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Con este pronunciamiento los dirigentes del grupo radical Hamás, que gobierna el territorio palestino de la Franja de Gaza, recibieron la tormentosa invasión militar que en los últimos días Israel emprendiera en este reducido pedazo de tierra totalmente aislado, después de rotundos bombardeos por tierra, mar y aire.
Israel ataca brutalmente, esgrimiendo la protección de sus propios ciudadanos ya que desde territorio palestino se habían renovado las agresiones a través de cohetes hechizos, arma principal de los milicianos de Hamás (claro está, aparte de las rocas y maderos que pueden ser utilizados con mucha fuerza por el macizo brazo de un joven palestino en contra de un tanque israelí de 100 toneladas).
El problema es que el intento de alcanzar mayor seguridad que impulsa el gobierno de Israel para sus ciudadanos, a través de una escalada militar contra los dirigentes de Hamás, está desgarrando la vida de centenares de personas entre los que se cuentan niños y ciudadanos inocentes, lo que en últimas termina incendiando la ira de todo el mundo árabe, que motiva a los extremistas palestinos para que venguen la agresión contra su pueblo.
La empresa militar de Israel que deja una estela de sangre en tierra bíblica, hasta el momento de 680 personas muertas y más de 3000 heridos, no era necesaria para demostrar la superioridad de su capacidad militar apadrinada incesablemente por los estadounidenses.
Así es que la embestida judía denominada belicosamente “Plomo Fundido” ha encerrado los excesos y violaciones similares al holocausto que el pueblo de la estrella de David sufrió ante las hordas de Hitler en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial.
Atrapados, sin agua, comida ni servicios básicos para la supervivencia. En un pequeño terreno polvoriento que posee 11 km de frontera con Egipto “Cerrada”, 51 km de frontera con Israel “Cercada” con cañones y tanques y 40 km de costa en el Mediterráneo controlado por la flota judía, un millón y medio de hombres, mujeres y niños palestinos esperan como parias y sin ninguna salida el fuego que descarga incesantemente las tropas israelíes.
Muestra de la barbarie es el ataque que tres escuelas de la ONU que servían como refugio, fueron reducidas a polvo después de un ataque aéreo, en el recinto se encontraban varios niños que perdieron la vida. Ante esto, los voceros del gobierno de Jerusalén cínicamente acusan a las milicias de Hamás de utilizar a los infantes y mujeres como escudo.
Entre judíos y palestinos la solución del conflicto no se vislumbra cercana ya que el problema de tierras que los enfrenta inmiscuye asuntos religiosos que a la larga impiden una negociación, pues estos se basan en dogmas que por las partes son considerados como únicos e inalterables haciendo imposible cualquier tipo de convenio o tratado, que, por el contrario, en la arena del dialogo y el consenso político sería más ajustable y encontraría una salida que no fuera la imposición de las armas frente al “otro” que ansía mi aniquilación, o sea mi enemigo.
El choque de fuerzas no puede dejar más que infinidad de costos, tanto materiales como humanos, además la venganza de quien esté en una posición menos favorable no se hará esperar. Lo que alargaría más el conflicto.
El problema es que el intento de alcanzar mayor seguridad que impulsa el gobierno de Israel para sus ciudadanos, a través de una escalada militar contra los dirigentes de Hamás, está desgarrando la vida de centenares de personas entre los que se cuentan niños y ciudadanos inocentes, lo que en últimas termina incendiando la ira de todo el mundo árabe, que motiva a los extremistas palestinos para que venguen la agresión contra su pueblo.
La empresa militar de Israel que deja una estela de sangre en tierra bíblica, hasta el momento de 680 personas muertas y más de 3000 heridos, no era necesaria para demostrar la superioridad de su capacidad militar apadrinada incesablemente por los estadounidenses.
Así es que la embestida judía denominada belicosamente “Plomo Fundido” ha encerrado los excesos y violaciones similares al holocausto que el pueblo de la estrella de David sufrió ante las hordas de Hitler en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial.
Atrapados, sin agua, comida ni servicios básicos para la supervivencia. En un pequeño terreno polvoriento que posee 11 km de frontera con Egipto “Cerrada”, 51 km de frontera con Israel “Cercada” con cañones y tanques y 40 km de costa en el Mediterráneo controlado por la flota judía, un millón y medio de hombres, mujeres y niños palestinos esperan como parias y sin ninguna salida el fuego que descarga incesantemente las tropas israelíes.
Muestra de la barbarie es el ataque que tres escuelas de la ONU que servían como refugio, fueron reducidas a polvo después de un ataque aéreo, en el recinto se encontraban varios niños que perdieron la vida. Ante esto, los voceros del gobierno de Jerusalén cínicamente acusan a las milicias de Hamás de utilizar a los infantes y mujeres como escudo.
Entre judíos y palestinos la solución del conflicto no se vislumbra cercana ya que el problema de tierras que los enfrenta inmiscuye asuntos religiosos que a la larga impiden una negociación, pues estos se basan en dogmas que por las partes son considerados como únicos e inalterables haciendo imposible cualquier tipo de convenio o tratado, que, por el contrario, en la arena del dialogo y el consenso político sería más ajustable y encontraría una salida que no fuera la imposición de las armas frente al “otro” que ansía mi aniquilación, o sea mi enemigo.
El choque de fuerzas no puede dejar más que infinidad de costos, tanto materiales como humanos, además la venganza de quien esté en una posición menos favorable no se hará esperar. Lo que alargaría más el conflicto.
banalufe @hotmail.com
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