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Los agricultores están empobreciendo mientras sus cosechas "pasean" innecesariamente y sus "socios" se hacen la fiesta
El lunes 9 enero, 2012 a las 5:35 pm
Polan Lacki
Los productores rurales de América Latina necesitan «abrir los ojos» y adoptar algunas medidas muy concretas para detener, y ojalá empezar a revertir, la creciente cantidad de intermediarios instalados en las cadenas agroalimenticias, algunos necesarios pero otros absolutamente prescindibles. Esta excesiva intermediación es el principal motivo por el cual los agricultores necesitan vender cada vez más bolsas de maíz y de soja/soya para comprar la misma cantidad de raciones balanceadas o de otros insumos industrializados. A modo de ilustración, veamos cuáles son algunos de los «paseos» que ocurren en las mencionadas cadenas y quiénes son los «socios» que están apropiándose de la «tajada» más grande de las riquezas que los agricultores producen en sus fincas:
Primera etapa – un empresario importa o fabrica los insumos para la producción agrícola (fertilizantes, herbicidas, insecticidas etc.); generalmente lo hace en un gran centro industrial muy alejado de los municipios en los cuales dichos insumos serán utilizados por los agricultores;
Segunda etapa – uno de los intermediarios de dicho centro industrial adquiere esos insumos del fabricante, los transporta y se los vende a los comerciantes del municipio en el cual producen los agricultores;
Tercera etapa – esos comerciantes locales se los venden a los productores rurales, quienes utilizan esos insumos para producir, entre otros rubros, los ingredientes con los cuales las industrias fabrican las raciones balanceadas (maíz, sorgo, alfalfa, soya, girasol, algodón, etc.);
Cuarta etapa – otro intermediario de ese municipio rural les compra dichos ingredientes a los agricultores (sin ningún valor agregado), los transporta y se los vende a una gran agroindustria, en muchos casos ubicada a cientos de kilómetros de distancia, que los transforma en raciones y concentrados para la alimentación animal;
Quinta etapa – un nuevo intermediario adquiere del fabricante esas raciones balanceadas, las transporta de vuelta – muchas veces al mismo municipio del cual salieron sus ingredientes – se las vende a los comerciantes del municipio y éstos, a su vez, se las venden a los productores rurales quienes las utilizan para alimentar sus vacas lecheras, sus cerdos y sus aves;
Sexta etapa – esos agricultores producen y luego venden la «leche fresca», los cerdos y las aves vivas a un intermediario, quien los transporta y se los vende, en muchos casos, a una lejana industria frigorífica o láctea;
Séptima etapa – esa industria los transforma en productos elaborados (quesos, yogures, dulce de leche, mantequilla, carnes fraccionadas, chorizos, salchichas, patés, jamones, bacon etc.) y se los vende a los mayoristas de los grandes centros de consumo, quienes a su vez se los revenden a los supermercados y a los minoristas de las periferias urbanas; y éstos, finalmente, se los venden a los consumidores.
Los agricultores producen las riquezas pero… no «cosechan» las ganancias
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Muchos productores rurales no se dan cuenta de que en la mayoría de esas etapas ocurre un largo «paseo», ya sea de los insumos que adquieren y/o de las cosechas y animales vivos que venden. Y que en cada uno de esos paseos, intervienen los siguientes «socios» de los agricultores quienes evidentemente cobran por la ejecución de sus servicios: el intermediario que financia y realiza la transacción comercial, el camionero que transporta los productos, el gobierno que cobra los impuestos, la concesionaria de la carretera que cobra los peajes etc. Asimismo los agricultores no se dan cuenta de que casi todos los gastos generados por esos «paseos» y por las remuneraciones de los mencionados «socios», directa o indirectamente, se deducen de las ganancias que podrían y deberían pertenecer mayormente a los productores rurales; entre otras razones porque son ellos quienes más trabajan, más arriesgan y, especialmente, porque son ellos los verdaderos generadores de esas riquezas.
