Imagen tomada de: https://bit.ly/2JQbHpd
Es posible que usted ya conozca la ‘Ley de Murphy’, o tal vez haya escuchado mencionarla; pero si no ha pasado nada de esto con seguridad que ha sentido sus efectos. O ha sido víctima «inocente» de los mismos. O conocerá muchos casos diarios en donde se cumple de manera inexorable.
La Ley de Murphy es más un adagio popular, que a grandes rasgos sentencia: «si algo tiene la posibilidad de salir mal, con seguridad que saldrá mal o peor». Se debe a Edward Murphy, un ingeniero aeroespacial que trabajó en experimentos con cohetes hechos por la Fuerza Aérea de los EU en 1949, después de descubrir que estaban mal conectados todos los electrodos de un arnés para medir los efectos de la aceleración y desaceleración en pilotos. Es decir que la única posibilidad era que todo saliera mal.
Ese sería su punto de partida, pero es una ley empírica inspirada en la ley natural conocida como entropía, de la que se consideran con seriedad sus posibilidades. A pesar de lo banal que puede sonar (la Ley de Murphy), su espíritu prudente se puede tomar como una forma de memorizar el diseño defensivo y las precauciones frente a los riesgos inminentes en diversas situaciones y ámbitos.
Esta ley es quizás el origen de múltiples corolarios, axiomas y reglas incluyendo la “Ley de conservación de la miseria” (no de la materia). Lo que realmente tiene las más altas posibilidades de preservarse, son los estados de desventura, infortunio y hasta desgracia. La miseria se prioriza en todas sus expresiones gracias a los políticos manipuladores y egoístas que seguimos eligiendo. Pero se debe interpretar también como la norma del pesimismo creativo, que exige en toda tarea agotar el máximo de posibilidades. Y esta si es una buena lección y opción.
Veamos algunos enunciados de la Ley de Murphy (o atribuidos a él):
Para profesores: Nadie atiende a clase hasta que Ud. mete la pata.
Ley del conferencista flojo: si no los puede convencer, confúndalos.
Principio de Einstein: Solamente alguien que entiende algo en profundidad, es capaz de explicarlo de tal forma que no lo entienda nadie.
Y estos son principios ineludibles de la “Filosofía de Murphy”:
Solo con un profundo dominio de los principios de este código inspirado por Murphy, estará preparado para enfrentar los imprevistos y las adversidades. Y aunque no podrá evitar que “ciertas cosas” pasen, al menos estará prevenido, sabrá por qué ocurren, aprenderá aceptarlas y tal vez, logrará reducir sus efectos.
Y el actuar de la gran mayoría de políticos y gobernantes, reafirma a Murphy. Si en algo están empeñados es en mantener importantes niveles de corrupción, la única manera de ganar ellos (la gran minoría corrupta) es a costa de preservar la miseria humana. Esa es su ley.
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