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La indiferencia ante los nadie

El sábado 1 diciembre, 2018 a las 9:51 am

La indiferencia ante los nadie

¿Por qué existe la creencia generalizada de que los movimientos han desaparecido, de que los últimos cuarenta años han sido un período en el que no ha ocurrido nada? Tal vez se deba a que estamos demasiado acostumbrados a la historia como historia política. Y, sin embargo, por encima de todo, la historia es social y cultural. Es la historia de la vida diaria de los hombres y mujeres. Si se observa de cerca, esta historia revelará cambios decisivos que incluyen una revolución social”.
Heller (1988, p. 49).
La indiferencia ante los nadie

Por ELKIN QUINTERO / lefranz2020@gmail.com

El año 2018 en Colombia de algún modo será recordado por la explosión global y coreográfica de diversas movilizaciones ciudadanas y revueltas urbanas que impulsaron los jóvenes en favor de la defensa de una educación pública, gratuita y de calidad. Es por ello que las movilizaciones que se vieron en las grandes capitales de Colombia se caracterizaron por poner en práctica formas de acción política no convencionales. Su accionar, se desarrolló con autonomía de las formas tradicionales de acción vinculadas a los partidos políticos y se caracterizaron por ser acciones no convencionales centradas en la ocupación PACÍFICA del espacio público.

Sin embargo, hoy muchos desconocen que para los jóvenes, la acción política no solo se vincula fundamentalmente con la ocupación de un espacio físico. Ellos no desearon la apropiación de lo público a través de acciones no convencionales (marchas) sino que estas emergieron en el día a día como la estrategia definitoria de la acción colectiva, razón por la cual los jóvenes percibieron como legítimas las acciones orientadas a trastornar el orden cotidiano del espacio público a través de acciones directas y espontáneas sin el ánimo de incomodar la indiferencia de los ALGUIEN.

Los NADIE se tomaron las calles porque saben que es la única forma de hacerle frente al neoliberalismo Uribe-Duque, el cual se ha tornado en una máquina infernal al servicio de los poderosos, de los señores del primer mundo y a pesar de las buenas intenciones de unos y la mojigatería de otros, se empeña en mostrar que la EDUCACIÓN no es esencial para vivir y ser feliz y llamar su atención debe estar a la altura de un reguetón o un vallenato; mientras por eso no está en su agenda pública. Y este ejercicio político cultural nos causa indignación y dolor.

Es por ello que las letras de nuestro Himno Nacional dan fe de una crónica apocalíptica para la tierra del Gabo; y en unos de sus versos se puede leer: ¡Oh gloria inmarcesible! / ¡Oh júbilo inmortal! / En surcos de dolores / El bien germina ya”.

Sería bueno recordar que esos dolores van en aumento desde el mismo momento en el cual las banderas neoliberales ondearon altivas en la Casa de Nariño, y más terribles fueron los dolores cuando presurosas recorrieron las tierras causando el más grande de los oprobios e ignorando el clamor del pobre asalariado en favor de la equidad; este gobierno sin temor al castigo del cielo se empeña en condenarnos a un eterno desencanto.

Hoy la indiferencia por mejorar la educación da fe de ello; son pocos los que se preguntan ¿quiénes controlan los fines de la educación? ¿Quiénes se lucran, después que los discursos nos llevan a un sistema educativo utópico? ¿Qué sabor deja en la boca del pobre la palabra educación? ¿Será que la guerra y la violencia que ha sufrido nuestra patria no han sido suficientes para aclarar el panorama sobre temas educativos y su repercusión en las nuevas y futuras generaciones?

Sin miedo a esta realidad, aún se pueden intercambiar soluciones de fondo que hagan que la EDUCACIÓN en Colombia sea atractiva y las presentes y futuras generaciones tengan la necesidad de ir a la escuela y a la universidad sin verse forzados bajo dictámenes de exclusión o dádivas. Si se da esta dinámica pueda que se genere una verdadera revolución educativa, de lo contrario serán soluciones quiméricas y utópicas, nacidas de la emoción de un ministro, un senador o de un Duque.

Debemos recordar que el modelo de este gobierno busca que la idea de pobreza y desigualdad estén presentes en todo el territorio nacional, y por eso, las políticas de sus ministros, lacayos y meretrices tratan de invertir la balanza. Este fenómeno en nuestro territorio ya no es ajeno en la educación, a los últimos y en especial a este no les conviene que el pueblo se ilustre, ya el Libertador de América decía que «Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción».

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