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Lo que yo quiero

El domingo 23 julio, 2023 a las 8:01 pm
Lo que yo quiero

Lo que yo quiero
(Fragmento)

León Gil

     Creo saber lo que yo quiero. Aquí están las cosas que me harían feliz. No querré otras:

     Quiero un cuarto propio, donde pueda trabajar. Un cuarto que no sea particularmente limpio ni ordenado. Sin ninguna Madeimoselle Agathe, que saque el polvo de cuanto sitio alcance con su trapo. Pero un cuarto cómodo, íntimo y familiar. Sobre mi lecho cuelga una linterna budista, a aceite, del tipo que se ve ante los altares budistas o católicos. Una atmósfera llena de humo y de olor a libros y de olores indefinibles. En el estante de sobre el lecho hay libros, en buena variedad, pero no demasiados, sólo los que puedo leer o haber leído con provecho una y otra vez, contra la opinión de todos los críticos periodísticos del mundo. Nada que lleve mucho tiempo para leer, nada que tenga un argumento sostenido, nada que tenga demasiado de frío esplendor lógico. Son libros que me gustan franca y sinceramente. Leería Rabelais al mismo tiempo que “Mutt y Jeff”, y Don Quijote con “Don Trifón”. Uno o dos Booth Tarkington, algunas novelas baratas de tercer orden, algunas historias de detectives. Ninguno de esos automodeladores sentimentales. Nada de James Joyce, ni T. S. Eliot. Mi razón para no leer a Marx y a Kant, es muy sencilla: nunca puedo ir más allá de la tercera página.

     Quiero algunos trajes decentes, de caballero, que haya usado durante un tiempo, y un par de zapatos viejos. Quiero la libertad de llevar tan poca ropa como me plazca. Aunque no llegue al extremo de Ku Ch’ienli, el famoso erudito que lee desnudo a los clásicos, quiero que se me permita andar semidesnudo por mi habitación cuando la temperatura llega a cuarenta grados a la sombra, y no avergonzarme de aparecerme así ante los sirvientes. Quiero un baño de lluvia en verano y un buen lugar junto a la estufa, con troncos ardiendo, en invierno.

     Quiero un hogar donde pueda ser yo mismo. Quiero oír la voz de mi mujer y la risa de los niños arriba, cuando trabajo abajo, y abajo cuando trabajo arriba. Quiero niños que sean niños, que vayan conmigo a jugar bajo la lluvia, y que gocen de una ducha tanto como yo. Quiero un pedazo de terreno donde mis hijos puedan edificar casitas de ladrillo y criar gallinas, y regar las flores. Quiero oír al gallo cantar quiquiriquí de madrugada. Quiero árboles altos, viejos, en las cercanías.

     Quiero algunos buenos amigos, amigos que sean tan familiares como la misma vida, amigos con quienes no precise ser cortés y que me cuenten todas sus dificultades, matrimoniales o no; que puedan citar a Aristófanes y contar cuentos sucios, amigos que sean espiritualmente ricos como para charlar de porquerías y de filosofía con el mismo interés; amigos que tengan manías y opiniones definidas acerca de las personas y las cosas, que tengan sus creencias personales y respeten las mías.

      Quiero una buena biblioteca, algunos buenos cigarros, y una mujer que comprenda y me deje tiempo para mi trabajo.

     Quiero algunos bambúes frente a la ventana de mi estudio, un clima lluvioso en verano, y un cielo claro y azul en invierno, tal como lo tenemos en Pekín.

     Quiero la libertad de ser realmente yo.

                     Lin Yutang, del libro Amor e Ironía, Biblioteca Nueva, Buenos Aires, 1941

NUEVE TRINOS

  1. ATP Wimbledon, or International Poetry Festival, that not is the question.
  2. Se dice que Colombia es un país de poetas; lo que no se especifica es de cuántos… Según el FIPMed son como tres o cuatro.
  3. Aclaración a mi anterior post: cuando digo tres o cuatro, me refiero a que el FIPMed siempre invita a los mismos. Por ejemplo, al dinosaurio de Jotamario Arbeláez.
  4. Leyendo y escuchando algunos poetas invitados al Festival Internacional de Poesía, puede uno comprobar que, sin importar la lengua en que se exprese, es universal la mala poesía.
  5. El escritor Pablo Montoya hablaba de “ese bello oficio de leer” … ¿Podría hablarse de “ese bello oficio de amar”? A no ser que se trate de un gigoló o de una prostituta.
  6. Yo no sé es mi frase favorita”, solía decir en sus últimos años la gran Wislawa Szymborska… Últimamente también es la mía.
  7. Se jacta de que no le gustan las filas ni los hospitales, ni que le mientan o le dejen esperando. Es alguien muy especial: a los del montón esas cosas nos encantan.
  8. El sadomasoquista juró ante el juez haber cometido su crimen en un momento de ‘dicha e intenso dolor’.
  9. «Quisiera levantarte un altar, aunque fuera con mis huesos, …»

Alfred Musset a George Sand. (En una carta desde París —30 de abril de 1834—, mientras esta se encontraba en Venecia con su nuevo amante).

ADENDA

«Lo que sabe la luna —añadió en yidis, recordando lo que decía su madre—, lo que sabe la luna solo lo saben los niños. Solo los niños conocen las estrellas y saben de qué están hechas las nubes. Solo los niños pueden mirar una vela y decir que está cantando una canción. Solo los niños pueden ver unos pájaros y gritar: “¡Mira, todas las palomas tienen las patas rojas!”. Y solo los niños pueden llorar por las hojas muertas del año pasado y entristecerse por la primavera. Solo los niños. Solo los niños.»

Del trágico cuento Un niño raro con un martillo, del libro póstumo de Leonard Cohen Un ballet de leprosos (Una novela y relatos inéditos), Lumen, 2023

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