Breve Recorderis: En días pasados; me llamó la atención la Bandera de La Diversidad, adornando la Alcaldía de Santander de Quilichao. Se trataba de una campaña en contra de la homofobia. Me cogieron descuidado y me enfrentó a una de mis fobias: Las agujas. Estoy presto a hacerme la prueba y; ahí íbamos, palabras más palabras menos.
Mientras esperábamos, formato en mano, a que nos hicieran la dichosa prueba rápida del V.I.H., al principio; no atinábamos a mirarnos los unos a los otros y otras, estábamos en una bastante incómoda situación, no sé los demás; yo estaba echando mano de todo lo que me quedaba de valor, todos con cara de susto y de “yo no estoy aquí”, como cuando a uno le toca guardar turno en un motel lleno, a la espera de una habitación. En el fondo del salón revoloteando entre los kits médicos para la prueba, papeles y cientos de condones estaban; Rosemary Matama y Mónica Tejada, cruelmente dulces y dedicadas colaboradoras de don Mauricio Hurtado y su QUILIDIVERSA, en esta campaña de salud y concientización. Uno a uno y una íbamos desfilando hacia ellas, preguntándole a cada uno de quienes ya se habían hecho la prueba; -¿duele?-, recibiendo los: “un poquito, más o menos y uno que otro nada”.
Llegó mi turno. Frente a mí se encontraban unos policiales, en el mismo trance, una agente registraba el acontecimiento con su cámara, enfocando a dos de sus compañeros, uno se hizo la prueba sin inmutarse si quiera, me llenó de seguridad, para eso está la Policía, para darnos seguridad. Me sentí henchido de valor, cuando; mientras le pasaba el formato con mis datos a una de las damas de salud; pasó el otro agente, mismo ritual, la agente sonreía mientras registraba a su otro compañero; este tenía la cara que hasta hacía unos instantes debería haber tenido yo: Tensa, en un rictus de miedo, su cuerpo rígido y tembloroso a la vez. Interminable y tortuosa espera, mientras me pedían que estirara mi brazo.
Alcé mis ojos al infinito, lejos de mi mano y del resto de la humanidad. – ¡No tiemble!- Alcancé a oír, eterno silencio. Risitas, risas, risotadas. El pinchazo. -¡No tiemble!-. Me morí. Camisa, calzoncillos y medias empapadas. – Don Omar; pase más tarde por el resultado.- Aliviado, dije para mis adentros:- “tanto arrojo por unos condones, que ni siquiera sé si voy a usar”. ¡Todo por la causa!-.
De regreso al mundo, en horas de la tarde, cuando ya envalentonado fui a recoger el resultado de mi prueba, me encontré nuevamente a don Mauricio, me contó que QUILIDIVERSA, ha venido haciendo ésta y muchas otras campañas sociales, que la verdad, no sé por qué no han sido suficientemente resaltadas. Me conto que a pesar de las apariencias, Santander de Q. había sido galardonada recientemente, como una de las ciudades más tolerantes, en cuestiones de trato a la comunidad L.G.T.B.I. y;- que de hecho- entre risotadas: -Acá la policía nunca nos deja solos(as), ¡siempre nos acompaña en nuestras locuras!-. Aclaro, aunque no debiera, pero nunca falta el o la, miembro(a) de las barrar bravas del Inquisidor-Procurador, cuando Mauricio se refiere a “locuras”, quiere decir, todas esas propuestas y proyectos, que por lo poco convencionales, parecen locuras, nada más.
En fin; viendo a los dos agentes del orden, viendo a los otros hombres, viéndome a mí, concluí; que no importa el uniforme o la armadura que usemos, de bajo de ellas; habita un cobarde para algo, las agujas para el agente tembloroso y yo; colegí además, que la comunidad L.G.T.B.I, merece nuestro respeto y solidaridad en sus luchas y campañas, y finalmente; que si el agente tembloroso y yo vencimos o intentamos vencer nuestra fobia; todos y todas pueden vencer las suyas, así que: NO A LA HOMOFOBIA.
Deja Una Respuesta