
Gustavo Álvarez Gardeazábal / @eljodario / eljodario@gmail.com
Con todo lo caídas que están las encuestadoras, no hay nadie hoy en el país que se atreva a decir que la última encuesta de Gallup no está reflejando el barullo de sentimientos, fastidios y confusiones que vive el colombiano común. El hecho protuberante es lograr resaltar que el presidente Santos va de mal en peor y que tambalea en su cargo. El que solo obtenga un 24 % de popularidad y compita por el desprestigio con el alcalde Peñalosa, que apenas tiene el 22%, resulta más que contundente.
Es la consecuencia de que no le crean a Santos, de que se deje coger en las mentiras creyendo que no tenemos memoria de lo que ha escrito en mármol, pero sobre todo porque pese a que ha delegado en sus ministros las provocadoras medidas económicas, las negociaciones con los guerrillos y hasta la función general del Estado, nadie le quita la responsabilidad total de lo que estamos sufriendo.
A Vargas Lleras, la encuesta le da un coscorrón. Su esquema repetido de pegar ladrillo, inaugurar casas y firmar contratos se le volvió un bumerang. Y su actitud “ni-ni” en todo lo grave que sucedió con el gobierno, lo dejó a la orilla del rio y la corriente negativa del presidente lo arrastró.
El empate en solo 49 puntos de Uribe con Clara López y De la Calle, es un serio bajón para el expresidente que siempre jugó en las grandes ligas, (de 60 para arriba), y un aviso de que el espíritu contemporizador del negociador en La Habana y de la eterna candidata oligarca del Polo, está calando.
Gallup ha hecho una radiografía del enredado país en que estamos. Nada está claro. Pero lo grave es lo que viene. Ante un gobierno que tambalea, Santos insiste en que le elijan al general Naranjo de vicepresidente. ¿Medirá el país y Gallup, el peligro que se nos viene encima con ese señor?
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