Por Jaír Villano.
@VillanJair
El triunfo de la Selección Colombia regala un respiro a un conjunto que venía en menoscabo futbolístico. Pero estos puntos obtenidos en La Paz solo servirán si el equipo logra vencer a Ecuador.
Hay que ser claros: la selección tuvo varios momentos. Unos buenos, regulares y otros (muy) malos. Hay que empezar por lo positivo: por un lado, la victoria, que sirvió para recuperar puntos perdidos en casa; los tres goles de un equipo que venía sin eficiencia y con un delantero, Bacca, que hasta antes del juego no se había reportado con gol en juegos oficiales.
Destacable, también, el acierto en algunos jugadores convocados, como el caso de Pérez y Marlos Moreno; la reivindicación de James como figura, las gambetas poco alardosas y más efectivas de Cuadrado, la seguridad que brindó Torres y, en general, la línea defensiva, incluyendo, claro, al arquero David Ospina, quien salvó al equipo de una anotación que hubiera liquidado el partido.
Esas cualidades hicieron que la selección ganara en Bolivia. Pero las falencias del cuerpo técnico expresadas en los cambios pudieron girar la historia del partido, que alguien nos explique ¿por qué Pékerman cambió a Pérez y no a Celis, más aun, por qué metió a Muriel y no a Dayro?
Esos giros pudieron haber sido letales. Los hinchas celebramos con emoción, pero en el análisis del juego no se puede dejar al lado esas incoherencias. Es más: si somos objetivos el partido pudo haber sido para cualquiera de los dos, porque si bien el primer tiempo del equipo fue inteligente, en tanto que concentró la pelota en la mitad de la cancha, de otro lado, los primeros veinte minutos del segundo tiempo fueron funestos y pudieron haber erradicado la esperanza de ir al mundial en Rusia.

Imagen: www.publimetro.co
En términos generales, el fútbol de Colombia fue regular, y aunque la altura era un elemento a considerar, los cambios que realizó el director técnico resultaron peligrosos y tardíos. Peligrosos, porque la salida de Pérez nos quitó fuerza defensiva; tardíos, porque la entrada de Marlos era mucho antes del culmen del juego.
Lo de Muriel, que viene jugando poco en su equipo, es incomprensible. Teniendo a jugadores rápidos y goleadores, como Dayro y hasta el mismo Quiñónez, Pékerman se dejó llevar por su fe y no por lo que demandaba el desarrollo del encuentro. Ese cambio fue inocuo y con méritos por llegar a lo obtuso.
Sin embargo, hay que resaltar que la rotación en la convocatoria fue importante. La lectura previa del partido resultó acertada, la falla estuvo en el transcurso de la adversidad, es decir, cuando los bolivianos se vinieron con todo su frente de ataque.
Ahora bien, si somos realistas la selección a la que se le ganó es de las menos dotadas futbolísticamente, de modo que el reto vendrá ahora que el equipo colombiano enfrente al líder de la eliminatoria, que además viene de perder dos puntos en Quito.
Los puntos en la Paz, como dijo Bacca, solo servirán si se le gana a Ecuador, de modo tal que hay que prepararse para lo que se viene y dejarse de ese patrioterismo barato e insidioso promovido por el periodismo zalamero.
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