Por: Jairo Cala Otero
elbuencastellano@gmail.com
Por Jairo Cala Otero / Periodista cultor del español
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Por Jairo Cala Otero
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Por Jairo Cala Otero
Miami – EE. UU.
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Respetado y apreciado Jairo, perdone por dirigirme de esta manera, como si fuese un viejo amigo, pero es que así lo siento; tal vez, porque el permanente contacto a través del correo, con todo el conocimiento que me ofrece, me hace sentir como su amigo y mi profesor.
Déjeme expresarle mi agradecimiento por el tiempo que dedica para irrigar conocimientos, sobre todo a quienes a diario vivimos en permanente comunicación con la sociedad, como parte de nuestra profesión. Soy un asiduo lector de sus artículos, los que acuño en una carpeta especial para un constante repaso o consulta a dudas que tenga sobre mis escritos o locuciones.
Siempre estoy atento al correo, a la espera de tan preciado material.
Con sentimiento de aprecio, atentamente,
Mario Eduardo Rey
Periodista
Secretaría de información y prensa
Gobernación del Meta
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Señor Jairo Cala Otero:
No sé cómo obtuvo mi correo electrónico, pero quiero por este medio felicitarlo y agradecer a la persona que me incluyó entre sus lectores, para aprender de este idioma tan maravilloso como es el español.
Siga enriqueciéndonos con sus conocimientos, para poner nuestro grano de arena en este mundo, que se interesa poco por mantener el ESPAÑOL CORRECTO.
Atentamente,
Claudia Yaneth Oviedo G.
Jefe de suministros de Rimax
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Jairo, un abrazo de un paisano y colega suyo, desde Cúcuta.
Lo invito a que siga haciéndonos disfrutar de las bellezas de nuestro idioma.
¡Bendiciones!
Diego Suárez
Cúcuta
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Por Jairo Cala Otero
Preguntan los lectores
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“La presentación fue la noche de ayer”: Giros ampulosos como este deslucen cualquier expresión. “La noche de ayer” constituye un lenguaje inútil y redundante. El estilo directo es más elegante y preciso: “La presentación fue anoche”. Los gramáticos recomiendan usar brevedad en el lenguaje. Ello también forma parte de la funcionalidad de los mensajes, una de las características del idioma.
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“La Policía Nacional informó que sobre las 2:15 de la madrugada y al momento del aterrizaje, un avión Boeing de la aerolínea Aires que cubría la ruta Bogotá – San Andrés, fue sacudido al parecer por un rayo y se partió en tres pedazos. Como resultado pereció la señora Amar Fernández de Barreto y 114 lesionados que no revisten gravedad”: Párrafo tomado de un periódico de circulación nacional en Colombia. Lo analizaremos por partes, porque hay varios defectos de construcción gramatical. La conjunción copulativa ye (y) sobra en la pretendida unión de la primera oración con la segunda; con una coma enseguida de la palabra “madrugada” habría sido suficiente. Entre las palabras “sacudido” y “parecer” debieron ponerse comas, para denotar que no se está seguro de lo que allí se afirma. Y la última parte es de antología, como para Ripley y un Guiness Récords, simultáneamente. Porque al tiempo que pereció una dama, también murieron 114 lesionados “que no revisten gravedad” (¡!). Qué suceso más extraño: el avión transportaba a 114 heridos leves y a una señora que gozaba de cabal salud y bienestar. Pero con el accidente los unos y la otra perecieron ‘ipso facto’. La realidad nos indicaría, horas después de la enrevesada noticia, que el más “accidentado” fue el redactor de la nota. Porque 114 pasajeros no fallecieron, sólo uno.
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“Fue presentada la noche inmediatamente anterior”: Con esta construcción gramatical quiso decirse que una presentación equis había ocurrido anoche, respecto del día en que el hablante se expresaba. Pero cayó en error. El giro “inmediatamente anterior” cabe sólo para hacer referencia a un suceso registrado en fecha anterior a otra a la que se alude. Ejemplo: “Fulano fue nombrado el viernes, como embajador en España. La noche inmediatamente anterior había recibido una llamada para alertarlo sobre el buen suceso”. Aquí se dice que el nombrado embajador recibió la llamada el jueves. Es decir, la víspera, o fecha anterior al viernes. La oración que me ocupa debió decir: “Fue presentada anoche”. Punto.
