
Foto: Semana
Ojo con la educación
Nada sacamos con incrementar los cupos universitarios, si los bachilleres que llegan no saben leer de corrido, ni entienden lo que leen y carecen de pensamiento matemático y crítico.
La cuarentena por el COVID 19, con un año sin clases que afectó la continuidad de los estudios y la socialización de niños y jóvenes aislados y hacinados con sus familias, agudizó las carencias del sistema educativo colombiano y en especial del público, sin conexiones a internet ni equipos suficientes para que los alumnos aprovechen la conectividad en procesos de formación.
Muchos estudiantes desertaron de escuelas y colegios y sus padres no volvieron a matricularlos.
Por asuntos de orden público, muchas familias fueron desplazadas y las escuelas se quedaron sin alumnos suficientes, llegándose a la situación de que sobran maestros en determinadas regiones, mientras en otras faltan y con frecuencia, justificándose en reales o supuestas amenazas, varios profesores solicitan traslados cerca de los principales centros poblados.
En sociedades desequilibradas como la colombiana, con gran porcentaje de la población en la pobreza, sobreviviendo del rebusque, familias disfuncionales, con muchas madres solteras atendiendo como pueden a sus hijos, el ambiente educativo para millones de niños y jóvenes no es el mejor.
La alimentación escolar suficiente y bien balanceada, es básica para muchos niños y jóvenes cuyos padres carecen de ingresos suficientes y no les garantizan los tres “golpes” diarios que los nutran. Por esta razón es plausible el enuncio del gobierno de quitarles el control de los PAE, Planes de Alimentación Escolar, a las mafias de politiqueros que con licitaciones amañadas se hicieron al control de estos recursos en la mayoría de departamentos del país. En muchos sitios será mejor que las asociaciones de padres de familia, con la suficiente organización y control, se encarguen del funcionamiento de los restaurantes escolares.
La base para construir sociedades democráticas organizadas y autosostenibles, es la educación, empezando desde los hogares, los jardines para infantes, la primaria, secundaria, tecnológica y universitaria.
Es urgente estimular desde temprano a los niños para que desarrollen su cerebro, lenguaje, motricidad y curiosidad encauzándolas hacía la investigación y búsqueda del porqué de las cosas y la naturaleza que los rodea.
No sólo hay que construir centros educativos, mantenerlos en buen estado, con la dotación necesaria, campos deportivos, bibliotecas, laboratorios, centros de computo, talleres en los institutos tecnológicos y huertas en los colegios agropecuarios.
La preparación de los educadores, su buena remuneración, su compromiso y disposición con la profesión y sus alumnos, son fundamentales para el éxito del proceso educativo.
También hay que actualizar los sobrecargados de materias aisladas, programas de estudio vigentes, simplificándolos por áreas y competencias que se complementen, tales como la comprensión de lectura, razonamiento matemático y el pensamiento crítico. Además, adaptar los programas y prácticas a las comunidades étnicas que conservan sus lenguas, cultura e instituciones, al igual que en zonas campesinas y en regiones con población afrocolombiana predominante.
Con el primer gobierno de izquierda que triunfó en Colombia, la posición de FECODE, debe cambiar de la actitud gremialista y economicista predominante, movilizándose en continuos paros, por sus reivindicaciones salariales y gremiales, sin preocuparse lo suficiente por mejorar el proceso educativo, a la de proponer una reforma sustancial al anquilosado sistema educativo público colombiano, cada vez más atrasado en calidad con relación al privado.
El argumento de que primero hay que hacer la revolución para que cambien la sociedad y la educación, no es válido en el gobierno de Petro, y más cuando las directivas sindicales se concentran en fortalecer negocios que operan en la órbita del capitalismo que dicen combatir y convierten a los educadores en pequeño burgueses, que tanto dicen detestar, como sucede en el Cauca, con ASOINCA.
Sin educación pertinente, desde la primera infancia, oportuna y continuada, nunca despegaremos como democracia organizada y productiva.
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