
Que no conviertan la piscina pública en chivo expiatorio.

¿Quitar la piscina municipal?
NO, QUE NO CONVIERTAN LA PISCINA PÚBLICA EN EL CHIVO EXPIATORIO DE TODAS NUESTRAS DESGRACIAS.
También, en medio de esta emergencia, hay quienes vienen proponiendo quitar la piscina cuando ésta no es la causa del problema.
Lo que está ocurriendo tiene que ver con el cambio climático para el que no nos hemos preparado, la deforestación del bosque primario en la parte media y alta de la microcuenca, el cambio de uso de suelos y su degradación, la falta de cobertura vegetal protectora y la ampliación de la frontera agrícola en áreas de vocación forestal, por ello, cuando hay lluvias torrenciales intensas, persistentes y de alta duración la microcuenca se satura, y como no hay zonas de amortiguación ni de retención las rocas empiezan a empujarse, unas con otras, con muchísima fuerza y gran energía semejando un efecto dominó, y cuando el río entonces llega donde está el cambio de pendiente (la piscina), el material acumulado de lodo, arena, piedras y árboles se rebosa y se sale de su cauce.

Si no existiera la piscina todo ese material no tendría donde alojarse por lo que muy seguramente no estaría aún en pie el puente del Instituto Técnico o el puente Víctor Gómez Mosquera, o el puente vehicular de la calle 5, el de la calle 7 o el de Privilegio, o el de los Libertadores, o ninguno. A lo mejor, también, el río Quilichao estuviera reclamando su lecho, porque no hay que olvidar que en distintas épocas para darle paso al desarrollo de la ciudad el cauce del rio fue modificado, por lo que las viviendas que se han construido sobre él se encontrarían en grave peligro de ser arrasadas, como ahora.

La piscina pública no solo fue construida para el disfrute de las personas, sino que su estructura también fue pensada para que regulara en épocas de invierno el paso del agua y el material de río.

Por lo demás, el peligro de inundaciones severas en Santander de Quilichao será persistente; sin bosques, sin zonas de protección y amortiguación en la parte alta y media de la microcuenca del rio Quilichao y con un cambio climático que cada vez más se acentúa, el casco urbano estará expuesto a este tipo de eventos los cuales podrían, incluso, causar graves tragedias.
Por ello, es recomendable no construir viviendas en una franja no menor a 30 metros del cauce del río, avanzar en campañas intensas de reforestación, exigirle a la CRC como máxima autoridad ambiental de la región la implementación de un Plan de Ordenación y Manejo tal como lo establece la Ley en aras del desarrollo sostenible y del principio de Precaución, Prevención, Conservación y Restauración y, que cumpla, además, con su deber de sancionar a quienes vienen deforestando la microcuenca. Y la alcaldía, que avance en una política de guardabosques, de educación ambiental, de compra de predios y de apoyo a la Junta de Acción Comunal de la vereda Guayabal parte alta, entre otras.

Para terminar, que no conviertan la piscina pública en el chivo expiatorio de todas nuestras desgracias.
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