PEDRO PABLO TAFURTH: maestro significativo para varias generaciones.
“Lo significativo de la vida es lo que queda en la memoria” M.V.V
“La memoria colectiva constituye la historia de los pueblos” A.M
Pedro Pablo Tafurth es el personaje escogido para la segunda edición de nuestra revista Mixturas. Es conocido por todos sencillamente como El profesor Pablito”. El escenario de la entrevista fue su acogedora casa, en compañía de su esposa María Graciela Beltrán y de Ana Cristina, una de sus hijas. Después de los saludos formales, el profesor Pablito inicia la entrevista, muy a su manera de buen conversador:
En primer lugar, quiero agradecer al Centro Municipal de Memoria por haberme seleccionado. Esta institución es importante porque recoge la historia de nuestro municipio. Los seres humanos nos vamos marchando y es importante conocer de la historia mediante sus relatos.
La mía es una historia sencilla debido a la economía familiar, pero con padres preocupados por darnos educación y velar por nuestra seguridad.
Soy el 6°de la familia Tafurth, de la cual solo quedamos mi hermana Carmen Elvira y yo. Nací el 9 de junio de 1924 aquí en Santander de Quilichao, como todos mis hermanos. Eran tiempos muy distintos. No había peligro, pero nos controlaban mucho…
Me casé el 15 de septiembre de 1949. Tengo 7 hijos, 4 mujeres y 3 hombres. 11 nietos y 3 bisnietos. Mis hijos son profesionales en distintas áreas. Una hija y una nuera son docentes.
Mixturas: Profesor, aunque vamos a hablar de educación, ¿qué nos quiere compartir de su vida, a sabiendas que Mixturas entreteje memorias?
P. Pablo: Entre los recuerdos de mi infancia, hay uno muy significativo: Mi Primera Comunión, hecha en 1932, en la iglesia de San Antonio de Padua, única parroquia de esos tiempos. Una ceremonia sencilla y bonita, no había desayuno, ni nada de eso. La misa era a las 7 de la mañana, entrabamos al templo niños y niñas por parejitas. Primero era un acto de renuncia, después la ceremonia. La noche anterior no dormí viendo el vestido, era de marinero. En el Refresco, un encuentro posterior en la casa de un compañero de escuela, se regalaban estampitas muy bonitas, 5 centavos cada una.
Mixturas: Profe, cuéntenos ahora sobre sus historias de escolar, de estudiante para ser maestro.
Profe Tafurth: En mi época había solo dos escuelas: La N° 1, La Tello, la N° 2, la Francisco de Paula Santander, y las escuelas de niñas: Colombia y Cauca de niñas. Hice mi primaria en las dos escuelas de varones. Don Fernando Galarza, q.e.p.d., era el profesor. El profesorado no tenía escalafón. Llamaban a quienes tenían alguna preparación.
Los docentes de bachillerato eran profesionales pero no maestros, y en el Instituto Técnico que estaba donde hoy es el hospital, había un juez como docente, los otros maestros eran de tiempo completo.
Mixturas: ¿Cómo fue eso de su decisión de ser maestro?
P. Pablo: De pronto por la ausencia de pedagogía, perdimos algunos el primer año de bachillerato. Cuando estaba haciendo el 2°, surgió la oportunidad de una beca. Algún familiar habló con el doctor Alfredo Navia Santacruz, político reconocido e influyente de Quilichao para que me ayudaran a conseguirla. Era para la Escuela Normal Nacional de Tunja. En el MEN, trabajaba el señor Tulio Sinar Candelo, amigo de mis padres que vivía en Padilla; él me entregó la credencial de la beca y me recomendó cuidarla, porque en esos tiempos se concursaba para obtenerla.
En ese tiempo yo vivía en el barrio San José, con mis papás. Tenía como unos 14 o 15 años, y fui a esa Normal con la intención de habilitar… ¡Pero ahí había que empezar de nuevo! Las orientaciones normalistas eran diferentes a las del bachillerato y las materias no coincidían. Por ejemplo en Bachillerato se veían dos botánicas, en la Normal, una, pero había que estudiar metodología, pedagogía y sicología intensiva en 4° y 5°. Los estudios normalistas eran de cinco años, quisieron implementar otro año, pero el estudiantado no aceptó.
Mixturas: Cuéntenos profesor: ¿En qué tanto le afectó estar estudiando en un lugar distinto a su terruño?
P. Pablo: ¡Mmmmm! En mucho. La distancia de la casa… El clima… La alimentación, etc.
Mixturas: ¿Cuál era el calendario escolar para la normal? ¿Se adaptó fácil a él?
