtasis recita:
En un bote rodeado de agua sin tierra a la vista, sin siquiera la posibilidad de avistar tierra por días y días. Ponerte al mando de tu destino… Yo quiero vivir eso, una vez más. Quiero estar en la Piatza del Campo en Siena, sentir el escalofrío al ver salir diez caballos de carrera. Quiero otra comida en París, en el Lamb Orsi del Place de Bosch. Quiero otra botella de vino, y luego otra. Quiero sentir la calidez de una mujer en la frescura de las sábanas… Una noche más de jazz en el Vanguard. Quiero pararme en una cima a fumar habanos cubanos y sentir el sol en mi rostro lo más que pueda… Caminar por el muro otra vez, trepar la torre, navegar el río, mirar los frescos… Quiero sentarme en el jardín y leer otro buen libro… Más que nada quiero dormir; quiero dormir como cuando era un niño. Solo eso quiero, solo una vez más. (Ressler, en silencio, derrama una lágrima) … Por eso no dejaré que el malnacido de ahí afuera se lleve lo mejor de mí, y menos lo último de mí.
EN OTRA ESCENA:
Reddington: ¿Alguna vez te preguntaste por qué Dembe (un negro grandote, amigo y guardaespaldas de Reddington, secretario y consejero espiritual, entre otras cosas) se queda conmigo? ¿Por qué alguien tan decente pasaría sus días al lado de alguien tan indecente?
Elizabeth: Lo salvaste. Te debe la vida. Él te protege porque tú lo protegiste.
Reddington: No, Lizzy. Dembe no se quedó conmigo porque me vio como su salvador. Se quedó conmigo porque me vio como el hombre que realmente era. Un hombre rodeado de oscuridad. No hay amigos en los que se pueda confiar. No hay fe en que la lealtad o el amor puedan existir de verdad. Entonces yo era más joven. Más enojado. Dembe conectó su vida con la mía para mostrarme ese día y todos los días que el mundo no es lo que temo que sea. Él es la luz en las tinieblas. Prueba viviente de que hay otra forma. Que esta vida puede ser buena. Que la gente puede ser amable. Que un hombre como yo puede soñar despierto con convertirse en un hombre como él. Prometió su vida y la ofreció como evidencia de que yo estaba equivocado acerca de este mundo. Dembe protege mi vida porque está decidido a salvar mi alma.
ALGUNAS FRASES DE RAYMOND REDDINGTON
(Esta es solo una pequeñísima muestra, pues en cada episodio, como si caminara con los bolsillos descocidos, deja caer como al desgaire soberbias y deslumbrantes joyas).
SIETE TRINOS
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