
Reminiscencias (1), La crónica del siglo XIX
Escuetamente, Reminiscencias de Santafé y Bogotá sería la “descripción de Bogotá de 1861”;
pero una vez se hace el viaje por las 535 páginas que recopiló y prologó la escritora Elisa Mújica
para la Biblioteca Básica Colombiana, Colcultura (1978), se evidencia que la obra de Cordovez es
la crónica de ese siglo, más el “borrador” para entender lo que será el siglo XX. En ese contexto,
José María Cordovez Moure (Popayán, 1835 – Bogotá, 1918) es el escritor que mejor retrata una
idiosincrasia. Su influencia en García Márquez es otro tópico que merece la pena escudriñar.
Las carencias económicas de la familia obligaron a José María a aplazar el trabajo de la pluma
hasta los 56 años de edad, cuando dejó sus ocupaciones varias (especialmente de empleado
público, como abogado), para sentarse a registrar los recuerdos de su feraz memoria en los
ocho volúmenes de Reminiscencias. Un título algo genérico, para grabar cuadros de
costumbres, cuentos, novela corta y crónicas de hechos históricos y políticos, en un tono
narrativo salpicado de anécdotas.
Las influencias literarias de Cordovez Moure están más del lado de Francia que de España. Por
eso su prosa tiene el ritmo y la fluidez del realismo literario, afín a un lenguaje más sustantivo
que retórico, característico éste de la provinciana literatura española de la primera mitad del
siglo XIX, muy ajena del siglo de Cervantes. El recurso de la descripción, por ejemplo, recuerda
aquella manera de pintar narrando, propia de Balzac. El retrato de uno de los tantos guerreros
que pasan por las páginas de Reminiscencias, así lo revela:
«Román Carranza era joven, de veintidós años de edad, de tez blanca sonrosada, pequeños
ojos azules, de mirada recelosa, fisonomía un tanto femenina, cabellos rubios sedosos, apenas
le apuntaba ligero bozo, que le delineaba una hermosa boca guarnecida de magnífica
dentadura; de talla regular, sin cultura que mitigara sus instintos sanguinarios, carácter
dominante, brusco en sus maneras, complexión robusta y fuerza hercúlea, sagaz y astuto en sus
combinaciones de ataque y de un valor jactancioso para desafiar el peligro».
En el documental «La escritura embrujada», García Márquez confiesa sus deudas con la
literatura colombiana, tanto la oral como la escrita. Y en la obra de José María Cordovez Moure
halló recursos para la caracterización del coronel Aureliano Buendía. Quien tenga memoria para
recordar, lo puede corroborar en este fragmento:
«En una ocasión se le creyó cogido, porque se le tenía rodeado por una fuerza respetable;
mas, al verse perdido, Carranza se vistió de mujer en una choza, se acurrucó junto al fogón en
actitud de mondar unas papas, y los que lo perseguían con ahínco no se figuraron nunca que
debajo de la mantilla que cubría la cara estuviera aquel a quien buscaban con tantos afanes. El
astuto guerrillero recorría los caminos y solía entrar a las poblaciones disfrazado de sacerdote,
de mendigo y de mujer, con el objeto de cerciorarse de las noticias que le comunicaban sus
espías».
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