P. Pablo: Se estudiaba de febrero a noviembre. Las vacaciones intermedias de 15 días, eran en julio. No nos obligaban a viajar a la casa. Éramos 15 muchachos de regiones apartadas y la economía familiar era la que disponía si se viajaba a casa o no. Yo solo pude venir dos veces. … Allá había celebraciones que nos entretenían. El 16 de julio era el Día de la Juventud, había presentaciones en la plaza central de Tunja, donde acudían los jóvenes de la Normal Nacional y las señoritas de la Normal Departamental, y demás colegios. La parada estudiantil era maravillosa, con honores a la bandera nacional y discursos de varios funcionarios públicos.
Mixturas: Profe, pero no nos ha dicho: ¿Quería ser maestro o le tocó asumirlo como una oportunidad?
P. Pablo: Allá me di cuenta que era una escuela para formar maestros. Yo no tenía una decisión previa, solo la oportunidad de la beca: O aceptaba o me venía. Me costó lágrimas irme de la casa y devolverme de grado. Rodolfo Perlaza, otro quilichagueño que me encontré allá, pero que no terminó, me dijo una vez: “¡No te vas! Puede ser un error”. Y era muy duro tomar la decisión de quedarse, de mantenerse allá. Llegamos 120, solamente nos graduamos 46, unos se retiraron, otros perdían materias, otros cambiaron de colegio.
Mixturas: ¿Qué hizo que le gustara quedarse?
P. Pablo: Los profesores. Ellos estaban preparados para dirigir la Normal, sabían manejarnos y enseñarnos. Preparaban las clases por la noche y no llevaban libros a las aulas. La inspiración fueron los maestros, casi todos licenciados.
Mixturas: ¿Qué otra cosa le atrajo?
P. Pablo: La Práctica Pedagógica. ¡Qué buena experiencia! Una semana de observación pedagógica en 3° año, tres semanas en 4°año , y en 5°, cinco semanas y la práctica de grado de tres días.
Había una Escuela Anexa a la Normal con 500 muchachos que se manejaban,
según uno los tratara. Se dice que ellos murmuraban a veces:
“¡Vamos a rajar al practicante!” ¡A mí me fue bien, porque logré motivarlos.
Mixturas: Profe, ¿Alguna anécdota?
Recuerdo que los practicantes laborábamos de lunes a sábado. Para las prácticas de grado enviaban calificadores: un delegado del Ministerio y el Secretario de Educación de Boyacá. Los niños de Boyacá le decían a uno “Señor”. En la práctica de Historia, trabajé la biografía del Negro Luis Antonio Robles Suárez[1]. Hice mi preparación escrita, tenía que presentarla. Me fue muy bien.
Aunque solo nos dábamos cuenta del resultado cuando ya avanzaba el grado, mi nota fue 4.5.
En la práctica no había rajados, solo observaciones. Uno salía de la Normal: “¡Hecho un maestro!”. ¡Ahí le inculcaban amor por el estudio, por la docencia!
Mixturas: Usted qué cree profe: ¿Los maestros nacen o se forman?
P. Pablo: Pueden nacer o formarse. En el caso mío: A los 22 años me gradué como maestro. ¡Qué felicidad! ¡Qué emoción sentí con mis compañeros de estudio! ¡A los 46 nos formaron como maestros!
Mixturas: ¿A los maestros les sirve la intuición? ¿La inspiración?
P. Pablo: … Ah?… ¡Ambas! Además, el roce social con las alumnas de Normal de Señoritas, los cursos de adiestramiento fueron una valiosa ayuda en mi formación como maestro. ¡Viéndose así acompañado!
Mixturas: A ustedes los llamaban: ¿Maestros? ¿Institutores?
P. Pablo: Institutor es el que acompaña. Antes nos decían “maestros” a quienes trabajábamos en primaria y “profesores” a los de bachillerato. Esto hacía sentir inferiores a los primeros. A mí eso no me molesta. Pero el Decreto 2277 de 1979, arregló todo. Niveló con el escalafón a todos los docentes.
Mixturas: Profe, ¿Qué piensa del rol del docente? ¿Ha cambiado?
P. Pablo: No quisiera manifestarlo. Me ha gustado la reserva. Pero puedo decir eso sí, que el ejercicio de mi profesión fue muy bonito. Trabajé 42 años, 9 meses, 12 días.
Mixturas: Esto significa que:
P. Pablo: ¡Que si no me hubiera gustado, no hubiera ejercido la profesión!
Mixturas: Háblenos de su ejercicio como docente.
P. Pablo: En enero del 47 viajé a Popayán en compañía de varios docentes que iban a una asamblea del gremio. No tenía pensado conseguir trabajo, pero como era de los pocos normalistas, me vincularon. Empecé a trabajar con nombramiento oficial en la Escuela “Francisco de Paula Santander”, como Seccional. Éramos 5 maestros. El director era don Eduardo Ricci Tovar. Luego fui a la Escuela Centenario de Varones. De la primera fui director durante 20 años lectivos. También fui director de la antigua Escuela “Porfirio Torijano Gómez”, durante 15 años. Hoy, es la sede El Libertador.
