La Pilonera Mayor del escultor Amilkar Ariza y lo que se viene
Cuando se representa al cuerpo humano dentro de un planteamiento figurativo éste tiene sus leyes de proporciones, ritmo y un conocimiento del modelado que nos acerca a la realidad (el parecido): son factores que originan la belleza.
Cuando se emplea el concepto de modernidad (arte abstracto), éste está sujeto a otros planteamientos estéticos que no son los de este caso.
La escultura de Consuelo Araujo carece del ideal de belleza porque el escultor, para hacer una escultura de cuerpo entero, tiene que conocer al personaje, y, si no lo conoció, documentarse hasta verlo vivo en su alma.
No se puede hacer un retrato al que no se vio, es como fotografiar al invisible. En esta escultura se tiene esta sensación: el escultor no se documentó acerca del personaje en cuestión, tampoco conoció al personaje en vida, y si lo conoció, no lo vio. Es decir: si lo vio no lo interpretó. Es decir: no es un buen escultor. Es decir no es artista.
Un ejemplo: Consuelo Araujo miraba de frente, con un paso difícil de detener. En la escultura la cabeza mira para el costado contrario a donde está el Parque de la Leyenda, su obra principal. Tampoco, el rostro se parece a Consuelo y la pollera de pilonera es una red de arañas que asusta.
La figura es desproporcionada, la cabeza es más grande que la cintura. De perfil es casi plana, tiene poco volumen. Los entendidos dicen que las piloneras no levantan las manos, y, en este caso, la mano derecha le tapa el rostro. La parte superior de la cintura para arriba es desproporcionada con respecto a la parte inferior. El color oscuro de la patina le mata el brillo del bronce, que más parece acrílico patinado que bronce, dándole una tenebrosa apariencia.
Esta escultura grande es un monumento a la desproporción, la fealdad y falta de espíritu, no se parece en nada al personaje representado. Escuché voces del pueblo llamarla: el muñecón, la gigantona, otros opinan que se parece más a una artesanía grandota. En fin, le he preguntado al pueblo en los distintos estamentos su parecer sobre esta obra y a la mayoría no le gusta. Haga usted, señor lector, el ejercicio de preguntar al taxista o a los niños, por ejemplo: “¿Qué le parece el monumento a Consuelo Araujo que está en la glorieta de La Pilonera?” Es un buen ejercicio preguntar, así se conoce la opinión de la ciudadanía.
Da mucha pena ver que un ser que trabajó tanto por la cultura del Valle no esté representado como se merece y su memoria sea nombrada con apelativos burlones, lo que indica que la escultura no gusta.
Entonces, lo que se viene es preocupante. Es fácil imaginar que otro tanto de lo que le pasó a Consuelo Araujo le va a pasar a Rafael Escalona. El monumento a Rafael Escalona tiene que ser convocado por concurso nacional, no a dedo. El país tiene excelentes escultores. Si le otorgan el monumento a Amilkar Ariza con el antecedente que ya tiene, Valledupar será el ejemplo del mal gusto, el desatino de las autoridades y un espejo que nos empañará para siempre.
¡Ya nos metió un gol y se viene por el segundo. Pilas vallenatos!
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