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La inestable cuenca del Quilichao

En artículo anterior mencioné a los pioneros en llamar la atención sobre la tala de bosques y el mal manejo ambiental de la cuenca del río Quilichao y de otras quebradas que nacen en el cerro Muchique y también alimentan al Quinamayó y al río Chiquito, de Caloto, lo que mantiene a comunidades asentadas en sus orillas, en riesgo permanente de sufrir avalanchas como la que recientemente afectó al casco urbano de Santander de Quilichao y algunas veredas. https://www.proclamadelcauca.com/el-rio-quilichao-y-la-degradacion-de-su-cuenca/
Destacaba la publicación de algunos artículos en boletines de circulación restringida y, fundamentalmente el papel que cumplió el Grupo Ecológico de Santander, GES, integrado por un grupo de estudiantes de las universidades del Valle, Nacional y Cauca, asesorado por el docente de la Universidad del Valle, Aníbal Patiño, destacado líder desde los años 70, de estudios ecológicos y del movimiento ambiental en el suroccidente colombiano.

La inestable cuenca del Quilichao
El zootecnista de la Universidad Nacional de Colombia, Carlos Julio Carabalí Gaitán, es uno de los que más conoce sobre el manejo de la cuenca del río Quilichao y Muchique, pues además de haber integrado el GES en 1976, cuando era estudiante de la UNAL, siendo uno de los más activos; casi 20 años después, como trabajo para obtener con la Fundación Universitaria de Popayán, FUP, el posgrado en Educación Ambiental, adelantó un estudio acerca del manejo histórico que el municipio de Santander de Quilichao, la CVC, cuando tuvo jurisdicción, después la CRC, Ingeominas y otras entidades han hecho en el cerro Muchique y específicamente en la cuenca del río Quilichao, “con poco eco en la administración municipal, el concejo, la CRC y demás entidades del gobierno… que se han quedado cortas en impulsar proyectos y programas para recuperar la cuenca y garantizar un manejo ambiental sostenible”.
Recuerda que para adelantar su tesis de posgrado, al acudir a la CRC para buscar información sobre la cuenca del Quilichao, no la encontró, porque esta entidad, con funcionarios más de escritorio que técnicos, no había solicitado a la CVC, los estudios y lo relacionado con el manejo de los recursos naturales, que por décadas hicieron en el departamento del Cauca, alternando con el INDERENA.
Carlos Julio recuerda, que después de los estudios en el terreno, muestras de laboratorio, fotografías y elaboración del sonoviso por el GES, el municipio se preocupó por emprender recuperación de la cuenca y en la alcaldía del ingeniero agrónomo Eliecer Mosquera Brand, con dineros del Fondo de Fomento Forestal, le compró a la familia Giraldo, el predio la Montañita, de 700 hectáreas, en donde nombraron como guardabosques al habitante de la región Eugenio Valencia que conocía el terreno, sumándose a los dos funcionarios desplegados en la zona por la CVC.
Para iniciar trabajos de conservación de recursos naturales y control a su uso, en 1980, con la CVC se conformó una UMC que comprendía las cuencas de los ríos Teta, Quinamayó y Jambaló y años más tarde con la Administración Municipal de Santander De Quilichao, se estableció el contrato #1882, para emprender formalmente la conservación, en un área de 3.000 Has, que comprendía la vereda de El Guayabal, constituyéndose el “Plan de manejo Integral de Recursos Naturales Renovables de la Subcuenca del río Quilichao”, coordinado por la CVC, en conjunto con la Alcaldía, Emquilichao y la Federación de Cafeteros, para “comprometer recursos humanos, físicos y financieros en desarrollo de programas sociales y proyectos que enmarcaban los objetivos de aumentar la cobertura forestal, aminorar conflictos de uso de tierras y aguas, aumentar y diversificar la producción agropecuaria, mejorar la infraestructura existente y finalmente lograr el equilibrio hidrológico de la subcuenca, afectada por creciente deterioro debido a la tala y poblamiento, baja capacidad del balance de agua entre invierno y verano, desprotección del suelo por erosión, sobrepastoreo, prácticas agrícolas inapropiadas, aumento de cárcavas y contaminación de las aguas por el vertimiento de mieles de café, lavado de fique y desechos de marraneras”.

Sin embargo, a pesar de estos buenos propósitos, la irracionalidad y terquedad de propietarios de fincas, con influencias en la política y administración municipal, departamental y nacional, pasando por encima del estudio de impacto ambiental y del concepto negativo de la CVC, que avizoró graves daños ambientales, en 1985 logró la construcción de la carretera a la vereda El Guayabal, atravesando el cerro Muchique de occidente a oriente, herida, que desestabilizó los terrenos de origen volcánico al derrumbarse hacía los nacimientos de agua y quebradas, en temporadas de fuertes lluvias, favorecen la formación de avalanchas potenciadas en su fuerza inercial por la pendiente hasta la vereda de San Pedro y más abajo en el casco urbano de Santander.
Después de la construcción de esta carretera sin mitigar daños colaterales, a partir de 1987 aumentaron los informes sobre deslizamientos de tierras en el área y la aparición de una gran grieta que amenazaba arrastrar toneladas de tierra sobre el cauce del Quilichao. Paralelamente aumentó el asentamiento de población y las prácticas agrícolas y pecuarias antitécnicas y, se dio un abandono progresivo del manejo integral de la cuenca, al no emprender acciones efectivas para prevenir desastres como los que recurrentemente se presenten cuando hay inviernos prolongados.

Ante las inundaciones de esos años, en abril de 1989, crean el Comité Interinstitucional de Protección del Medio Ambiente, conformado por el INCORA (ya desaparecido), el ICA (que perdió funciones), la Federación de Cafeteros, el GES (desaparecido) y la Alcaldía de Quilichao, con la misión de impulsar el “replanteamiento del uso de suelos, reforestación de la región, aislamiento de la zona” y otras recomendaciones que se quedaron en el papel.
Posteriormente, por decreto #115 de 1990, sancionado por el alcalde, fue creado el Comité Local para la Prevención y Atención de Desastres.
“Desde entonces hacen intervenciones temporales y reactivas, enviando maquinaria cuando hay avalanchas; pero no hay un manejo técnico ambiental prolongado que garantice soluciones de fondo”, considera Carlos Julio Carabalí.
PD. En anterior artículo, al mencionar a los integrantes del Grupo Ecológico de Santander, omití a los hermanos: Pedro (QEPD) y Fernando Vaca; a Fernando, Alfonso y Pablo Cardona; a Oscar Rivera, Henry Mosquera, Alberto Bermúdez, Lily Ramírez y Delfín Grueso.
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