Sábado, 3 de junio de 2023. Última actualización: Hoy
LAS TUMBAS
Rodrigo Valencia Q. ©
Pasaban frente a un cementerio, y entonces Jesús dijo a los discípulos: “Esas lápidas son las piedras que guardan los deseos marchitos de la tierra. ¿Y quién puede librarse de estas prisiones cuando ya no se es nadie en la noche de la nada eterna? A menos que dejéis vuestras tumbas, es decir vuestros cuerpos con todas sus preocupaciones e inclinaciones, no os libraréis de las segundas tumbas, las de piedra. Porque, en verdad os digo, vuestra vida actual es como un féretro, y la muerte una segunda muerte, y la segunda es para siempre. Al menos, por ahora, las alas del espíritu viviente pueden elevaros por sobre la tierra de los muertos”. Y los doce sentían, como en otras ocasiones, que las palabras del Maestro eran un regaño para sus almas, y entonces no veían la hora de contemplar el sol de un nuevo cielo en sus espíritus, porque su deambular al lado del Maestro a veces les parecía un sendero triste, una promesa difícil de alcanzar. Y he aquí que Judas dijo: “Maestro, quizás la muerte viene a nosotros como castigo por la oscuridad en que vivimos”. Y Jesús le respondió: “Ciertamente habrá muerte, pero la voluntad y razones de la Luz os ayudarán a pasar al otro lado, y esto no viene sin la gracia del Padre que está en lo alto”. En esas, un cortejo fúnebre entraba al cementerio, y los discípulos miraban cómo la tristeza consumía los rostros de los acompañantes del entierro, pero Jesús les increpó: “¡Dejad que los muertos entierren a sus muertos!”. “Son palabras duras, Maestro”, contestó Felipe; pero Jesús no hizo caso; se adelantó, se dirigió hacia un lugar donde parecía que el color luctuoso de la mañana desaparecía, y miró hacia el cielo. Y en ese momento, las nubes parecían exquisitas flores acariciadas por la brisa.
RVQ
Deja Una Respuesta