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LOS POLÍTICOS DE SIEMPRE
Aunque suene, o mejor, se lea raro, a quienes nos gusta verter por escrito nuestras percepciones, puntos de vista, deseos o desconfianzas, en muchas ocasiones, no nos gusta constatar el hecho de haber tenido la razón en nuestro ejercicio de opinión.
En otros espacios diferentes a éste expresé mi desconfianza sobre la cruzada que emprendieron los líderes y lideresas de la Consulta Anti-Corrupción, y no por que no confiara en la probidad, la capacidad y el liderazgo de estas personas, sino porque no confiaba en el talante de muchos de los congresistas y sí, sobremanera, en la pereza, la desconfianza y la apatía de esa inmensa mayoría que se desgañita a diario señalando y vociferando en contra de tal o cual corrupto de patio propio o del ajeno.
El supra escrito afirmaba en esos días previos a las elecciones de Congreso, que no creía mucho en el ejercicio, casi de doble moral, de esa masa desinformada y ávida de venganza, que se aglomeraba para firmar la petición para convocar a la dichosa Consulta Popular. Tal desconfianza, catalogada por varios contertulios como incorrectamente política, se basaba en esos días y aún hoy, en menor cuantía, en la impertérrita costumbre del electorado colombiano, de dejarse llevar por la furia instantánea del discurso veintejuliero, para luego pasar al sempiterno acomodamiento gregario al que se ha acostumbrado por casi doscientos años.
El Tiempo, no el del Grupo Aval, terminó dándonos la razón a quienes asumimos una posición de sano pesimismo sobre la famosa Consulta. Instantes después de que el momentáneo guerrero anti-corrupción plasmara su autógrafo en los formularios de la Consulta, salía presto a adocenarse en las sedes o mítines de los políticos de siempre, a quienes segundos antes juró combatir. Y no contentos con esta jugada a dos bandas, los nuevos cruzados de la decencia depositaron su voto por los mismos que un tiempito luego le darían la estocada final al intento de pretender la erradicación del cáncer de la corrupción en la tierra del sagrado corazón de Jesús.
Sí, se contestará, que fueron casi doce millones de votos los que se alcanzaron en la Consulta Popular Anti-Corrupción y que el noble casi-presidente, don Duque, prometió que como fuera él iba impulsar lo planteado por esa inmensa mayoría y que su patrón don Uribe iba a mandar a su bancada a apoyarlo, pero los hechos recientes nuevamente demostraron que a esos congresistas a quienes eligieron los héroes anticorrupción, les importa un bledo lo que dijeron los doce millones, de hecho, ante la abrumadora votación que sacó la propuesta de la decencia, decidieron estos nobles, pero levemente corruptos congresistas, que lo mejor era dedicarse a impulsar un proyectico de ley que atajara la intentona de arrebatarles los cargos en las regiones.
Pero, colombiano como soy, aún guardo un tris, pequeño, ínfimo, atisbo de esperanza democrática, insisto en creer en esas primeras 8.028.033 y los últimos doce millones de intenciones de cambio. Ojalá y la arraigada costumbre, también colombiana, de dejarse desinformar, de volverse gregario del acomodo y seguidor de la intolerancia y el odio, ceda ante las cuatro veces demostrada voluntad de sacar de una vez por todas de los cargos de elección a esos patrocinadores de la corrupción, que por ahí andan pavoneándose en cuanto escenario decente haya, con tal de agarrar a uno que otro desprevenido, que aún cree en los políticos de siempre, para que vote por su candidato de siempre.
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Otras publicaciones de este autor: https://www.proclamadelcauca.com/tema/noticias-proclama-del-cauca/opinion/omar-orlando-tovar-troches/
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