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Los Puentes

El lunes 4 febrero, 2008 a las 4:06 pm

Por Jairo Castaño Moreno

“Sólo somos efímeras sombras proyectadas sobre los paisajes eternos” – M. Yourcenar

Un día, mientras construía la Catedral de la Sagrada Familia, en Barcelona, le preguntaron al famoso arquitecto Antonio Gaudí ¿qué es un puente? Y ensayó esta respuesta: es lo que nos da un paso de mas a la cama de la amada o a la guarida de nuestro enemigo.

Tal vez no sea la mejor respuesta técnica, pero sí ha sido la más bonita.

El problema de vadear los ríos, abismos y obstáculos naturales fue superado por la necesidad y algún listo prehistórico tendió palos y piedras que amalgamó con barro y dio ese paso sin mas tropiezos que lo llevó al futuro.

La utilidad de este práctico invento resiste cualquier análisis, apoyándonos inclusive en Dios: cuando preocupado por la cercanía de las tropas de Ramsés, en el Éxodo, ordena a Moisés tender su manto sobre un puerto del Mar Rojo, inmediatamente son separadas las aguas y queda a la vista el puente más rápido jamás construido en esta tierra.

Es posible que la importancia de estas estructuras provenga por las connotaciones históricas que en sucesión de milenios han acontecido. Por ello, los estados se ufanan y compiten por tener el puente más largo, ancho, costoso, elegante, bonito o algo inusual que lo haga diferente a los demás.

Estas armazones, además de servir para transitar hombres y bestias, comida o municiones, tropas o cultura, los han utilizado en el mundo para eternizar el nombre de políticos, que en ejercicio de sus funciones –entre éstas construir puentes, pontones y alcantarillas- lograron los recursos para que los construyeran. Así conocemos los puentes G. Washington, Ch. De Gaulle, S. Bolívar, Nikita, Misael Pastrana y Víctor José Gómez Mosquera, entre cientos de miles de puentes regados por todo el orbe.

Los “bautizos” de que son objeto estas armazones no es que sean malos, sino que el populacho es jodido en todas partes; así la nomenclatura oficial decrete un nombre, el pueblo, los patos, o no sé quién, le acuñan otro y así funciona la cosa.

Veamos: el puente San Francisco en U.S.A. se conoce como el “Puente de los Muertos”; el César Borgia, en Venecia, es recordado por propios y turistas como el “Puente de los Suspiros”; el viaducto que une a Pereira con Desquebradas es el “Puente de los Despechados”, por la cantidad de suicidas que se lanzan con sus penas al vacío. En Cali nadie sabe dónde queda el Puente 7 de Agosto, pero lo llevan derechito si dice que va para el “Puente de los Mil Días”.

Aquí, esta parroquia no es ajena a la dinámica folclórica que asiste a los pueblos. Los mandatarios han ordenado la construcción de puentes, siguiendo la eterna razón del Neardenthal, Moisés, Gengis Kan, Carlos V o César Gaviria. Pero sucedió un caso curioso: el ex alcalde Víctor Claros sintió la urgencia de un puente elevado sobre la Panamericana y así fue. Por esas cosas de la política, los políticos no lo inauguraron y la gente, que no se pierde nada, saz! Le chantó nombre: “Puente Víctor Claros”.

Así, antes y después, han construido los pasos facilitadores de las cosas, como dijo Gaudi, y los puentes están ahí; yo mismo no se su nombre oficial, ni nadie da razón de ello, no importa, porque si sabemos que el puente que une al barrio Morales Duque con El Porvenir es el “Puente de los Soldados”, el puente situado en la calle 7 entre carreras 7 y 8 se conoce como el “Puente de los Ricos También Lloran”. Los peatonales de Cazumbo y el de más arriba son el “Puente de los Atracadores” y el “Puente de los Violadores”, respectivamente.

Otro conocido por esta generación es el que acerca al barrio El Arroyo con Belén, denominado como “Puente de los Chirretes”, debido a su especial ubicación, propicio para el romance y soplar marihuana. Existe otro peatonal, construido hace ya como treinta y tantos años con los obreros del Municipio al mando del maestro Rogelio Galarza: fue una réplica, en miniatura, que hizo el alcalde Víctor José Gómez Mosquera del monumento emblemático de Popayán conocido como el “Puente del Humilladero”. Este, como todos sabemos, tampoco escapa al fluido humor de la comunidad y los muchachos lo llaman “Puente’e Piedra” o como me dijeron en estos días unos pelaos que estaban allí parados, junto a la placa que lo identifica con el nombre del aludido alcalde, cuando les pregunté por el nombre de dicho puente y respondieron: “sabe, viejo Jairo, éste es el “Puente de las Hembritas”: por aquí pasan todas las rechimbas de Santander”. Como puede ver, ingeniero Gómez, lo más importante es que no se perdió el trabajo.

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