El objetivo de este artículo es demostrar que los productores rurales no tienen motivos insuperables para seguir aceptando, con pasividad y resignación, esa injusta distorsión. Ellos mismos podrían reducirla y hasta revertirla, por las siguientes razones:
En primer lugar, porque varios de esos gastos automáticamente dejarían de existir si los productores rurales se organizaran en grupos solidarios y ejecutasen ellos mismos (en sus propias fincas y/o comunidades) algunas de las etapas del negocio agrícola que actualmente ejecutan los agroindustriales e intermediarios (en los lejanos centros urbanos o polos industriales). Si lo hicieran, eliminarían, en gran parte, a los «socios» prescindibles y los «paseos» innecesarios, y se apropiarían ellos, y no los intermediarios, de una tajada más justa de las riquezas que producen en sus fincas.
En segundo lugar, porque para alcanzar el objetivo de excluir del circuito económico algunos de los «paseos» y «socios» anteriormente descritos, los agricultores podrían adoptar algunas medidas, sencillas pero muy eficaces, como por ejemplo las siguientes…
…Soluciones inteligentes que cuestan poco pero rinden mucho
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http://www.lavozdesanjusto.com.ar/ |
1) Volverse mucho menos dependientes de los «socios» financieros (bancos y usureros), al reconvertir, diversificar y escalonar la producción para generar ingresos a lo largo del año (y no una o dos veces al año). Ídem al juntarse con sus vecinos para adquirir y utilizar, en forma grupal o asociativa, aquellos equipos de más alto costo, tales como: sembradoras, cosechadoras, secadoras y extrusoras de granos, trituradoras y mezcladoras de los ingredientes de sus propias raciones, etc. Porque la reducida escala de producción de la gran mayoría de los productores rurales, económicamente no justifica que cada uno de ellos se endeude excesivamente apenas para darse al gusto de poseer maquinaria individual para utilizarla exclusivamente en su propia finca. Ese individualismo de los agricultores les es muy conveniente a las grandes empresas que fabrican esa maquinaria y que proporcionan un muy eficaz entrenamiento a sus representantes y vendedores para que sepan convencer a los agricultores a adquirirlas de forma individual. Sin embargo, dicho individualismo es altamente dañino para el bolsillo de los pequeños agricultores porque los conduce a un irracional y excesivo endeudamiento, a pagar intereses innecesarios y a mantener dicha maquinaria en un evidente estado de ociosidad o subutilización.
2) Eliminar, de forma gradual, algunos de los «paseos» que ocurren y a algunos «socios» que actúan antes de la siembra como por ejemplo: los abusivos impuestos gubernamentales que, en muchos casos, los agricultores podrían dejar de pagar (sin cometer ningún acto ilícito), las ganancias de los intermediarios, los fletes, los peajes y en muchos casos las «mordidas» de los fiscales y policías carreteros. Podrían eliminarlos haciendo algo tan elemental y de sentido común como lo siguiente:
a) En vez de venderle los ingredientes de las raciones balanceadas que cosechan en sus fincas, al primer intermediario (soya, maíz, sorgo, alfalfa, girasol, etc.), quien posteriormente los transporta a un lejano centro industrial para ser transformados en raciones industrializadas, los agricultores organizados en grupos solidarios podrían preparar dichas raciones en sus propias fincas y/o comunidades. A tales efectos, cada grupo solidario podría adquirir y utilizar en conjunto un triturador para esos ingredientes, una balanza y una mezcladora. Después de cumplir esta primera etapa de experiencia asociativa exitosa y de fortalecerse la confianza entre sus miembros, el grupo podría adquirir una máquina extrusora de granos para eliminar los factores anti-nutricionales que están presentes en algunos de los ingredientes con los cuales se fabrican las raciones (granos de soya, sorgo y algodón) y, más adelante, inclusive preparar su propio núcleo o premix. Y, después de concluida la preparación de esas raciones domésticas o «auto-producidas», sin haber hecho dos largos, costosos e innecesarios viajes, uno de ida para transportar los ingredientes y el otro de vuelta para transportar las raciones ya industrializadas y sin pagarle a ningún intermediario, ningún flete, ningún peaje y ningún impuesto a los gobiernos, adoptar la medida inteligente de…
b) … “venderles» dichas raciones directamente a sus vacas lecheras, a sus cerdos, a sus cabras, a sus ovejas y a sus aves.
Al adoptar las medidas sugeridas en los ítems a y b recién descritas, las riquezas que los productores rurales generan en sus fincas serían retenidas por los propios agricultores y no por quienes hacen la intermediación, cobran los impuestos, los fletes y los peajes. Adicionalmente, dichas riquezas circularían, principalmente, dentro de las comunidades y municipios rurales, generando inversiones y empleos en beneficio de sus pobladores locales. Es necesario advertir a los productores rurales de que esos largos y costosos «paseos», de ida y de vuelta, son incoherencias que ellos no deben seguir cometiendo ni aceptando. Máxime, si consideramos que el componente alimentación responde por el 50% del costo de producción lechera, por el 60% de la producción piscícola y hasta por el 80% del costo de la producción de aves y de cerdos. Este incremento irracional e innecesario en el costo de las raciones (y consecuentemente en el costo de producción de leche, cerdos y aves) es el principal causante de la creciente falta de rentabilidad de los productores rurales que se dedican a esas tres actividades. Esa distorsión podría y debería ser inmediatamente corregida por los propios productores, a condición de que un extensionista competente los convenza de que deben deponer ese individualismo que está destruyéndolos económicamente.
3) Después de la cosecha los propios productores rurales podrían agregar valor a sus productos. En vez de delegar la ejecución completa de las etapas más rentables del negocio agrícola (procesamiento y comercialización) a los agroindustriales, intermediarios y redes de supermercados», los agricultores podrían ejecutar algunas de ellas y obtener mejores precios en el momento de comercializarlas. Medidas tan elementales como por ejemplo lavar, clasificar, fraccionar y embalar las frutas y hortalizas, las raíces, los tubérculos y los granos, o producir quesos, frutas secas, mermeladas, dulce de leche, quesos artesanales, jamones y otros ahumados de carne porcina.
Además de las tres medidas recién propuestas, muchísimas otras soluciones están ampliamente descritas en los textos gratuitos, disponibles en las páginas web:
No las describo para no alargar excesivamente este texto.
Una medida cada vez más imprescindible: producir más y mejor con menos recursos
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http://elproyectomatriz.files.wordpress.com/ |
Las ventajas de la adopción de las tres medidas recién propuestas, anteriores a la siembra y posteriores a la cosecha, son evidentes. Sin embargo, ellas no tendrán toda la eficacia deseada y posible si, en la etapa de producción propiamente dicha los agricultores siguen cosechando 800 kilogramos de frijoles, 2.300 kilogramos de trigo y 3.500 o 4.000 kilogramos de maíz por hectárea, si sus marranas siguen destetando 12 o 15 lechones al año y si cada una de sus vacas sigue requiriendo una hectárea de tierra para producir 4 litros de leche al día y parir un ternero cada 18 o 20 meses (estos son los promedios de la mayoría de los países latinoamericanos). Adoptando el principio de la gradualidad en la introducción de tecnologías estos rendimientos agrícolas e indicadores zootécnicos podrían empezar a duplicarse, triplicarse y en ciertos casos hasta cuadruplicarse o quintuplicarse, tal como ya lo han hecho muchos productores rurales eficientes de América Latina. No podemos subestimar el hecho concreto de que la gran mayoría de nuestros productores rurales posee poca tierra, pocos animales, poca maquinaria y escasos recursos financieros para adquirirlos en mayor cantidad. Es debido a estas restricciones de fondo que los agricultores y ganaderos están siendo obligados a producir más y mejor con menos recursos, incorporando tecnologías para aumentar la productividad y el rendimiento de todos los factores de producción disponibles en sus fincas (mano de obra, tierra, animales, maquinaria, etc.).
Y para encerrar, si no le gustó este artículo le pido disculpas. Sin embargo, si le gustó le ruego la gentileza y generosidad de difundirlo ampliamente. Con el fin de que muchas otras personas puedan leerlo. Críticas al contenido del artículo serán bienvenidas a través del e-mail Polan.Lacki@onda.com.br
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