(Cortesía de Andrés Oliver ucrós y Licht)
Felipe García Quintero aprecia sobre la novela: “Mediante el juicio celestial de un arlequín prestado de la comedia del arte medieval que, por virtud de la práctica carnavalesca, invierte el orden del mundo (…) Ha caricaturizado a personalidades vivas e instituciones; y, para nuestro interés, ha hecho de los rituales de mayor significado cultural de la ciudad, un objeto literario de parodia desacralizante”.
«»La eternidad y el olvido» (…) destinada a cuestionar la sociedad colonial y sus estamentos actuales más representativos como valores vigentes que deben erradicarse de la ciudad contemporánea».
“Los personajes (…) cambian durante el desfile profano de una procesión realizada al modo de las celebradas en Semana Santa”.
En palabras de su polémico autor: “(A los payaneses) La religión les carcome y les alimenta las entrañas. Supuestamente aman a Dios (…) mientras desprecian y abusan de los hombres: son piadosos. Comulgan y hacen innumerables procesiones. Pasean a un Cristo amoratado, un Cristo lívido, un Cristo lacerado y humillado (…) Es un Dios lastimado, escarnecido, un dios vencido por los pecados y las mentiras de los hombres, un Cristo que siempre está muerto y nunca resucita. Pero ellos nunca han entendido la metáfora”.
Hoy, a través de Proclama del Cauca, Víctor Paz Otero, finalista en el Premio Rómulo Gallegos, nominado al Premio Fil de Literatura en Lenguas Romances (2016), ganador de cuatro premios ILBO, siendo el autor más prolífico del género de novela histórica en América Latina, comparte esta novela con nuestros lectores.
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