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MANIQUEÍSMO LONDOÑISTA

El martes 30 abril, 2019 a las 4:25 pm
MANIQUEÍSMO LONDOÑISTA
MANIQUEISMO LONDOÑISTA
Por Julio César Espinosa*

Existen tres clases de maniqueísmo: el infantil, el religioso y el londoñista, versión esta última inaugurada por el escritor Julio César Londoño.

El primero es espontáneo en los niños; el segundo identifica a los testigos de Jehová y el tercero, a los diatriberos resentidos que se esconden en esa cueva maloliente que en general se denomina “izquierda”.

Estamos de acuerdo con Paloma en su aserto de dividir el Cauca en dos partes iguales: mitad para los indígenas y la otra mitad para los mestizos. Lo malo es el maniqueísmo londoñista: va a querer la partición de modo distinto: mitad para los buenos, con Londoño a la cabeza, y toda la gallinácea multitud de tiranuelos tipo Maduro. Sobrevuelan donde hay algo de pudrición para alimentar su condición parásita y luego distribuir igualitariamente la pobreza. Y la otra mitad para nosotros “los malos”, los que vomitamos el socialismo que alimenta a los pueblos con una cuchara vacía.

Desde la perspectiva maniquea londoñista, Borges, a quien tantas veces cita el articulista, es una lacra “derechista”, que le besó las manos a Pinochet. A esta cuadriga sectárea le desvela que el poeta Valencia tenga reconocimiento mundial en la lírica modernista. Se morirá Londoño y no acabará de leer las referencias universales a la obra de Valencia.

La izquierda monótona no tiene obra para mostrar al mundo. Solo exhibe consignas con las que desde siempre ha querido conquistar el fervor popular. “Fuera, fuera, fuera el imperialismo yanqui”, es la única frase que resuena en el cerebro de los maniqueos londoñistas que han demostrado no saber administrar ni una venta de mango viche.

Es fácil desde un escritorio lanzar baba difamatoria sobre tirios y troyanos. A la mezquindad londoñista, sabia en manejar adjetivos propios del cristal con que miran el mundo, le queda grande descubrir la grandeza de una obra que dejó un legado estético mundial para la poesía posterior al Parnaso.

Al leer la pieza de Londoño, uno no puede menos que deplorar el alto precio que en estos lares ha pagado una familia por su ascendencia, sus logros, sus conquistas y su hidalguía. Pero otro pálpito me sale al paso. Londoño se abre camino fácil hacia el eterno maniqueísmo descargando la totalidad de las culpas históricas sobre una nebulosa derecha, en la cual respiran el aire acre de la señorial España unas cuantas figuras a las que ya no les cabe en el cuerpo más calumnias ni foete. Parodiando un libro de Cobo-Borda, todos los izquierdistas son santos e irán al cielo. Allá está Álvaro Pío, que no requiere la canonización del columnista. Y en el infierno en un trono de preferencia, los demás Valencias, Efraín Martínez, Iragorris, etc.

No se pueden negar los errores de una Iglesia Católica que en su momento fue peyorativa y excluyente. Y en la política, liberales y conservadores tuvieron falencias. No obstante, el Frente Nacional, hijo de un diálogo conjunto bipartidista, trajo convivencia pacífica a nuestra desgarrada nación, que hoy le rinde honores a Guillermo León, uno de los capitanes de esa paz. No escribo esta nota para justificar errores de nadie pero sí para destacar el legado del poeta Valencia, original y valioso. Y para trivializar los anatemas de Londoño, que no propician la integración sino la segregación de los «indios». El maniqueísmo de Londoño exuda celos de gloria literaria y se erige en juez supremo que absuelve a unos y condena a otros a una decapitación sin derecho a la defensa.

«Hay que propiciar la guerra entre clases» dicen marxólogos llenos de teorías pero que nunca han almorzado mute con un indígena. Con artículos como «La casa Valencia«, intenta llegar infructuosamente le peste de regímenes maduristas donde solo pueden vivir en la base de la pirámide social unos cuantos pobres», cautivos de la jerga castrista.

Y en la cúspide, predicando flatulencias chavistas como “ser rico es malo”, la dirigencia, ahíta de carroña marxista, con buenas cuentas en Suiza.

*Miembro de la Asociación Caucana de Escritores.

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