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Reflexiones políticas, el primer gobernador de Popayán y sida postelectoral

El sábado 31 octubre, 2015 a las 10:04 am
Jorge Muñoz Fernández - Mateo Malahora

Mateo Malahora mateo.malahora@gmail.com

Desde que existen las sociedades organizadas, con jerarquías políticas y sociales, con formas específicas de producción y tradiciones que sirven de guías morales y políticas para ejercer el poder, en su imaginario político existió el sueño de una vida mejor, lo mismo que en sus formaciones religiosas, en cuyas fantasías el bienestar, como suprema felicidad, es un sustituto de la justicia, a la manera de reparación, indemnización y resarcimiento eternos para compensar los sufrimientos terrenales.

Buscar la suprema felicidad constituye un objetivo que contempla el ejercicio del poder político y el dominio de la naturaleza.

Y lo que parece sencillo, no lo es, se torna complejo y difícil, sobre todo cuando los modelos de gobierno y sus sistemas económicos no son aptos para provocar soluciones colectivas y permiten que las necesidades humanas pasen a un plano subalterno, acorraladas por los intereses puramente económicos que ocupan un rango superior.

¿Cómo, entonces, conciliar los intereses de las grandes metrópolis con la miseria, los aprietos y la pobreza crónica de los países dependientes?

No se equivocaba el sabio Karl Marx cuando hace apenas siglo y medio dijo, y no predijo, porque no era profeta, que el nuevo modelo económico mundial, basado en el poder omnímodo de los mercados, traería miseria en toda la superficie del planeta, comenzando por destruir, con su dinámica global, los soportes y cimientos económicos sobre los cuales ya se levantaban las economías nacionales.

Que un país engendre y forje riqueza no es condenable, hasta ese extremo no puede llegar la irracionalidad política, pero que para lograrlo tenga que devorar los recursos de otros países y los someta a sistemas autocráticos, cesaristas o totalitarios es indigno y deshonroso.

Conocer Alemania, Holanda, Inglaterra y Francia, entre los países de la Unión Europea, es entender lo que significó el proceso de colonización y que en el caso de España nuestra historia oficial lo relata en sus inicios como si fuera el Feliz Crucero de Colón.

Ya la visa la visa Schengen ofrecerá, a partir de enero del 2016, a la clase media de Popayán, la oportunidad de entender el porqué del esplendor de esos países y, de paso, preguntar a los españoles de la ciudad andaluza de Córdoba, si Don Sebastián de Belalcázar fue, en verdad, un mecenas ilustrado que enviaron los Reyes católicos a proteger y civilizar a los salvajes habitantes del Valle de Pubén.

Sebastián de Belalcázar - Popayán - Cauca

Lo que se sabe de quien fuera el Primer Gobernador del Cauca, Don Sebastián de Belalcázar, cuya fotografía debe encontrarse desplegada en el Salón de los Espejos de la Gobernación del Cauca, es que era de la ciudad donde nació el filósofo Séneca, pero por ser analfabeto, como porquero caído en desgracia y haber matado a un mulo, según los historiadores, huyó a las Indias para evitar el castigo y llegó a Popayán donde continúo matando indígenas como si fueran animales.

Nuestro Primer Gobernador vivió en una esplendorosa ciudad, Córdoba, parecida a Popayán por su vocación por las letras, su califato era proverbial por su iluminación y alcantarillado público gratuito; tiempos en que por fortuna no existía la institución del Ayuntamiento municipal (Concejo) ni se sabía de la existencia de empresas privatizadoras.

Es necesario registrar que el pequeño empresario porcicultor, quien llegó a ocupar la primera gobernación de Popayán, en tiempos en que vivió en Córdoba, la ciudad culta de Andalucía, nunca tuvo interés por asistir a un conversatorio sobre los renombrados poetas cordobeses, sus paisanos, Luis de Góngora y Juan de Mena, por las estrechez cultural a que eran sometidos los campesinos en la España del Siglo XV.

Tampoco llegó a imaginar que, pese a ser uno de los exterminadores de nuestra Primera Nación, su analfabetismo funcional y su prontuario criminal por haber ordenado el asesinato del Mariscal Jorge Robledo, en virtud de disputas territoriales, además paisano suyo, fuera a tener el privilegio de exaltar con su nombre y ejemplo de vida a personalidades de alta nombradía local, regional e internacional por el Honorable Concejo Municipal de Popayán.

Agregamos que Belalcázar no fue contemporáneo de su coterráneo Lucio Anneo Séneca, cercano a Nerón, quien tuvo alma de burócrata y desempeñó destacados cargos gubernamentales, desde los cuales el filósofo moralista y corrupto, al preguntársele sobre sus fabulosas riquezas, con especial predilección por imponentes casas quintas y fiestas como las de Clan de los Nules, debió responder con su proverbial sabiduría ante los jueces: “yo sólo sé que no sé nada”.

Lo que si queda claro es que Belalcázar encarnó una criminalidad hirsuta y su paisano Séneca una criminalidad ilustrada.

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Después de escuchar al parlamentario Oscar Ospina sobre la relación causal entre el cigarrillo electrónico y el sida, encuentra uno que el Cauca padece de inmunodeficiencia política adquirida. Hasta pronto.

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