ipt>(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});
Viernes, 9 de junio de 2023. Última actualización: Hoy

La realidad de la ‘gran patria latinoamericana’

El martes 1 septiembre, 2015 a las 3:42 pm
Felipe Solarte Nates

Por: Leandro Felipe Solarte Nates

La derrota por un voto de la proposición colombiana buscando que la OEA, citara a reunión de cancilleres para tratar el problema de los colombianos acusados de paramilitares y contrabandistas en el Táchira, donde han demolido sus viviendas; era de esperarse, considerando la intensa diplomacia económica realizada en la región desde la época de Chávez, cuando impulsó la creación de Unasur, el Alba y Petrocaribe, gracias al gran poder que le garantizaba los altos precios del crudo y el regalo y subsidio de combustibles a países no productores.

Las relaciones de hermanos siameses unidos por la frontera más larga y viva de sur América, que históricamente han tenido Colombia y Venezuela a lo largo de la historia colonial y republicana, ha estado plagada de amistosos gestos y rabietas, que se han manifestado en duros cruces de palabras, algunos coscorrones y rasguños y amenazas de guerra, que afortunadamente no han llegado a extremos cruentos, o a la construcción de muros, como el que elevaron los gringos en la frontera con México y el acabado de iniciar por el gobierno argentino de Cristina, en la frontera con Paraguay.

Varios han sido los motivos de discordia desde que Venezuela era una Capitanía dependiente del Virreinato de la Nueva Granada, durante la época colonial y después de la hermanada lucha libertadora, al triunfar la causa independentista cumpliendo el sueño de Bolívar, junto al Ecuador nos integramos en el efímero sueño de la Gran Colombia; pero por divergencias entre los bolivarianos, según algunos historiadores partidarios de la monarquía y los santanderistas de acuerdo con la elección de los mandatarios, las diferencias entre los caudillos se agudizaron, matizadas por ambiciones personales y grupistas de poder, expresadas en Venezuela por Paéz, en Colombia, por seguidores del “hombre de las leyes”, en disputa con Urdaneta y en Ecuador, con el general venezolano Flórez, erigido en presidente y partidario de la separación de las tres repúblicas.

Desde entonces en Venezuela prosperó la idea que los colombianos santanderistas fueron los enemigos de Bolívar que lo llevaron a su temprana y triste muerte y a partir del ascenso al poder del comandante Chávez, este odio contra la oligarquía bogotana, se intensificó con mayor fuerza al nacionalizar numerosas empresas y predios de nacionales y extranjeros, para impulsar el proceso socialista y al chocar con el presidente Uribe.

Maduro como sucesor de Chávez ha recordado este sentimiento anti -santanderista y anti -colombiano de forma parecida a la que utilizaban los nazis y otros movimientos anti-judíos al señalarlos de ser los culpables de la crucifixión del Nazareno, figura central de todas las religiones cristianas derivadas del catolicismo y obrando de forma similar a los discípulos de Adolfo, el del bigotico, procedió a marcar sus ranchos en el Táchira, antes de demolerlos.

Aunque Venezuela, Estados Unidos, los países de la Unión Europea y del resto del planeta, están en su derecho de controlar sus fronteras y exigir a los extranjeros el cumplimiento de sus leyes, cuando ingresan en su territorio, la actuación autoritaria de un gobierno que se precia de ‘socialista’ ha causado justa indignación a colombianos y extranjeros que han vivido y visto por los medios de comunicación el deshumano desalojo, destrucción de sus precarias viviendas y escasos enseres sufridos por los más pobres (‘bachateros’, o contrabandistas de pequeñas remesas) en la cadena de la ilegalidad que desde hace décadas se vive en la frontera y de la que hacen parte no sólo delincuentes comunes, narcotraficantes, paramilitares y guerrilleros colombianos, junto a funcionarios y militares de ambos países, que a gran escala aprovechan la gran diferencia de precios que existe en la gasolina, alimentos subsidiados y en el dólar oficial venezolano, para en enormes camiones que nadie ve por las trochas y con grandes transacciones monetarias, contrabandearlos a Colombia obteniendo multimillonarias ganancias.

Eso sin olvidar la existencia en Venezuela, del ‘cártel de los soles’ cuyo jefe según organismos de inteligencia gringos e importantes medios de comunicación internacionales es Diosdado Cabello, el intocable comandante de las Fuerzas Armadas venezolanas, que facilitó a las Farc y grandes narcotraficantes de las llamadas ‘bacrim’ de origen paramilitar con jefes como “Cuchillo”, “Jabón” y otros del clan Úsuga y demás bandas criminales colombianas, instalarse sin contratiempos e invertir en el vecino país, compartiendo ganancias del negocio, y en el caso del narcotráfico, para despachar vía aérea y marítima, grandes embarques para México, Estados Unidos, África y Europa.

En opinión expresada en el programa “Semana en vivo”, dirigido por María Jimena Duzán, en Cable Noticias, Ronald Rodríguez, del “Observatorio Venezuela” de la Universidad del Rosario, opina que la medida tomada por Maduro en los municipios de la frontera tachirense, es la más extrema ejecutada en todo el territorio venezolano, en la lucha del gobierno contra la delincuencia común, que logró contener Chávez, especialmente la originada entre jóvenes milicianos del movimiento bolivariano, que armó el difunto comandante, con los cien mil fusiles ametralladoras AK-47 comprados a Rusia; pero que a Maduro no le obedecen y un grupo significativo se dedicó a la delincuencia común ligada al narcotráfico, contrabando, atracos, extorsión y otros delitos similares a los que explotan pandillas como las centroamericanas de los ‘maras salva-truchas’ o las colombianas de las oficinas de Envigado, los Úsuga, ‘rastrojos’, ‘águilas negras, y otras que reclutan a los ‘parches’ de jóvenes de los barrios populares.

En el estado Táchira además existe la más férrea e histórica oposición al gobierno de Maduro, que ante la sequía del chorro de dólares al desplomarse el precio internacional del petróleo, el derroche de subsidios y la corrupción reinantes durante la bonanza, el caótico manejo de la economía, la cercanía de las elecciones y las altas posibilidades de perderlas, busca afianzarse no sólo golpeando en el terreno a sus principales opositores, sino despertando el fantasma nacionalista de la conspiración del enemigo externo que ya no son el diablo de Bush y Obama, restableciendo relaciones con Cuba, sino los paramilitares colombianos, comandados por el ex presidente Uribe –quien no perdió la oportunidad de discursear en la frontera- y de cuyos ejércitos hacen parte los miles de desarrapados colombianos que buscando beneficiarse de la subsidiada economía venezolana y del contrabando al menudeo, construyeron sus rusticas viviendas en las poblaciones venezolanas donde Maduro decretó el “Estado de Excepción”.

Sigue a Proclama en Google News
Deja Una Respuesta
Abrir el chat
1
Paute aquí
Hola 👋
¿En que podemos ayudarte?