(Foto de RVQ)
Las cosas reposan, rebosan mismidad.
Alertas en su decir, ensimismadas y quietas…
¿Piensan acaso en dejar sus dioses dormidos, sus gestos de materia inerte, el polvo que viene y se va?
¿Qué decir del secreto que nos dejan, el brillo, la música callada en la pared, en el mueble que vimos crecer entre imaginaciones y juegos niños, las cosas que eran la delicia de los ojos… un candelabro, un estribo, un jarrón, una foto, un cuadro en la margen real de la quimera?
Somos alguien que huele la mañana, el mediodía, la tarde de los cuentos, la seda de las caricias, el decir de una mota de polvo o el gritar de la trompeta…
Y volvemos con las ramas del deseo a asir, a medir lo que no se habla sino en voz baja, cuando nacemos a la frescura del mirar nuevo, inocente, que está siempre allí, como convocando las hojas primigenias de la luz…
Somos paseantes del museo de los entes, dejamos nuestros pasos en las briznas donde siempre suenan los regresos…
**RVQ**
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