Por: Luís Barrera
En Puerto Tejada el fenómeno de las pandillas juveniles y la delincuencia infantil sigue preocupando seriamente a las autoridades y ciudadanos, tras revelarse las cifras de crímenes en su mayoría propiciadas por el accionar de ellos o en su contra.
Al igual que en otras poblaciones en nuestro país, los jóvenes, en su mayoría, tratan de buscar que identificarse con un estilo de vida con el que sientan que son tomados en cuenta realmente. Es por esta razón que cada vez más jóvenes buscan una solución en el pandillaje. Este es uno de los problemas sociales que aqueja más a la comunidad donde actúan un grupo de adolescentes que se enfrentan a dificultades comunes y comparten los mismos intereses. La problemática que aparentemente es una cuestión de policía y mano dura, también tiene una arista humana.
En este gravísimo problema que ahonda la fibra social de Puerto Tejada es evidente que, las principales causas sociales que han provocado el pandillaje son: la familia y la educación. En primer lugar, la familia juega un rol muy importante, pues los integrantes de una pandilla suelen proceder de hogares en crisis o destruidos totalmente o parcialmente por parte de los padres, donde sus necesidades materiales o afectivas no son atendidas para un adecuado desarrollo personal. En segundo lugar, la educación la cual debe brindar al joven los valores necesarios para contribuir al buen camino y, así, no caer en la vagancia.
Con profundo dolor se reconoce que muchos de los jóvenes pandilleros son hijos de educadores y pareciera como el sistema local educativo hubiera fallado en la construcción de un nuevo ciudadano formado en valores y principios. Por otro lado, existen también, causas económicas que provocan el pandillaje que son la pobreza y el desempleo. En primer lugar, la pobreza causa que los jóvenes tengan carencia de bienes es por esta razón que en las pandillas encuentran dinero fácil por medio de robos, asaltos, atracos, homicidios y distribución y venta de drogas. En segundo lugar, el desempleo, complementa la pobreza, pues al trabajar ilícitamente en las pandillas se gana mucho más dinero para gastar en bebetas y mujeres con la venta de drogas y cosas robadas.
En conclusión, los integrantes de las pandillas, mayormente, son jóvenes con pocos valores y maltratados provenientes de hogares destruidos, sin educación, etc. Las pandillas están conformadas, generalmente, para una ayuda mutua entre miembros, defender su territorio en los barrios y otras más radicales para hacer actos delictivos. En nuestra opinión, la educación y la familia, así sea pobre, son las que mas influyen en la decisión del joven para integrarse a una pandilla o seguir con una vida normal. Es en el hogar en donde se le corrige o se le alcahuetea.
Lo que nos lleva a pensar que en el caso de Puerto Tejada, toca hacerle “Pandilla a las Pandillas”, para frenar su crecimiento y accionar. Corresponde entonces que el Estado brinde a las Instituciones Educativas todo su apoyo para que estas otorguen mejor educación en valores y así los jóvenes puedan tener mayor autoestima y no integrarse a las pandillas tan fácilmente. De igual manera apoyar a estos jóvenes dándole trabajo comunitario en las actividades gubernamentales y del sector privado para que puedan ganar dinero de formal legal y no buscarlo de una manera ilegal.
Por esta razón, si no se toman las medidas adecuadas para su pronta solución, este problema causará que se incremente la violencia y delincuencia en nuestra región. Por ello, nuestras autoridades deben tomar las medidas pertinentes para que los jóvenes en alto riesgo, intenten ser al menos, hombres de bien y de progreso para nuestra región.
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