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Reflexiones sobre mediación

El viernes 25 junio, 2021 a las 2:53 pm
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Reflexiones sobre mediación

Por: Carmen Elisa Solarte de Bolívar.

La Carta Política de 1991, nos introdujo en un nuevo concepto de Estado y comunidad, cuando dispuso que Colombia es un estado social de derecho, en el que el hombre como ser social “es y debe ser “el marco y finalidad de todas las actividades sociales y del Estado.

El paso de un estado de derecho que nos formó por más de un siglo en la cultura  e normas, abogados y jueces, como medios principales para la solución de los conflictos sociales, económicos y políticos , propios del desarrollo de las relaciones que se gestan en su interior, a ese estado social de derecho en el que se pregona una nación en unidad, donde la convivencia, el trabajo, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, puedan hacer realidad dentro de un marco jurídico, democrático y participativo, que garantice un orden político, económico y social justo, como lo declara el Preámbulo de la Constitución, ha implicado también transformaciones en todo el sistema jurídico nacional.

Las características señaladas para Colombia, por la Constitución Política, como un estado social de derecho, ¨…democrático, participativo y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general, como lo declara su artículo 1o, aunado a los fines  del Estado, que le fueron impuestos ¨…servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución;  para facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan … y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo¨, han obligado a revisar las estructuras de la Administración de Justicia y de todos aquellos Mecanismos Alternativos para la Solución de Conflictos que de tiempo atrás se venían diseñando para la sociedad colombiana.

Los cambios fundamentales creados por las nuevas construcciones sociales, en especial aquella que buscan dar reconocimiento a las víctimas de los conflictos sociopolíticos, a los conflictos de índole penal y a los conflictos en general nos obligan a entender que no podemos quedarnos instalados en lo meramente normativo, sino que resulta obligatorio abrirnos a otros campos del saber y quehacer humanos, en el entendido que el hombre es y debe ser el principio y el fin de toda actividad  social, por lo cual resulta imperativo conocerlo en sus múltiples  manifestaciones y relaciones desde la sociología, la sicología, la antropología, todas las ciencias humanas, para hacer de la convivencia pacífica una realidad  social.

La mediación como mecanismo de Justicia  Restaurativa, más allá del procedimiento penal, está animada por el propósito de  ¨… transformar positivamente las causas del conflicto , con la participación de la comunidad¨, a decir del profesor Jorge Ordoñez [1], porque es en esta dimensión en la cual puede examinarse no solo al sujeto jurídico, sino al sujeto cultural , al ser social con sus intereses, valores, relaciones , comportamientos etc. y sus implicaciones frente a toda la comunidad.

Transformar los conflictos desde una perspectiva restaurativa nos lleva a buscar sobre todo la reconstrucción del tejido social que se rompe con el conflicto, la protección de las víctimas y aún del propio ofensor a quien se reconoce como un ser conciente y libre, aunque muchas veces equivocado frente a las circunstancias que lo determinan en sus acciones. El ofensor pasa a ser reconocido como un interlocutor válido a quien se le reconocen sus puntos de vista, sus paradigmas, sus supuestos, se le permite justificarlos a través de las narrativas de su propia existencia, la forma como ha estructurado su personalidad en virtud de las experiencias y relaciones socio-culturales dentro de las cuales se ha desenvuelto.

También la comunidad logra un espacio para la comunicación y el diálogo constructivo en tanto mira al hombre y el conflicto no como productos individuales y aislados, sino como procesos complejos de una red de interacciones que los configuran.

Pero la comunicación, la creación de realidades sociales y su transformación implica de otro lado  un acrecentamiento de su conciencia moral y social para evolucionar hasta la consecución de unos valores universales  que, según Adela Cortina, resultan indispensables  frente a toda la humanidad, más allá de todo relativismo , pues serían exigibles para toda persona sin distinción alguna, en tanto que  ¨… hemos ido aprendiendo al hilo de los siglos que cualquier ser humano, para serlo plenamente ,debería ser libre y aspirar a la igualdad entro los hombres, ser solidario y respetar activamente su propia persona y a las demás personas ,trabajar por la paz  y por el desarrollo de los pueblos, conservar el medio ambiente y entregarlo a las generaciones futuras , hacerse responsable de aquellos que le han sido encomendados y estar dispuesto a resolver mediante el diálogo los problemas que pueden surgir con aquellos que comparten con él el mundo y la vida ¨[2].

Es pues el diálogo un principio universal que la mediación privilegia. Su práctica deviene entonces como obligatoria. Pero, ¿cómo hacerla realidad?

Un primer paso sería a nuestro modo de ver educar en valores , iniciando por un examen de aquellos que componen la ética mínima o ética cívica en los que la  libertad, igualdad, la  solidaridad , el respeto activo, y  el diálogo resultan indispensables para la vida  en comunidad.[3]

Empezar este trabajo con lo que se ha denominado la cultura ciudadana, en el entendido que ella  permite  ¨ …  aumentar el cumplimiento libre y voluntario de las normas, la capacidad de celebrar y cumplir acuerdos y la mutua ayuda  para actuar según la propia conciencia, en armonía con la ley. Promover la comunicación y la solidaridad entre los ciudadanos¨, tal como se describe precisamente en el documento que sobre esta materia se introdujo en el Plan de Desarrollo para la Capital de la República, acertadamente denominado ¨Bogotá para Vivir todos del mismo lado¨, del profesor Antanas Mokus.

Este ambicioso programa resulta posible implementar en todo grupo o comunidad, empezando por sembrar estas semillas de buen vivir para la construcción de mejores seres humanos y sociales.

Es necesario aceptar, como lo señala el profesor Ramón Bernardo  Bulla, en su Libro sobre Ética Profesional, que es la educación una tarea moral [4], en tanto que a través de ella  se ayuda a las personas a crecer como seres inteligentes y libres, porque educar es dar sentido a la existencia humana y a las cosas ,al mundo , a la sociedad.

Carmen Elisa Solarte de Bolívar

Abogada Universidad del Cauca. Magister en Derecho Penal,Criminología y Ciencias Penitenciarias. Universidad Santiago de Cali. Especialista en Mediación. Universidad Javeriana. Ex Fiscal y Formadora OPDAT de la Fiscalía General de la Nación. Docente Universitaria. Autora de los Libros sobre Delitos Patrimoniales y Lecciones de Derecho Penal Acusatorio.


[1]   Ordoñez Valderde Jorge, ¨Proyecto de Justicia Restaurativa.Cartilla sobre el Conflicto¨, en prensa. ( Apuntes  entregados para su módulo sobre aspectos Sicosociales del Conflicto. Especialización en Mediación de Conflictos. Universidad Javeriana de Cali .2006.

[2] Cortina Adela ¨El mundo de los valores. Etica mínima y educación. Editorial el Buho lLtda. Bogotá 1997., pag 67 , Primera Edición.,

[3]  ibídem , pag. 70

[4] Bulla Pinto, Ramón Bernardo. ¨Lecciones de Etica Profesional¨Ediciones Universidad de la Sabana.  Bogotá. 1997. pag 63 ss.

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