En el año 51, escribí el Himno de la Escuela Francisco de Paula Santander, con música del señor Aníbal Loboa. El 27 de octubre de 1989, finalicé mi labor como docente. Me remplazó el profesor Luis Hernán Balanta Ortiz.
Mixturas: Ha tenido, profesor, una experiencia extensa en varias escuelas urbanas del municipio. ¿Cuál método cree es el mejor?
P. Pablo: Desarrollé mi trabajo apoyado en la formación que me dio la Escuela Normal Superior de Tunja. Ahí nos prepararon para la realidad. Para inculcar el amor al estudio, la responsabilidad y el buen comportamiento de los educandos.
Mixturas: ¿Qué diferencias puede apreciar entre la educación de hoy y la de sus épocas?
P. Pablo: Hay muchas diferencias. Las reformas son diferentes a las de antes. El sistema de evaluaciones cambió. El ministro Parra quitó la evaluación con números. Pero hace 25 años me retiré, hay cosas que no sé cómo van… Mm… Considero que el peor error fue quitar la enseñanza de la historia, la cívica, la urbanidad. Cada una daba valiosos aportes. La cívica enseña a cumplir con los deberes… ¡Armas para corregir! Hace mucha falta la Urbanidad de Carreño. Siempre ha habido estudiantes díscolos. En un grupo no faltan uno o dos… Hay que generar estrategias…
Mixturas: ¿Cuáles estrategias usó usted?
P. Pablo: Los juegos, los cantos patrióticos. El asunto patrio es muy importante. La memoria, un factor importantísimo en la educación.
A propósito de la memoria, Ana Cristina, quien también es docente agrega: “¡Veo en mi papá una memoria intacta!”.
Mientras tanto él se queda pensativo y después de un rato, exclama en voz alta: “¡Me quisieron mucho mis alumnos!” y agrega: “¡Hubiera estudiado Sociales!”
Mixturas: Hablando de especialidades, ¿Qué piensa de los idiomas?
P. Pablo: Su aprendizaje depende de uno mismo.
Mixturas: ¿Y del uso del vocabulario y manejo del castellano qué opina?
P. Pablo: El uso de la lengua viene de la influencia del hogar. Los padres son los responsables del comportamiento de los estudiantes en la escuela y en la calle. ¡Es triste ver cómo se dan duro un par de estudiantes en la calle!
En el tiempo que ejercí como docente, el respeto por el maestro era grande. A los niños se les advertía en los hogares, el respeto y obediencia para el maestro. Los padres confiaban en los informes de los docentes, no ponían en duda la palabra del maestro encargado de atender a su hijo. Y tampoco lo desautorizaban.
Mixturas: ¿Qué cree que dicen sus estudiantes, hoy de usted?
P. Pablo: A mis exalumnos los quiero y los admiro. Me expresan su afecto y no es falso. Yo manejé 4 o 5 grados 5°. Era satisfactorio entregarlos al bachillerato. Después del tiempo venían a saludarme. El mensaje: ¡Un Abrazo!, con ello me estaban diciendo mucho, las palabras sobraban.
La señora Graciela, su esposa nos comenta: “Han venido a visitarlo permanentemente, hasta los 31 de diciembre. Les he escuchado decir: -¡Soy lo que soy, por él!- A veces dicen que era muy rígido, que daba látigo, otras épocas. Pero lo recuerdan con gratitud. Una vez en Cali, un moreno alto y fornido se le acercó y lo abrazaba, le decía: -¡Es mi profesor! ¡Mi profesor!-“
Mixturas: ¿Qué podría recomendar a los maestros, Profesor Tafurth?
P. Pablo: No me atrevo a recomendar nada. En confianza tal vez… Respetar las diferencias. Con la política se vienen tiempos difíciles. Es necesario el respeto esencial en el comportamiento humano.
Mixturas: Finalizando la entrevista, refiéranos qué hace ahora que dejó la docencia.
P. Pablo: Me dedico al ocio. Hago caminatas con mi esposa, para mantener buena salud. También leo obras referentes a los acontecimientos del país. Y me gusta pasear, visitar los lugares históricos. Hace un año, fui con mi familia a la Escuela Normal…, ya habían reformado el edificio, para la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
DISTINCIONES Medalla “Porfirio Torijano Gómez: Honor al Mérito”, por la municipalidad de Santander en 1965. |
*(Guajira 1849 – Bogotá, 1899), abogado y político. Primer afrocolombiano en llegar al Congreso de Colombia y al gabinete presidencial como Secretario del Tesoro. Representa la lucha por la igualdad y superación de las sociedades discriminadas por su origen, color de piel; así mismo como pregonero acusador de la esclavitud moderna.
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