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“El casino tiene un costo de entrada de 50 libras, y es visitado por 25.000 personas diarias”: Nota leída en un mensaje de internet sobre un lujoso casino internacional. Con ese valor por el derecho a ingresar es fácil imaginar las exuberancias que se hallan en su interior. (No ‘al interior’, como erróneamente escriben muchos). Lo que lo deja a uno pensando es esa clase de “personas diarias”, que allí ingresan. No en balde pueden pagar tan astronómica suma por el tiquete. Esos humanos deben de ser extraterrestres disfrazados de burgueses, ávidos de ‘tirarse’ la plata a como dé lugar. Pero no estoy seguro de esta especulación. Lo que paso a creer es que a ese casino entran diariamente 25.000 personas. Sí, de las comunes y corrientes; aunque tengan dinero para despilfarrar. El error en la oración fue el uso de adjetivo (diarias) en vez de adverbio de tiempo (diariamente).
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“El Gobierno nacional y las autodefensas se sentaron en la mesa de negociaciones”: Cuando dialogaban unos y otros de los citados en la nota, en muchos periódicos escribían con esta oración. De muy mal gusto es que en unas conversaciones de paz, los involucrados tengan estas salidas de mala educación. Lástima grande que la urbanidad y los buenos modales hayan ido a parar al bote de la basura. Porque uno se sienta a la mesa, ayudado por una silla; no en la mesa. Corrección: “El Gobierno nacional y las autodefensas se sentaron a la mesa de negociaciones”. ¡El diálogo así resulta más cómodo! Y a lo mejor fructifica.
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“El acto contó con la presencia de todas las fuerzas vivas del departamento”: Una expresión repetitiva y manida cada vez que hay actos con los que se rinde homenaje a alguien. Los redactores de las notas descriptivas de tales sucesos le meten las famosas “fuerzas vivas”. Hay una redundancia aquí. No habrá “fuerzas muertas” que ¡puedan ir a ningún acontecimiento! ‘Fuerza’ significa robustez, vigor, capacidad de ejecutar algo. Para eso se debe estar vivo. Y ‘viva’ significa que tiene vida (vigor, robustez). Opciones para ese giro repetitivo: “…contó con la presencia de representantes de la sociedad del departamento”; “Voceros de los sectores más representativos del departamento”; “Las fuerzas sociales del departamento”.
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“El nuevo dirigente conservador ‘transfuguista’ aseguró que el uso de las amenazas con expulsión y destierro…”: A raíz de la ley que en Colombia permite que un militante de un partido lo abandone y se matricule en otro, a algunos periodistas les dio por inventar el adjetivo “transfuguista”. Aunque lo escriban entre comillas sencillas o dobles, es errado. En realidad lo que quieren decir es “tránsfuga”, vocablo perfectamente castizo, incluido en el diccionario oficial de la RAE. Así se le llama al que va de un partido político a otro.
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“…se dejan en bolsas de plástico perforadas dentro de la nevera”: Así recomendaban, en una revista, cómo conservar unos alimentos. Pero la falta de sintaxis dañó esta oración gramatical. Porque aquí se dice que la perforación de las bolsas debe hacerse dentro de la nevera. Muy incómoda debe de resultar tal diligencia. ¡Es mejor perforarlas afuera! La expresión se hubiese podido reparar con una coma enseguida de la palabra “perforadas”. Pero más precisa todavía resulta si se escribe: “Se conservan dentro de la nevera, en bolsas de plástico perforadas”. ¡Qué importa si se han perforado en el sanitario, carajo!
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“Los verdaderos conservadores no seguimos hombres, sino ideas, según los principios de nuestra causa”: Puede ser cierta la afirmación. Pero hubiese resultado correcta si entre el verbo (seguimos) y el sustantivo (hombres) hubieran “sentado” la preposición “a”, y le hubieran quitado esa coma sobrante. Así: “Los verdaderos conservadores no seguimos a hombres sino ideas, según los principios de nuestra causa”.
