Por: Javier Sánchez
Los colombianos estamos despertando del letargo en que nos llevaron los medios de comunicación más poderosos del país. Reconocemos que Uribe, no es el “salvador” que nos habían pintado los culebreros antiqueños que se “cranearon” y que habitan sin vergüenza alguna, en las instalaciones de la “Casa de Nariño”.
«Si prueban que yo llamé a protestar por las decisiones contra el senador Uribe entonces yo renuncio a la Presidencia de la República», dijo el mismo presidente Uribe. Muchos colombianos de bien esperamos, que aparezca la prueba reina donde el presidente Uribe llama al presidente de la Corte Suprema de Justicia, preguntando por la suerte judicial de su primo hermano, Mario Uribe (hoy, preso en La Picota). Si esa prueba reina existe, la renuncia de Uribe debe ser inmediata, para evitar que sigamos desprestigiándonos ante la comunidad internacional. Entre tanto, otros sostienen: “aquí no se necesita la prueba reina, porque lo que reinan son las pruebas…”.
“ES URGENTE QUE LOS colombianos exijamos mediante una consulta popular la creación inmediata de un gobierno de transición que dure dos años y luego convoque a nuevas elecciones presidenciales”, sostiene en su columna de El Espectador, Felipe Zuleta.
Antanas Mokus, conocido como una persona honesta y transparente ha dicho sobre el tema, en su columna de El Tiempo: “Apreciado Presidente: sin el voto de Yidis o Teodolindo, usted no habría sido elegido. No nos venga ahora con el cuento de que el fin (indudablemente noble, nada menos que «salvar la patria») justificaba los medios (la oferta de gabelas a Yidis). No es solo un tema jurídico. Es también, y sobre todo, un tema político. Pero en Colombia la gente juega a sustituir por un enrevesado juicio legal el juicio moral y cultural que dicta el sentido común. No ocultemos el sol tapándolo con las manos: lo que sabemos todos da para un juicio político claro y sin demoras. Es tiempo de renuncias. Después, la historia, con su sabiduría, y la justicia darán su dictamen definitivo.
Ramiro Bejarano, un abogado penalista en una columna de la revista Cambio ha dicho sobre el gobierno de Uribe: La red que atrapó a los protagonistas de la parapolítica, representa lo que para Italia significó el juicio de «manos limpias». Allá rodearon a sus jueces, salvo las estructuras untadas de mafia y corrupción. Aquí la historia se repite, porque a medida que caen los amigos del Presidente, y su primo, se generalizan los rumores de supuesta inmoralidad de magistrados de la Corte y del Fiscal.
Con esos antecedentes, parece cobrar vigencia lo dicho por el ex vicepresidente colombiano Humberto De la Calle a BBC Mundo hace algunos meses, cuando declaró que «esto es como esas infecciones que hacen metástasis. Aquí creo que lo único es la alta cirugía de abrir la situación de Colombia de los últimos 40 años y que salga toda la pus». Y algunos interpretan que la cirugía, sería la renuncia de Uribe.
“En esta ocasión los ciudadanos no pueden quedarse callados, ni permitir que se amañen las instituciones y las reglas de juego a los avatares de la coyuntura y a las necesidades de los gobernantes de turno. El país y sus instituciones merecen respeto”: Elisabeth Ungar Bleier, Directora de Congreso Visible, Departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes.
“Por lo pronto, el asunto paramilitar ya tocó a las puertas de Palacio. La entraña del uribismo está bajo el escrutinio de la justicia, mientras que el presidente afirma, sin pudor, que semejante “hecatombe” se gestó y ocurrió antes de que él llegara al poder. Lo concreto es que el famoso 84 por ciento de popularidad del presidente, con un Congreso como el que tenemos, y con un sector importante de los partidos oficialistas sub-judice, no deja de ser un saludo a la bandera, algo tan importante en términos políticos como el rating de una buena telenovela.
Esa es la gran debilidad de todo poder en entredicho: que quiere tapar el sol con las manos”, expresa el columnista de El Espectador, Sergio Otálora Montenegro.
Hoy observamos, cómo los columnistas sin temor alguno se atreven a pedir la renuncia de Uribe, como un paso a la salvación de Colombia, secuestrada por la mafia paramilitar. Y si llegase a renunciar Uribe, ha prometido las Farc, que liberarían a todos los secuestrados sin condición alguna. Es decir, la renuncia de Uribe, sería beneficiosa para el país.
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