FLASH GORDON

    Descubrir hoy estos episodios de Flash Gordon, una historieta cómica que me apasionaba de niño en los años 50-60 bajo el título de «Roldán el temerario«, porque me encantaba intentar el dibujo de unas tiras cómicas, y que publicaba el periódico El Tiempo entre otros, es como renovar el niño interior que todavía late dentro de la piel. Pero han pasado décadas, diferentes modas, mucha agua bajo el puente, y cantidad de ecuaciones han renovado la ciencia hasta la sofisticación increíble de hoy en día. De modo que alumbrar estos cortos capítulos en el presente (20 minutos), bajo otras circunstancias de cultura, moda y evolución de la tecnología y la civilización, es como ataviarse con mucho de la ingenuidad. Sin embargo, el frescor de la fantasía asoma por nuestra cambiada fisonomía cultural, y en ello hay poesía, esa llama que alienta con la maravilla nuestros sensores perceptivos de la realidad.

   Diversión inocente, graciosa interacción del drama interespacial, que a lo mejor los niños y jóvenes de hoy ni aceptarán ni se sentirán tentados a mirar porque hasta cursi les ha de parecer.

   En fin, todo ha sido válido a su debido tiempo, y la distracción sólo necesita dejarse llevar, dirigir por la estrategia de la aventura elegida en el momento.

Las Lecturas Dominicales:

Otras publicaciones de este autor: