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Sábado, 3 de junio de 2023. Última actualización: Hoy

La piscina de Quilichao

El miércoles 29 marzo, 2023 a las 9:55 am
La piscina de Quilichao

La piscina de Quilichao.

Este texto fue escrito como ejercicio del taller, qué para el departamento del Cauca, desde el área cultural del Banco de la República, de Popayán, coordinó la escritora y profesora de la universidad Javeriana Maryluz Vallejo, -como ejercicio previo a la recopilación de las crónicas seleccionadas desde el Amazonas hasta la Guajira, para, en asocio con la alcaldía de Bogotá, publicarlas en la versión digital del libro: “El país en una gota de agua”.

En 2015, también fue publicada en mi libro: “El jardín de los psicópatas”, editado por Popayán Positiva.

La piscina de Quilichao

Felipe Solarte Nates

“Nadie se baña dos veces en el mismo río”.

Los lugares felices que como garrapatas se fijan en nuestra memoria, son los de la infancia, y uno de los que permanecen en mis recuerdos y sitio original, es la piscina pública de Santander de Quilichao.

No ha cedido a la acción destructora del hombre, el tiempo, la urbanización creciente y perdura en el parque Bolívar, sirviendo de sitio de refresco, encuentro y distracción a numerosos niños, jóvenes y adultos, de todas las condiciones sociales, que en las aguas represadas del cauce del río Quilichao, este año volvieron a aliviar los ardores del prolongado verano, mientras juegan, conversan y hacen cabriolas en el aire, antes de caer y chapotear en el agua verdosa oscura.

Como casi todas las mañanas y tardes, alrededor una banca del parque, están reunidas varias personas, la mayoría bordeando los setenta años. Conversan animadamente resguardados por la frescura del gigantesco samán. 

-Quilichagüeño que se respete aprendió a nadar en la piscina-, dice Javier Rebolledo, un jubilado, que casi a diario se sienta con sus amigos a refrescar tiempos idos.

-Uno empezaba desde niño, en el charco de “los saltos de Otón” y poco a poco con ‘nadaito de perro’ se iba acercando a la ‘grande’, que en esa época tenía como cuatro metros en la parte más profunda, al lado de las cascadas de desagüe y de las compuertas-, agrega.

-En esa época, por allá en los años 40s y 50s, se acostumbraba el veranear y cuando los muchachos salíamos de vacaciones las familias enteras se iban para las fincas, y sí uno no tenía propiedad, de pronto, lo invitaba algún compañero de curso. Recuerdo que también llegaban al pueblo, donde sus parientes o amigos, gentes de Cali, Popayán, pueblos vecinos, Palmira, Bogotá… en fin esto se llenaba y los hoteles Central y Astral, no se daban abasto y fuera de los paseos a San Pedro, Vilachí, Dominguillo y Quinamayó, a bañarse y preparar sancochos de gallina, la diversión de los que nos quedábamos en el pueblo era a meternos al agua de la piscina, mañana y tarde y a veces hasta de noche y además de nadar y recochar, nos dedicábamos a mirar  las peladas, en ese entonces mocitas, de 15, 16 años, con esas téticas creciéndoles y con unos cuerpos que nos ponían a chorrear babas-, agrega don Javier con un gesto de rechupete revuelto con nostalgia. –La mayoría ya son abuelas y muchas están chupando gladiolo-, agrega.

-Y es que la piscina municipal, es uno de los sitios más democráticos del país, pues en ella se baña todo el que quiera sin pagar y se comparten hasta los microbios y orines, sin que nadie se enferme de nada-, afirma con guasonería, don Eduardo Molina, terciando en la conversación que sostenemos sentados en una banca del parque Bolívar, cubiertos por la sombra de casi una manzana de superficie que nos brinda el samán más grande de Colombia, sembrado hace más de un siglo, al oriente de la piscina, al noroeste de la quinta de los Medina, -anclada como un viejo barco- y al sur de la fachada del Colegio Instituto Técnico, tan parecida a la de la portada de la cartilla Alegría de leer, y que de técnico no tiene nada, pues sus programas son de bachillerato clásico y es el más antiguo del pueblo, alistándose a cumplir en octubre de 2013, cien años de fundado.

La piscina de Quilichao

-En la piscina aprendía a nadar todo el mundo, quisiera o no quisiera-, interviene don Ramón Méndez, hasta hace poco maestro de obra muy acreditado.

-Me acuerdo que a ‘caliche’, un amigo que era gato p’l agua y sólo se metía en las partes más bajitas, en el charco de ‘los chorros’, una vez que estaba parado al borde de la ‘grande’, lo empuje…je je je…eso empezó a agitar las manos en el aire, a gritar abriendo esa jeta, que la tenía bien grande, y a hundirse hasta que nos tocó tirarnos a sacarlo entre varios y ponerlo boca abajo para que le saliera el agua que se tragó…  pero al fin aprendió porque después le explicamos que así fuera con ‘nadaito de perro’, había salido sólo, sin dejarse dominar por el pánico. A otros miedosos al agua, los agarrábamos y entre dos los cogíamos de piernas y manos, columpiándolos en el aire, antes de soltarlos a la piscina.

-Uno viendo a los que sabían bracear impulsándose con las piernas, trataba de imitarlos hasta que de tanto practicar durante mañanas y tardes, al fin aprendía. Yo llegue a bracearme sin parar hasta 50 piscinas de casi 25 metros de largo, claro que tenía 16, 17 años, con toda la energía de la juventud… También recuerdo que había unos verracos para aguantar resuello y se hacían dos y tres piscinas debajo del agua, sin parar, como ‘Maciste’ – termina don Ramón.

-Existían dos trampolines, uno más alto y ahí nos encaramábamos a clavar y a hacer ‘vueltacanelas’, ‘tornillos’ y otras figuras en el aire, para impresionar a las muchachas que se acostaban a los lados a broncearse-, interviene dos Anselmo Torres, un jubilado como secretario de un juzgado.

¿Se acuerdan en qué año fue construida?- Pregunto

-Que yo sepa por allá en los años 30, no sé, si en 1936 o en el 37, cuando estuvo de alcalde, Otón Sánchez, un popayanejo muy famoso, hijo de un general liberal que peleó en la Guerra de los Mil Días.

Don Otón fue un carguero veterano de uno de los pasos más pesados de la Semana Santa de Popayán y recibió la ‘Alcayata de oro’, por cumplir 50 años de carguío-, interviene Don Humberto Rivas, profesor de historia, también jubilado.

-El viejo se enamoró de este pueblo y partiendo de la experiencia de una piscina parecida que hay en Popayán, tomando las aguas del acueducto, la aplicó en Santander-.

-Tuvieron que desviar las aguas del río, para poder hacerla, así como construyen los tanques del acueducto, aplicando concreto fuerte y con ruedas, para abrir y cerrar las compuertas-, cuenta el maestro de obra.

-En Popayán, hubo una piscina pública-, meto la cucharada. – Hace años la convirtieron en un teatrino y donde estaba el tanque adaptaron las graderías y el escenario. La fuente de soda y restaurante los volvieron un bailadero que después cerraron, por las quejas de los vecinos de la urbanización Caldas, hartos de la bulla, los escándalos y peleas de los borrachos.  A un lado del cerro, el ‘Morro’, donde está la estatua de Belalcázar, en la alcaldía de Luis Fernando Velasco construyeron ‘El Pueblito patojo’, con replicas a escalas del puente del Humilladero, la Torre del Reloj, la Ermita y otros sitios emblemáticos, organizando en los alrededores ventas de artesanías y comidas típicas para atender a los turistas.

-Ya que habla de bailadero, recuerdo que donde hoy está la casa del ‘cabezón Navia’, funcionó una caseta que se llenaba los domingos de gente tomando aguardiente y cerveza y los que nadaban también se metían a bailar en vestidos de baño. No se me olvida el cacharro que le pasó al difunto Jaime ‘Parola’… resulta que borracho sacó a bailar un bolero son, a una morocha que se salía de la ropa de lo buena que estaba y se le templa esa severa tranca en medio de la pantaloneta…la pelada salió corriendo apenas sintió y vio a semejante guasamalleta culebreando y haciéndole señas- agrega Elías Mezú desencadenando las carcajadas de los contertulios. El lustrabotas que termina de brillarle los zapatos al profesor, agrega -Recuerdo que los domingos también se armaban unos zambapalos los verracos, en los que llovían puños, botellas, bancas de madera y asientos y más de uno, por salvarse de la garrotera templaba en la piscina-.

-Entonces estaban de moda: la Sonora Matancera, Los Matamoros, el Trío de la Rosa, Los Guaracheros de Oriente, Pérez Prado, Joe Quijano, Cortijo y su Combo, La Billos, Los Melódicos, Pastor López, Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Los Corraleros del Majagual…-, interviene don Ricardo Mosquera, el coleccionista de viejos acetatos.

-En los alrededores vendían cremas, raspados…  “La esposa y los hijos del hermano de Pedro Vaca al que uno de los Marulanda le pegó un tiro y Aguila blanca copete negro” con su señora instalaban sus toldas para fritar sabrosas empanadas, hojaldras, masitas, bofe, rellena y para bajar: gaseosas, cerveza, champus y masato-, dice don José Mejía, un carnicero retirado.

Intervengo para recordar que en las épocas de ‘cosecha de cucarachas de agua’, la piscina se llenaba de estos insectos, como 4 veces más grandes que una cucaracha grande de tierra, aunque yo no supe si en realidad lo eran, pero la mayoría de gente y sobre todo las mujeres les tenían asco y las conocía por ese nombre. Sacándolas del agua se veían aplastadas como las cucarachas o chinches gigantes y tenían una costra dura de color entre café y verde. Parecían inofensivas, porque no me acuerdo que hubieran picado a alguien, pero llegaban por temporadas, o como las chicharras, que en verano llenaban los samanes y demás árboles y el aire. con sus pitidos y microscópica lluvia de orines, o como los pequeños cucarrones, que en las noches de verano llegaban por miles y casi pavimentaban las calles y andenes, sobre todo cuando se agotaban revoloteando alrededor de los bombillos ubicados en los postes y fachadas de las casas.

  -Los perros se los comían y al otro día los cucarrones muertos dejaban un olor a podrido… tocaba recogerlos al igual que la mierda de perro, negra de los cucarrones que se habían embutido-, recuerda don Luis Medina, quien fue barrendero del municipio.

-Hacía años que no la llenaban, pero vean…  este año se la pasa repleta de muchachos y muchachas… ahora que están en vacaciones en colegios y con el verano alborotado… muy bueno que naden, jueguen y coqueteen sanamente, así se olvidan de la vagancia y la droga”, dice don Ramón.

-Estuvo vacía un poco de años y en las crecientes del río, se llena de piedras, arena y barro y para que vean… es una de las principales fuentes de materiales para el municipio, pues cuando meten el buldozer para limpiarla, sacan volquetadas de piedra y arena que sirven para afirmar las carreteras veredales-, agrega el maestro de obra.

Ya empieza a declinar la tarde. Los contertulios dan señas de querer irse a sus casas. De pronto aparece Margarita González, la poeta y Trabajadora Social que hace doce años debió irse al Canadá, refugiada con su esposo e hijos después de ser amenazados por los paramilitares del Bloque Calima. Nos saluda con la amabilidad y simpatía que la caracterizan. Al referirle el motivo de la conversación centrado en recordar anécdotas sobre la piscina, evoca la que le conoció de labios de su padre Ricardo Gonzales Vidal, el abogado payanés, uno de los ‘talegos’ de la calle del Cacho, que se casó y amañó en este pueblo y tío del exministro de Salud, Camilo González Posso, quien también en su infancia vivió en Quilichao.

Recuerda Margarita, que el presidente de la República, Guillermo León Valencia, en ejercicio de su alta magistratura, fue multado por la señorita Limbania Velasco Camacho, al traer a bañar a la piscina recién limpiada, la jauría de sus perros de caza después de una intensa jornada persiguiendo a los escasos venados, que sobrevivían en el remanente de bosque del cerro Munchique y sus alrededores, por donde hoy viven los indígenas de los resguardos de Canoas y Los Tigres en conflicto con la guerrilla que hace años transita por su territorio con el ejército detrás.

En ese entonces la señorita Limbania Velasco, -que vivió más de ochenta años y a la que nunca se le conoció hombre y ferviente liberal seguidora de Carlos Lleras Restrepo y después de Luis Carlos Galán-, había dejado temporalmente la labor de maestra de escuela primaria, que desempeñó durante más de sesenta años para ser nombrada como alcaldesa del municipio, durante el período presidencial de Valencia y la gobernación del Cauca a cargo de Daniel Solarte Hurtado, quien después del ejemplo dado con la multa a nadie menos que el presidente de la República, la nombró en la Secretaria de Educación Departamental. Eran otros tiempos.

Ya declina el sol. El operario de las tres compuertas mueve las ruedas para abrirlas y vaciar el agua turbia. Mañana estará a las seis de la mañana para cerrarlas y volver a llenarla con agua fresca y limpia y después de las diez de la mañana de nuevo cobrará vida ‘la piscina’, que en toda su extensión tiene forma de bumerang, de aproximadamente 150 metros, incluyendo al oriente el charco de los ‘chorros’, donde se bañan y juegan los niños en medio de gran griterío y al norte, la sección honda, donde nadan los mayores. Afuera al lado, está el parque de juegos infantiles, que en las vacaciones escolares se llena de niños divirtiéndose en los columpios, deslizaderos, barras, ruedas giratorias y los ‘sube y baja’.

Cuando me despido de mis contertulios siento un golpe húmedo rozándome la nariz. Me toco y miro -¡Mierda me cagó un pájaro…  se habían demorado. ¿Será buena o mala suerte?

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