
Gustavo Álvarez Gardeazábal.
Una vez más un grupo de colombianos, ambiciosos o ingenuos, están a punto de caer en el hoyo sin fondo que construyeron las manos de hábiles financistas, que descubrieron y explotaron cual veta inacabable, las hendijas legales del negocio de las libranzas.
Echándoles el cuento a los clientes de pagarles unos intereses que no pagan los bancos, y diciéndoles que sus platas estaban respaldadas por desconocidos e incontrolables créditos tipo libranza, hicieron caminar hacia el abismo a otros miles de compatriotas convencidos que tenían asegurada la mejor rentabilidad para sus ahorros.
Si la empresa ELITE que por estos días informó a sus clientes en una carta meliflua que no podía pagar cumplidamente los intereses, hubiese sido controlada desde cuando comenzamos a advertirlo quienes también hicimos visible la supertumbada de Estraval, o la de Proyectar o la de Factor Group, otro habría sido el paseo.
Pero como el estado colombiano carga con dos solteronas inútiles, la Supersociedades y la Superfinanciera, a quienes la ley no les permite ni asomarse ni controlar ni evitar que se monten estos escaparates explotadores de las libranzas, la historia se repite para vergüenza del régimen.
Si solo hubiese pasado una vez, vaya y se explica la incapacidad del ministro de Hacienda o del director de Planeación de no haber presentado al Congreso una ley que cierre esas hendijas. Pero como muchas de tales libranzas y negocios contables se han venido haciendo o con bancos o con empleados de empresas oficiales o hasta con tesorerías de esas entidades, todos han preferido callar, echarle tierra a la noticia desde los medios enmermelados y ahí está el resultado: otro grupo de ciudadanos exprimido en sus ahorros y el gobierno mirando para otro lado.
PUBLICADO EN ADN / JULIO 25 2016.
@eljodario
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