Mi papá fue capitán en la Guerra de los Mil Días, yo todavía conservo la bandera que el llevaba en la batalla, si quiere se la muestro. De inmediato entra a la pieza y en fracción de segundos se presenta con una bandera tricolor desteñida por el paso de los años pero que no es difícil identificar como la bandera colombiana; se sienta, y durante toda la entrevista estuvo empuñando la bandera orgullosamente al tiempo que repetía sin descanso: “mi papá peleó en la Guerra de los Mil Días”. Alviba02@hotmail.comSon las 5 p.m. del viernes 5 de Diciembre de 2.008. Muy cumplido llegué a la cita que me había dado doña Cristiniana Balanta de Campo con el fin de contarme con pelos y señales todo lo concerniente con la historia de Villa Rica.
Como referente importante, Cristiniana, quien en adelante identificaremos como “Tita”, nombre con que cariñosamente se le conoce en Villa Rica. Es una anciana de 91 años, hija de Juan Bernardo Balanta uno de los lideres mas importantes de nuestra región, que hizo historia como combatiente en la Guerra de los Mil Días con el cargo de Capitán y posteriormente dirige otros procesos, como lo demostraremos en nuestra columna.
A pesar de que teníamos un cuestionario de preguntas previamente preparado, Tita no nos dio tiempo de desarrollarlo pues es ella quien a su propia iniciativa nos sorprende con el siguiente relato:
Cuando por fin pudimos hacer la primera pregunta, le interrogamos cómo era Villa Rica antes. “Eso no era sino puros guayabales y monte. Nosotros vivíamos en El Chorro, y en las elecciones, mi papá era el que organizaba todo y le decía a la gente por quién se tenia que votar; el era muy liberal. Una vez, en invierno, El Chorro se llenó de agua y mi papá, con la junta liberal, se reunió para sacar a la gente de ese aguandal; él mandaba cartas pidiendo ayuda a todo mundo y las firmaba como capitán Juan Bernardo Balanta”.
“La gente tenía sus fincas que quedaban allí mismo al lado de las casas, mi papá por lo menos tenía una finca grandota al lado de la casa, más arribita tenía otra y en La Primavera tenía otra. Cuando el murió en el hospital de Cali nadie nos ayudó con un centavo sino que nosotros atendimos todo”. Al preguntarle su edad, se sonríe maliciosamente y por unos momentos, como conservando su instinto de mujer, evita responder pero al momento dice “tengo 91 años, los cumplí el pasado 26 de julio. Y continúa… “En ese tiempo todo el mundo ayudaba a sacar adelante el pueblo, no es como esta juventud de ahora que uno les quiere ayudar y antes se burlan”.
Cuéntenos que fue lo que paso en el tiempo de la violencia. Responde con una carcajada y aquí le surge una anécdota: Venía bajando Dionisio Viáfara en un caballo engarillado cuando apareció Domingo, mi hermano, que tenia un poco de hijos y David también. Cuando mi papá dijo que se alistasen que venía esa gente (los maleantes). Domingo y un poco nos fuimos a esconder al monte de huida de los bandidos que eran godos y cuando estábamos allá guardados un hijo de Ángel decía ‘yo me voy pa’ mi caaasa, yo me voy pa’ mi caaaaasa y la mamá le decía ‘cállate que nos cogen’. Mientras contaba esto, todo el tiempo estuvo riéndose. Y continúa: “Estando allí cuando pasó esa gente de la violencia y David, mi hermano, que se había quedado dormido en la casa cuando despertó salió corriendo y se enredó en un alambrado y se hizo una llagota en la pata”. Era emocionante ver a Tita contando estas historias.
La primera escuela de Villa Rica funcionó en La Primavera, en la casa de mi tío ,el blanco Isaías Balanta, y la profesora era una señora Justina Ramos a quien después la llevaron para El Chorro, a la casa de nosotros. Allí mi papá nos pasó a una casa mas chiquita donde había un trapiche y la grande la prestó para que misiá Justina Ramos enseñara, cuando eso La Primavera se llamaba ‘Bundecito’… el blanco Isaías, mi tío, era bermejo (albino) y mi papá era del color mío y mi tía Dominga, la mamá de Agustín Balanta, también era bermeja, no veía de aquí allí. Después la escuela se pasó para la casa de Calixto Lasso, allí mismo en El Chorro con misiá Justina Ramos y al poquito tiempo ella proyectó una fiesta al árbol y salimos todos. Entonces allí la profesora le propuso a mi papá que me metiera a la escuela y el me metió como año y medio, pero después se llevaron la escuela para Juan Ignacio y mi papá me sacó de la escuela porque se llevaron la profesora y la escuela de El Chorro se acabó y ya mi papá tenía una casa grandota en Villa Rica y la arrendó y allí se trasladó la escuela como por tres años por que mi papa pidió la casa y desde entonces la escuela comenzó a andar de un lado para otro; en eso el se enfermó y don Agustín Balanta y Rafael Bermúdez, un señor que era godo pero muy bueno, hicieron las vueltas para tenerlo en el hospital de Cali y allá murió. Cuando mi papá murió ya la gente vivía en Villa Rica, pero esto era puro monte, las casas eran muy poquitas. Después se comenzó a organizar la Fiesta de Reyes y los que comenzaron fueron Leonor Lucumi y Agustín Balanta, más adelante entró Otoniel Balanta y otras personas.
Aquí quisimos hacer un receso para que Tita descansara un poco pues se veía agotada, pero era tal su emoción por los recuerdos, que sola continuó hablando y debimos dejar la videocámara funcionando. Dijo: “Algunos han heredado el liderazgo de mi papá como es Ángela y Sulma. Aquí venía mucha gente a que yo les contara la historia; se iban unos y llegaban otros, especialmente los estudiantes, pero ellos no aprenden porque no ponen cuidado ni apuntan lo que uno dice. Mi mamá está enterrada en el cementerio de la hacienda La Bolsa, donde vivieron los esclavos y mi papá si quedó en el nuevo.
Sobre el nombre de Villa Rica y otros caseríos dijo lo siguiente: Sobre eso existen muchas versiones pero no saben cómo se hizo. Misiá Justina y mi papá reunieron la junta liberal con el fin de hacer una salida para cambiarle el nombre a todos los puntos. Y escogieron unas muchachas grandes para salir en comisión. Eran hijas de familia pero muy grandes, parecían mujeres paridas y los hombres, ya jóvenes y usaban pantalón corto, todavía en ese tiempo no se oían bochinches y salieron dando la vuelta entre el gramal y las fincas por una trocha y llegaron primero a un zanjón que le decía como que era rompe gurupera y le pusieron arranca cincha y marcaron con unas estacas, porque allí se le arrancaba la cincha a los caballos cuando caían a esos huecos, luego llegaron a Hueso de Pata y le pusieron Juan Ignacio y marcaron, llegaron a Bundecito y le pusieron La Primavera, a San Fernando, que tenía un nombre que no recuerdo ahora, y llegaron a La Bolsa que era como se llamaba Villa Rica y mi papá dijo: esto se llamara Villa Rica. Fue así como se le puso el nombre a los caseríos, no como dicen que dizque fue una gente que llegó y le puso ese nombre. Esos nombres los puso fue mi papá. Terronal se llamaba Avenida Olaya pero a la gente no le gustó ese nombre y le siguieron llamando El Terronal. El mercado funcionaba al lado donde esta la alcaldía y allí levantaron las casas. En ese tiempo mi papá era muy amigo del alcalde Gratiniano Bonilla, el inspector no recuerdo quien era porque los cambiaban mucho. Recuerdo que mi papá conservaba el rifle con que peleó en la guerra pero para la violencia lo enterraron para que los maleantes no se lo quitaran y se pudrió, la espada si debe existir todavía creo que alguien debe tenerla en la familia.
Es una historia que al menos los villarricenses deberíamos conocer, más cuando la cuenta una persona que como Cristiniana Balanta Tita aun vive y da fe de todas las dificultades afrontadas durante la violencia desatada por los partidos políticos en el afán de conquistar el poder.
Licenciado Arie Aragón: Pienso que estamos en mora de hacer un reconocimiento a esa labor heroica cumplida por hombres de honor como Juan Bernardo Balanta y prestar una mejor atención a su hija Cristiniana Balanta que aun sigue peleando no en la Guerra de los Mil Días sino contra la pobreza absoluta en que se encuentra.
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