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Paloma, Guetos, Ordenamiento Territorial

El jueves 19 marzo, 2015 a las 9:42 am
Felipe Solarte Nates

Por: Felipe Solarte Nates

La polémica desatada por las aceleradas declaraciones de la senadora Paloma Valencia, proponiendo dividir al Cauca en un departamento indígena y otro de mestizos, son una muestra más de los complejos problemas sin resolver que afectan a la sociedad colombiana y departamental, y tal como creen algunos ilusos, no se resolverán mediante acuerdos de paz con las Farc, el Eln y sometimiento de las bandas criminales hijas de los paramilitares.

Ya en anterior artículo publicado en este diario, plantee cómo la lucha por la tierra, entre: indígenas, los más organizados; comunidades afros, en proceso de hacerlo; campesinos mestizos, algunos queriendo nuclearse en Zonas de Reserva Campesina, influenciadas por la Marcha Patriótica; ganaderos y agricultores, agrupados en Fedegan y la SAC y los cultivadores de caña de azúcar para los ingenios, sería fuente de numerosos conflictos, aún después que se desmovilicen los grupos guerrilleros y la fuerza pública controle la delincuencia común, el narcotráfico y la minería ilegal.

Fuera de lo anterior, en el Cauca, como en el resto del país, quedó en el congelador, el Plan de Ordenamiento Territorial, plasmado en la Constitución del 91, como uno de los pilares de la descentralización administrativa con recursos, pertinencia y equidad, pues la mayoría de representantes a la Cámara, senadores y dirigentes políticos prefirieron no meterse en las honduras de juntar municipios, administraciones y presupuestos de un departamento con los de otros vecinos, con identidad socio-económica y cultural, para formar ‘Provincias’; tal como lo proponían para poblaciones del oriente caucano y occidente del Huila, por ejemplo; o del sur del Cauca y norte de Nariño; norte del Cauca y sur del Valle, o Bota Caucana y Putumayo; o crear un nuevo departamento reuniendo a todos los municipios de la Costa Pacífica que hoy están bajo jurisdicción de Nariño, Cauca, Valle y Chocó; o crear ‘Regiones’, integrando alrededor de obras y proyectos comunes a las administraciones y presupuestos de departamentos vecinos, como el Cauca, Valle y Nariño, por ejemplo, o los de la Costa Atlántica, Eje Cafetero, etc.

La Constitución del 91, dejó sentadas las líneas generales de descentralización administrativa y política del nuevo país, no sólo en las interrelaciones de sus municipios con corregimientos y veredas, con los departamentos entre ellos y con el gobierno central. También las relaciones del Estado con grupos étnicos y comunitarios organizados y en el país y el Cauca, los más avanzados, con líderes experimentados en la lucha, asesoría oportuna y recursos, son los indígenas agrupados en el Concejo Regional Indígena del Cauca, fundado en 1971, e impulsores de la Organización Nacional Indígena, ONIC, que en otros departamentos del país, auspició organizaciones nativas similares.

Una muestra del conocimiento legal de la Constitución del 91 y la autonomía que pueden alcanzar las comunidades organizadas, la han dado los indígenas, al lograr, no sólo ampliar territorios para sus Resguardos y Cabildos. Ya alcanzaron que el gobierno les gire directamente recursos que antes manejaban el departamento y los municipios para administrar la Salud y Educación en sus territorios. Con esta medida han chocado con grupos políticos que administraban estos recursos y con las comunidades de mestizos que no están afiliadas a su organización y también requieren de atención en Salud y Educación, cuyos programas, presupuesto y salarios para el personal contratado están fijados por los indígenas, quienes según algunos críticos: pagan bajos honorarios, y en su manejo no tienen control del Estado, a pesar de recibir presupuesto oficial, no cancelar impuestos y cada vez exigir más tierra y recursos sin tener en cuenta que en el territorio habitan otros grupos étnicos y sociales con derechos a la propiedad y  beneficios de las políticas socio-económicas del gobierno.

“Se están fomentando  ‘guetos’, de indígenas, mestizos, morados, afros, agroindustriales, pandilleros, etc., qué desmovilizadas las guerrillas, serán el combustible para la segregación, el racismo y la nueva violencia”, dice un historiador de la Universidad del Cauca, que prefiere mantener su nombre en reserva.

Como podemos ver, el problema es complejo y no sólo tiene que ver con las relaciones entre los diversos grupos étnicos, comunitarios, empresariales, entre sí. También con el Estado, sin olvidar que está en el congelador el Plan de Ordenamiento Territorial, que podría trazar nuevos mapas departamentales y regionales, tal como lo sugirió para el Cauca, en una columna de El Tiempo, el general Valencia Tovar, cuando proponía anexar varios municipios abandonados a otros departamentos cercanos. En fin… resucita otro fantasma pendiente de exorcizar.

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