
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
LLUEVE

Imagen de referencia tomada de: https://www.rockandpop.cl/2018/08/el-invierno-se-saca-el-disfraz-de-verano-y-vuelve-la-lluvia/
Llueve esta noche y a lo lejos suena como un cansado caracol la vida;
llueve en mi corazón, lenta, escondida,
su agua de soledad, mi antigua pena. Aquí estoy como ayer.
La pura vena de mi cantar se vierte estremecida sobre este gris paisaje.
Ama y olvida, exhórtame una voz grave y serena.
Llueve y la flor de mi pasión se inunda de lágrimas y aljófares dolientes.
¡Me hiere una saeta vagabunda! La luz quiebra el cristal de los instantes
y a mi memoria vuelven, – insistentes -, amores y dolores ya distantes.
Poema Llueve de Héctor Fabio Varela
Muy a propósito escogí hoy esta palabra mojada para empezar mi crónica diaria. Acabo de llegar y sentía el fresco del día mientras caminaba alrededor del Río Cali. El pasto del camino, la tierra teñida aún de agua y su humedad entraban por los poros. Le estaba haciendo falta a Cali esta temporada de lluvias.
He querido titular mi texto con el nombre de un poema que escribió el poeta zarzaleño Héctor Fabio Varela y que musicalizó la cantautora, – de Tuluá – Nancy Zapata Calle. Hoy su música entraba fácil por mi piel y su figura suave y voz gentil inundaban las neuronas y el recuerdo cercano.
La lluvia de anoche debió ser abundante. Las nubes estaban aún encima de la cabeza y me dio por acordarme de una expresión que oí desde muy pequeño mientras iba soñando y caminando. Decían los habitantes del pueblo, donde aprendí a hablar, Villagómez, junto a Pacho, Cundinamarca, que: «el cielo estaba toldado»!
Aún hoy me maravillo pronunciando esa bella metáfora. Allá aprendí porque conocí qué es un toldo. Una casetica provisional con varillas de palo y encima ponían una tela gruesa impermeable y blancusca que sirviera de refugio de los rayos del sol y de la lluvia. Lo llamaban «toldo» los vendedores de papa, yuca, arracacha, fríjoles y pan coger. Fue en la calle donde lo aprendí.
Luego lo oí, trasladado a nombrar al cielo o lo que llamamos cielo, cuando está nublado y no permite ver el azul que lo caracteriza. El cielo está toldado, decimos cuando alzamos la vista y no observamos el azur que vió Rubén Darío. En su lugar vemos una sábana gigante, más grande que los toldos que traen los circos ambulantes. Se cubre el firmamento con un conjunto de vaho comprimido y blanco que se arrulla a si mismo y forma una carpa enorme sobre la capa otrora azul y de noche con estrellas.
Llovió sobre Cali. Llueve a veces dentro de nosotros y de los ojos. «Llueve en el corazón» lentamente y a borbotones. Llueve y escampa y se van los truenos y relámpagos que asustan en noches y tormentas. Queda húmeda la cara y mojado el hígado. El corazón acongojado allá, adentro, mira cómo llueve inclemente. Las nubes no respetan ni la edad ni la soledad y ni el otro llanto dentro.
22-10-18 10.00 a.m.
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Otras publicaciones de este autor en: https://www.proclamadelcauca.com/tema/noticias-proclama-del-cauca/opinion/leopoldo-de-quevedo-y-monroy/
Llueve, voz de Nancy Zapata Calle. https://www.youtube.com/watch?v=zDxzQdQZSPA
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