Por Hernán Luna
Causa indignación e impotencia ver cómo muchas personas botan basuras en las calles y ríos, sin tener conciencia alguna de que estas mismas basuras pueden llegar a obstaculizar el flujo y el desagüe de las aguas y generar algún tipo de inundación (en temporada de lluvias), además pueden causar problemas de salubridad, como proliferación de mosquitos y zancudos (que transmiten enfermedades), también atrae otros insectos y roedores; en fin, es incómodo hasta para la vista este mal hábito.
El problema al parecer radica en la falta de educación y cultura de la gente, que sin importarle nada el destino de un “papelito”, una “chuspita” o cualquier tipo de basura o desecho, los arrojan a los ríos, contribuyendo poco a poco a que se contaminen.
Haciendo un recorrido por las calles de Santander de Quilichao, mi tierra natal, me topé casualmente con unas imágenes que parecían contrastar con el mural y el mensaje hecho por artistas locales a la altura de la piscina municipal, para concientizar a la ciudadanía sobre el cuidado del río Quilichao: “No seas basura con el río ¡Protégelo!”.
Pero más sorpresa me causó al ver en la escena todo tipo de basuras arrojadas al río como llantas de caucho, guantes quirúrgicos, zapatos, bolsas plásticas, vasos plásticos, ropa y hasta animales muertos.
Causa molestia, indignación e impotencia, no sé a ustedes, pero a mí sí. Ahí les dejo las imágenes y saquen sus propias conclusiones… “¡Allá cada quien con su conciencia!”.
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