Si el presidente de los Venezolanos utilizara todo su poderío económico y su locuaz manera de expresarse al servicio de mejorar los niveles de vida de su país, reduciendo la pobreza y las desigualdades sociales, de seguro con reservas de petróleo garantizadas en los próximos 300 años, la República Bolivariana de Venezuela podría llegar a ser una potencia del continente con una economía sólida y un bienestar para sus habitantes envidiables.
Pero este gobernante que despierta toda clase de pasiones, en su afán por perpetuarse en el poder, ha ido perdiendo la brújula y sus agarrones y peleas en verdad pueden constituirse en una verdadera amenaza para la estabilización democrática del continente americano.
Lástima que chávez por su desenfrenado expansionismo bolivariano no se haya dedicado a tarea de convertir a Venezuela en un país progresista y de alto desarrollo urbanos, rural y productivo. Quienes tratan de acercarse a descifrar la vida y obra de este líder latinoamericano sin sentir un odio-terror ni una pasión absoluta, terminan reconociéndole que es todo un personaje enigmático y seductor por su espontaneidad y liderazgo .
Hace poco su biógrafo más cercano el venezolano Alberto Barrera Tyszka, confesó a los medios de comunicación que “Escribir una biografía sobre una persona viva es muy difícil, y sobre todo porque Chávez, mediático, enorme, omnipresente, también es vulnerable y puede terminar mañana desaparecido, ablandado por la historia.”
El escritor aseguró que a Chávez, quien posa una veces de populista y otras de estadista pragmático “le voy a contestar con una frase que en México se le atribuye a Echavarría y en Venezuela a Carlos Andrés Pérez: «ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario».
Pero hay una frase de Sarney, el presidente brasileño, que a mí me parece muy dura pero muy contundente. Cuando le pidieron que lo comparara con Fidel Castro, dijo, refiriéndose a Chávez: «le falta biografía, y le sobra petróleo». Chávez está urgido de una épica que no tiene: no tumbó a un dictador. Tiene una temperatura verbal muy alta. Hoy insulta a Bush, mañana a Alan García, pasado mañana a Álvaro Uribe. Y lo peor que le puede pasar es que no le contesten. Anda desesperado buscando enemigos importantes, porque de otra manera no es peligroso, ni subversivo, ni revolucionario.
De lo que sí podemos estar seguros los latinoamericanos es que va a haber Chávez Frías para rato, su apego al poder y su maniobras electorales lo pueden perpetuar por un largo periodo en el que Venezuela pudiera experimentar un mayor progreso y desarrollo socio-económico si su Presidente utilizara su cabeza para invertir todos los petrodólares en mejorar las condiciones de vida de sus gentes.
Todo el mundo reconoce que Chávez es un hombre de una gran sensibilidad social, pero al mismo tiempo es un gran egocéntrico. Ha puesto la pobreza en el centro de la agenda, pero ha politizado a la miseria y a los pobres. Ahí tiene un protagonismo y un poder y por desgracia alrededor de eso, ha construido un régimen cada vez más personalista. Le fascina ese culto a su personalidad que le cultivan.
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