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“Y el gobierno del presidente XX cómo lo ve en relación con esas prioridades”: En una entrevista del tipo pregunta-respuesta, en un periódico de Bucaramanga, escribían de esta forma uno de los interrogantes. Acusa dos desmanes idiomáticos: 1. En vez del artículo “el” debió escribirse la contracción “al”, puesto que se le preguntaba al entrevistado por su opinión acerca del gobierno ejercido por un presidente. “¿Y al gobierno del presidente XX cómo lo ve…?”. 2. Omitieron los signos de interrogación que, para estos casos, son insustituibles. Corrección: “¿Y al gobierno del presidente XX cómo lo ve, en relación con esas prioridades?”.
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“Llevaba la camisa de su novia colocada”: ¿Quién será esa mujer colocada? O ¿en dónde estaría “colocada” la novia? Eso es lo que sugiere esta expresión. Pero el texto decía más adelante otros detalles, que indicaban otro asunto: un hombre se había puesto la camisa de su novia. Para que hubiese sintaxis en la oración debió escribirse así: “Llevaba puesta (no colocada) la camisa de su novia”. Ese es el derecho. ¡De la camisa y de la oración!
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“Son exactamente más de diez mil usuarios”: Lo que hace el hablar por hablar, o escribir por escribir; esto es, sin meterle testa a la construcción gramatical de lo que se quiere decir. Si son más de diez mil usuarios, entonces no es tan exacta la cifra. Porque excede esa cantidad. Cabría el adverbio “exactamente” si la cifra fuese, por ejemplo, 10.650. Pero como hay un sobrante, que no se determina de momento, ese adverbio sobra. La expresión precisa es: “Son más de diez mil usuarios”.
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1. «Era su primera visita y nos expresó que estaba admirado porque el país es otro distinto frente a la imagen que antes asustaba su mente”: En el primer párrafo del discurso del señor Uribe, ante el Congreso de la República el 20 de julio de 2010, se coló esta redundancia. Hablaba de un extranjero que expresaba admiración porque Colombia no le parecía lo que de él le habían dicho. Es otro país, claro. O es distinto. Pero quien le escribió el discurso al mandatario incluyó esos dos vocablos, que significan lo mismo. Luego redundó. La alusión presidencial hubiese sido precisa y exenta de error, así: “…porque el país es distinto frente a la imagen que antes asustaba su mente”.
2. «Vía al llano empieza a circular”: Así tituló una de sus noticias un espacio informativo de la televisión colombiana, en relación con la reapertura del tránsito de vehículos sobre la carretera Bogotá-Villavicencio, que había quedado bloqueada por un enorme derrumbe. Dos errores –supinos, además- contiene esta oración tan breve: uno, no fue la vía la que circuló nuevamente; las carreteras no circulan nunca. Fueron los carros que por ella se desplazan los que pudieron hacer tránsito, otra vez, después del desbloqueo. Dos, el “llano” -escrito así, como despectivamente- no es un lugar geográfico definido, como debe serlo para el caso de la capital del Meta. Los Llanos sí son una región colombiana ampliamente conocida. La enmienda: “Vía a los Llanos fue rehabilitada”; o “Vehículos circularon nuevamente con rumbo a los Llanos orientales”.
3. «Un niño menor de edad…»: Las personas desdeñosas de la importancia del idioma no cesan de incurrir en este error. Todos los días se usan expresiones como esta, en muchos medios periodísticos; los redactores judiciales, para ser más exactos, son sus autores. Hablan de los niños como «menores de edad», lo cual es apenas una obviedad. Mientras no se llegue a los 18 años de vida siempre se tendrá la condición de «menor de edad». Como no existen -ni existirán- «niños mayores de edad» es erróneo (por redundante) emplear la expresión citada. La oración cambia sustancialmente si, por ejemplo, se habla de «un niño, de 6 años» (con coma después del sustantivo «niño»). Porque los hay de muy variadas edades, hasta los 14 años, cuando comienza la pubertad (primera fase de la adolescencia). También es válido: «Un menor», sólo hasta ahí. Porque agregarle «de edad» es hacer que la cabra tire para el monte. Se volvería a caer en redundancia. ¿De qué más son los años que uno cuenta?
4. «En mi vida no me había sentido tan feliz»: Otra metedura de pata de los publicistas. En esta expresión, usada en un mensaje comercial para radio quien lo protagoniza cae en el absurdo. Porque uno se siente feliz (cuando así se siente) en su propia vida, no en la de los demás. (O también disfrutando la vida con los demás, que es otra variable). Y, además, es obvio que uno, si se siente feliz es porque está vivo. ¡Después de muerto nadie puede disfrutar de tal estado de ánimo! Opciones para ese mensaje radial: «Nunca me había sentido tan feliz», «Jamás me había sentido tan feliz», «Estoy muy feliz», «Nunca había estado tan feliz», entre otras posibles.
5. «Dos de las víctimas eran dos muchachas jóvenes«: Con esta expresión una conocida presentadora de un canal privado de televisión en Colombia informaba, desde Cali, sobre un atentado terrorista que dejaba varias víctimas. Pero incurrió en un error de redundancia, al utilizar el giro lingüístico «muchachas jóvenes». Es obvio que al referirnos a muchachas aludimos a personas, de sexo femenino, de poca edad. Y si hablamos de jóvenes, lo mismo; es decir, nos referimos a muchachas, a personas de poca edad. Pero, además, repitió el número de víctimas. Luego doble redundancia. La azarada comunicadora pudo haber dicho: «Dos de las víctimas eran jóvenes…»; o «Entre las víctimas figuran dos muchachas…», entre otras opciones.
6. «El saldo fue de 28 víctimas, o mejor, de 24 heridos y 4 víctimas mortales«: Otra muchacha de la pantalla chica fue la autora de esta expresión, con la que corrigió lo que ya había dicho de manera correcta. Es decir, desbarató lo que estaba bien. La oración «el saldo fue de 28 víctimas» era correcta, pues en el número incluía a las personas heridas en la tragedia que describía la periodista. Porque heridos y muertos, unos y otros juntos, ¡son víctimas! Los primeros de lesiones físicas; los segundos, de la muerte. En cambio, con el «remiendo» que introdujo («O mejor, de 24 heridos y 4 víctimas mortales») se ‘parrandeó’ el asunto, y terminó diciendo lo que la inmensa mayoría cree: que víctimas son exclusivamente quienes pierden la vida de manera cruenta. No. Las autoridades lingüísticas aprueban que se hable de víctimas cuando aludimos a heridos y a muertos. Lo que hay que hacer es advertir quiénes son qué. ¿Muertos, heridos?
7.- «El vehículo arroyó al ciudadano cuando atravesaba la vía«: Dos fallas tiene esta oración. La primera es referente a lo que los académicos llaman «yeísmo». Es la pronunciación y escritura de la elle (ll) como ye (y). Dicen o escriben: Poyo, en vez de pollo; gayina, en lugar de gallina. La oración de la noticia citada incluyó ese fenómeno: «…arroyó al ciudadano…», cuando lo preciso era «arrolló», del verbo arrollar. (Atropellar un vehículo a una persona, animal o cosa). El segundo error consiste en que la construcción gramatical no permite saber si quien atravesaba la vía era el automotor o el peatón arrollado. ¿Cuando atravesaba la vía quién?, podemos preguntar. Para aclarar, entonces: «El vehículo arrolló al ciudadano cuando éste atravesaba la vía», si fuera del caso que así sucedió el hecho. O, «el vehículo arrolló al ciudadano, cuando se desplazaba a alta velocidad por la vía», si la referencia es al carro. El complemento «cuando se desplazaba a alta velocidad» (después de coma) nos indica que era el carro el que así transitaba, no el peatón.
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1. «Permítanos iniciar nuestra alianza; la que estamos seguros va hacer muy fructífera económicamente para las partes»: Un periodista y abogado envió por correo electrónico un mensaje comercial para ofrecer sus servicios. Incluyó un error de puntuación y un tremendo descalabro lingüístico. Veamos: en alianza no debió escribir punto y coma sino coma. Y después vino la debacle porque escribió: “Estamos seguros va hacer…”, cuando debió escribir: “Estamos seguros de que va a ser…”. Aconsejable que el periodista-abogado haga también una firme alianza con la gramática española.
2. “El príncipe de España cumple 40 años, está casado con dos hijos…”: Descripción que hiciera una periodista en televisión sobre el príncipe Felipe. Pero por la falta de coherencia y sentido común –que, dicen, es el más abundante, pero no se aplica- la comunicadora metió la pata al decir que “está casado con dos hijos”. De tal suerte, lo puso como un hombre depravado que lleva una vida marital con su progenie. ¡Bárbara descachada! En verdad lo que debió decir fue: “…cumple 40 años, está casado con Letizia Ortiz Rocasolano y tiene dos hijos” (O es padre de dos hijos). ¡Es abismalmente diferente!
3. “…a propósito de la audiencia pública que se llevará mañana”: Oraciones amputadas como esta suelen usarse con mucha frecuencia. Aquí da la sensación de que la anunciada audiencia fuera a ser trasladada (llevada) a otra ciudad, pero no se dice a dónde. En verdad no había ningún traslado, lo que quiso decir quien pronunció esta expresión en una emisora de radio fue que una audiencia se iba a llevar a cabo al día siguiente; es decir, se iba a producir, a realizar, a efectuar. Debió, entonces, decir: “…a propósito de la audiencia pública que se llevará a cabo (o se realizará) mañana”. Harían falta también audiencias públicas para juzgar a quienes hablan mal.
4. “Durante más de dos horas y media duró la reunión”: Aquí sobró la preposición “durante”, o pudo usarse otro giro lingüístico. Pero no este porque con él se dice una incoherencia. “Más de dos horas y media duró la reunión”, es una opción. “Durante dos horas y media deliberó la reunión”, es otra. Se nota que el autor de la oración no conoce las preposiciones ni su adecuado uso.
5. “Hay un represamiento de carros en el sector…; se le recomienda a los vehículos que no circulen por esa zona”: Muy bueno que, en lugar del poco ortodoxo vocablo “trancón” (que pareciera derivar de una tranca enorme, aunque ya tiene aprobación de la RAE) se use represamiento (o congestión, o embotellamiento). En cambio, muy malo que en la oración complementaria se diga que la sana recomendación es para los vehículos. Debió ser para sus conductores, pero usando el dativo de tercera persona del pronombre “le” en plural, como corresponde. “…se les recomienda a los conductores de vehículos que no circulen por esa zona”. Y a quienes hablan y escriben mal se les recomienda aprender gramática elemental española.
6. “…son investigados por la muerte de una niña, que murió por falta de atención medica”: Es claro que puede deducirse lo que quisieron decir en esta oración. Pero no por ello hay que admitir que se omitan deportivamente las tildes, como sucedió con la que requería el término “médica” (palabra esdrújula). Distinto sería si se dice de alguien que aplica un procedimiento médico: “El doctor fulano medica muy bien a sus pacientes”. Es decir, administra procedimiento médico a sus pacientes. Pero en el caso de la niña ella requería atención médica, con tilde. Además, esta nota tiene una falla: repite la referencia a la muerte (Muerte de una niña, que murió…) En cambio, pudo escribirse: “…por la muerte de una niña, ocurrida por falta de atención médica”.
7. “El cuerpo de Wilber Varela y de otro hombre que le acompañaba, será enviado a…”: ¡Qué fenómeno más curioso! Hasta ahora se sabía de personas que tienen dos sexos. Se les llama hermafroditas. Pero no sabíamos nada sobre que un solo cuerpo sirviera simultáneamente para dos personas. Así se colige de la oración gramatical en cita. “El cuerpo de Wilber (…) y de otro hombre…”, y para colmo se remacha el error con los verbos “será” y “enviado” en singular, lo cual reafirma que un único cuerpo era del narcotraficante y de otro individuo. Opciones para la expresión: “El cuerpo de Wilber Varela y el de otro hombre que le acompañaba serán enviados a…”; Los cuerpos de Wilber Varela y de otro hombre que le acompañaba serán enviados …”.
8. “El cadáver fue encontrado baliado…”: Tras de cotudos, con paperas. Además de muerto, mal descrita la forma como le quitaron la vida. “Baliado” no es el término correcto. El participio de “balear”, verbo castizo para decir que se disparan balas sobre alguien, o se tirotea a alguien, es “baleado”. Pero, además, hubo cacofonía en la expresión puesto que chocan dos participios, uno detrás del otro: encontrado y baleado. Esas dos terminaciones (ado) hacen malsonancia.
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Periodista – Corrector de gramática y estilo
“La crisis se agudizó al interior del Partido Liberal”: Es impropio el giro “al interior de”, que muchos periodistas usan regularmente en sus noticias. Como sustantivo el vocablo “interior” significa que hace parte de dentro. Por eso no es aconsejable emplear ese malsonante giro (al interior de) cuando la idea de movimiento o dirección está ausente (Como en el ejemplo citado aquí). En cambio ese giro es adecuado si expresa la idea de dirección. (“Los jóvenes fueron obligados a dirigirse al interior de la oficina”; “Él miraba al interior de su aposento”). Conclusión: también la crisis sigue haciendo estragos entre los periodistas y similares.
“El escritor ha publicado otro libro. Se trata de un refrito de trabajos anteriores”: La Fundación del Español Urgente –FUNDEU- advierte que la expresión “se trata de” no debe llevar sujeto cuando se utiliza en lugar de la forma verbal “es”. Y añade que “para referirse a algo ya mencionado, en español se emplea con frecuencia la locución ‘se trata de’ con el sentido de es”. Esa expresión está bien empleada sólo cuando se usa como impersonal y en tercera persona del singular. Por lo tanto, son incorrectas las construcciones en las que se le adjudica un sujeto, como “El libro se trata de una novela”. O aquellas otras en las que se emplea el verbo en plural porque su complemento va en plural, como en “Se trataba de partidos de Segunda División”. Como el giro tiene carácter impersonal debe decirse: “El escritor ha publicado otro libro. Es un refrito de trabajos anteriores”.
“Proxeneta tras las rajas”: ¡Tamaña metedura de pata! Por un lado, una vocal (la a) sustituyó a otra (la e) y le dio rumbo erótico-vulgar a la oración gramatical del ejemplo (En realidad se quiso decir: “Proxeneta tras las rejas”, es decir, preso). Y, por otro lado, no pudo haber sido más coincidente la turbación mecanográfica del autor de la sentencia noticiosa, con la actividad de la persona que había sido privada de su libertad por las autoridades de Policía, por andar promoviendo la prostitución entre mujeres (Estuve tentado a escribir “entre las rajas”). De tal modo que parecería que el subconsciente del redactor se encaminó hacia la senda morbosa; por eso asoció proxeneta con “rajas” en lugar de con rejas. Porque en términos vulgares al órgano sexual femenino se le dice así: “raja”. ¡Guau!
“Director, Fulano y Mengano”: Así dice la presentación de un conocido noticiero radial, en Colombia. Ofrece un problema: no hay concordancia entre el adjetivo (Director) que es de número singular y los sustantivos propios Fulano y Mengano, que forman un plural. Lo más relevante es que el director nacional de ese noticiero es un virtuoso periodista, escritor y miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. Este error, sumado a los múltiples que los periodistas por él dirigidos cometen a diario, indica que allí se descuida la elemental tarea de usar apropiadamente el idioma. Aquella presentación para los informativos debería decir: “Directores, Fulano y Mengano”.
“Buenos días, don Juan. ¿Cómo le amaneció?”: Saludo seguido de una pregunta de doble filo, de una vendedora de chance. Cuando escuché tal interrogación miré a don Juan y quedé a la expectativa de la respuesta que pudiera dar. “Bien”, dijo. Entonces supe que él no había caído en la cuenta del doblez de la pregunta. Porque hubiese podido responder, por ejemplo: “Me amaneció bien y dispuesto, gracias a Dios”. Porque ese dativo de tercera persona (Le) –que no debió usar la vendedora de fortuna- viene a constituir, además de error idiomático, una ocasión para que el pensamiento se extravíe hacia senderos sexuales. Lo correcto, entonces, es decir: “Buenos días…¡Cómo amaneció?”.
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Por Jairo Cala Otero / Periodista – Corrector de gramática y estilo
1.- “Preveer”: Forma extendida que se da en muchos medios de comunicación al verbo “prever”, en una clara confusión con otro verbo: “proveer”.
El primero está formado por un prefijo (pre) y el infinitivo ver –prever-, que significa ver con anticipación; adelantarse a avizorar una situación determinada. No tiene que ser una vista física de algo o alguien. Funciona también en sentido figurado.
Ejemplos:
-El Gobierno prevé (con tilde) que la crisis económica reducirá el empleo”.
-Las autoridades previeron las consecuencias de la excesiva libertad.
-El comercio organizado prevé buenas ventas en la próxima temporada de Navidad.
No son, por tanto, correctas las siguientes expresiones:
-El Gobierno prevee que la crisis económica reducirá el empleo.
-Según se prevee todo saldrá bien.
-El candidato prevee lo que se aproxima.
Este error se extiende a todos los tiempos y formas del verbo prever: prevee, preveemos, preveímos, preveerán, etc. en lugar de: prevé, prevemos, previmos, prevén. Resumiendo: prever debe conjugarse como ver, no como proveer, que significa suministrar algo a alguien.
2.- “Sisbenizar”: Muchos periodistas y servidores públicos usan este vocablo como verbo, a partir del sustantivo SISBEN (con mayúsculas sostenidas porque es una sigla). Es incorrecto, por inexistente. No todos los vocablos que terminan en los sufijos ar, er, ir, han de considerarse verbos; sólo lo son aquellos que implican una acción definida y que sirven de soporte al sujeto de la oración.
SISBEN, como se sabe, es un sistema del Gobierno para brindar asistencia en seguridad social a las clases más desfavorecidas del país. No tiene conjugación. Por tanto, es impreciso decir: “Las familias serán ‘sisbenizadas’ el sábado venidero”; “Tres mil doscientas personas fueron ‘sisbenizadas’ por la alcaldía”; “Los campesinos de la vereda Espantan Perros se ‘sisbenizaron’ ayer”. Para significar tales acciones es preciso decir: “Las familias fueron vinculadas al SISBEN el sábado”; “Tres mil doscientas personas gozan del SISBEN de la alcaldía”; Los campesinos de la vereda Espanta Perros tienen SISBEN desde ayer”. Para eso hay diversidad de giros lingüísticos en nuestro idioma.
3.- “Incautar”: Para llegar al fondo de este verbo es preciso saber su definición: “Dicho de una autoridad judicial o administrativa: Privar a alguien de alguno de sus bienes como consecuencia de la relación de estos con un delito, falta o infracción administrativa. Cuando hay condena firme se sustituye por la pena accesoria de comiso”. La segunda acepción, dice: “Apoderarse arbitrariamente de algo”. Ejemplo: Se incautaron DE mi maletín.
Su conjugación va acompañada de pronombres como me, se, te, nos, porque es un verbo pronominal (El que se construye en todas sus formas con un pronombre átono que concuerda con el sujeto y que no desempeña ninguna función sintáctica oracional). Así, se dirá: Me incauté de esos libros; Nos incautamos de 32 toneladas de cocaína; Se incautaron de tres carros que habían sido robados.
Una periodista decía: “A mí no me gusta esa expresión”. No se trata de si a uno le gusta o no. Así no funcionan los idiomas. Se trata de que así lo indique la norma lingüística. Y esa es la funcionalidad del verbo incautar.
Es incorrecto, por tanto, escribir y decir: “La Policía Nacional incautó un arsenal”. Lo correcto es: La Policía Nacional SE incautó de un arsenal.
4.- “Recrudecer”: Este vocablo también lo emplean en demasía los periodistas cuando hay noticias relacionadas con el invierno, o temporada de lluvias. Casi en todas ellas dicen que “el invierno se ha recrudecido”; o “El invierno empezó a recrudecer”. Pero el error está en que lo emplean cuando la temporada de lluvias apenas está comenzando. Y resulta que recrudecer significa que una situación determinada (especialmente las enfermedades) toman nuevamente gravedad cuando estaban amainando.
En los casos en que citan el verbo recrudecer –con todas sus variantes posibles- mal puede haber “recrudecimiento” si las lluvias apenas llevan unas cuantas horas y no han mermado.
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Por: Jairo Cala Otero / Periodista – Corrector de estilo y gramática
En mi desempeño profesional para algunos periódicos hago el papel que cumplen los arqueros en un partido de fútbol: atrapar los balones para evitar goles. Yo atrapo fallas de semántica, ortografía, sintaxis, concordancias; falta de tildes, redundancias… Así evito que aparezcan barbarismos lingüísticos, con los que se desluce el trabajo que ha de ser presentado a los lectores.
Eventualmente –como les ocurre también a los porteros de fútbol- se cuelan algunas “bolas idiomáticas”. Ocurre cuando algún material se desvía de ruta, se mete en el sistema y se manda a talleres sin que primero haya pasado por mis manos, mis ojos y mi mente. Pero eso es parte de los gajes de este oficio.
No lo es, en cambio, el uso repetitivo de términos erróneos. Eso suele pasar con frecuencia con uno que otro articulista de los periódicos.
Hoy les presento algunos de ellos, con sus respectivas enmiendas:
1.- Arriar: Este verbo confunde a muchos. No es lo mismo que arrear, como se cree. Arriar es, en el mundo marítimo, bajar las velas o las banderas del barco; también significa aflojar o soltar un cabo, una cadena u otro objeto. En cambio arrear tiene 5 acepciones (significados o usos): 1. estimular a las bestias para que echen a andar, o para que sigan caminando, o para que aviven el paso. 2. Dar prisa, estimular. 3. Ir, caminar de prisa. 4. Llevarse de manera violenta algo, o, a veces, hurtarlo o robarlo. (“Arrearon con todo lo que había en su casa”). 5. Ejercer el oficio de arriero.
No es correcto entonces decir el conocido aforismo: “Es mejor atajar que arriar”. Aquí debe usarse el otro verbo: “Es mejor atajar que arrear”.
¡Arre, mula hijuemadre!
2.- Chatarrizar: Los necios siguen haciendo uso de este “verbo”, para decir que algunos vehículos viejos van a ser convertidos en chatarra. Se equivocan porque esa no es la palabra correcta para designar tal suceso. Es más, ni siquiera existe en nuestro idioma. El vocablo aprobado por los lingüistas y usado en tal sentido es chatarrear. Ejemplos: “El Ministro de Transporte anunció que 10 mil camiones viejos serán chatarreados”; “Aquellos carros serán sometidos a chatarreación”; “El año entrante chatarrearé mi carro, ya está muy viejito”. Si se sigue usando “chatarrizar” es probable que se termine por chatarrear al castellano. ¡Un peligro para la comunicación!
3.- Conllevar: Muchísima gente está convencida de que este verbo significa conducir a algo, tener una consecuencia. Sin ser “ave de mal agüero” debo defraudar a esa gente. No hay tal. Lo que quiere decir es lo siguiente (tiene 5 acepciones): 1. Sufrir, soportar las impertinencias o el genio de alguien. 2. Sufrir otra cosa adversa y penosa. 3. Implicar, suponer, acarrear. 4. Contener, comprender, abarcar. 5. Ayudar a alguien a llevar los trabajos.
Así que es incorrecto usarlo para decir, por ejemplo: “Esa situación conlleva a que el peligro sea mayor”; “El proyecto conlleva al desarrollo del barrio”; “El mal uso de las vías conlleva a que haya accidentes”, entre otras posibles oraciones. En cambio es correcto: “Conllevó esa pesadumbre por muchos años”; “Al lado de sus hijos, la mujer conlleva la carga de los malos tratos de su esposo”; “Debe de ser triste conllevar ese dolor”.
4.-Vargaz: Uno de los articulistas del periódico para el que trabajo escribía el apellido del Alcalde de Bucaramanga (Vargas), con zeta (z). No una vez, pues podría haber sido un desliz de mecanografía, simplemente, ¡sino diez o veinte, o más veces en un mes! Era claro, por la reiteración del error, que aquel escribidor estaba convencido de que Vargas se escribe con zeta final. Pareciera increíble, pero como este hay cientos de errores incrustados en las mentes de muchos comunicadores colombianos. Y parece una tontería, pero no lo es a la hora de confrontar el asunto con el lenguaje culto. Hay que insistir: los diccionarios no son útiles cuando permanecen cerrados. Nadie aprenderá ortografía mientras no tenga voluntad para estudiarla.
5.-Comparendos: Siempre que alguien se refiere a las sanciones que imponen las autoridades contra conductores que infringen las normas de tránsito lo hace utilizando este término: comparendo. La palabreja pareciera provenir de “comparecencia” (acudir a algún sitio), pero no es así. No tiene raíz alguna porque no existe en castellano. Es una palabra sin «bautismo», sin «registro civil», sin reconocimiento paterno por parte de la Real Academia Española. ¡Es espuria!
¿Cómo debe decirse entonces en esos casos? Sencillamente: sanciones, multas, castigos económicos, penas pecuniarias.
¡Hasta una próxima ocasión!
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