La señalan sin ambages de repartir inequitativamente los milmillonarios recursos del Departamento de la Prosperidad dejando al partido de gobierno en ascuas y sin herramientas en este crucial período electoral.

Cualquiera que sea la manera como se interprete este nombramiento, al país le cae muy mal, al gobierno le va a hacer mucho o más daño ascenderla que haberla dejado donde estaba, porque se convierte en una actitud de muy mal gusto de Duque y su círculo de empresarios, a quienes ella como máxima expresión, representa en el gobierno, porque premian la demora inmisericorde con que manejó la reconstrucción de la isla de Providencia.

Por otro lado, la exaltación de Susana puede sonar a compensación porque para nadie es un secreto que el aspirante al senado, el arquitecto García Arizabaleta fue imputado por la Fiscalía para que responda en juicio solo cinco días antes de los contradictorios comicios y que es evidente la simpatía, favorabilidad y amistad personal entre la hoy ministra y el imputado.

Llega Susana a reemplazar al ministro Malagón, quien sin duda alguna fue el ministro que más rindió en el cuatrienio, aunque ni el señor Muñoz ni la doctora Correa ni el exministro Carrasquilla y mucho menos los manejadores de imagen de la Casa de Nariño dejaron convertir públicamente en la estrella que resultó siendo en este gobierno de tantas sombras y claroscuros.

Susana será ministra y llena una ambición de muchos años de llegar a serlo.

El Valle y los vallecaucanos ni cuenta se irán a dar, pero los que escriban la historia del uribismo sabrán otorgarle la funesta responsabilidad de haber vuelto trizas al Centro Democrático hasta convertirse en el epicentro de sus maledicencias.

***********************

Otras publicaciones de este autor: