A FAVOR DE LOS CORTEROS DE CAÑA POR LIC. JAVIER ENRIQUE DORADO MEDINA
Afiliado al CNP. Colegio Nacional de Periodistas, seccional Cauca
Cuando trabajé como profesor en el municipio de Puerto Tejada por espacio de cinco años pletóricos, tuve la oportunidad de conocer de primera mano la problemática de los humildes corteros de caña, sus vivencias, sueños e ilusiones, sus fatigas, sus largas y extenuantes jornadas de trabajo a pleno sol canicular, su poder para sobrevivir con el mísero jornal “tirado por los dueños de los grandes ingenios vallecaucanos que nos exprimen como si fuéramos ropa mojada” según lo expresaba por ejemplo mi amigo del alma Oswaldo Mezù, quien vivió en carne propia esa explotación esclavista y que luego, por dignidad, renunció y se dedicó mejor a cultivar su propia parcela en la vereda San Antonio. Durante esos años interesantes, tuve la fortuna y la suerte de conocer y trabajar con el periodista Bernabé Cortés (QEPD), comenzando ambos a hacer nuestros primeros pininos en el periodismo, para lo cual él fundó un periódico llamado El Nortecaucano y le colaboraba con mis primeras columnas de opinión. Me acuerdo muy bien que tanto él como yo, comentábamos las dificultades sociales de la región, haciendo hincapié en lo sufrimientos de los corteros de caña, los cuales, como nos damos cuenta, han permanecido así a través de los años sin solución correcta hasta los días de hoy. Por eso, el paro promovido por el Sindicato Nacional de Corteros de Caña (SINALCORTEROS), es muy justo, teniendo en cuenta las deplorables condiciones sociales y económicas en que ellos sobreviven día a día y quincena a quincena, cuando reciben entre $150.000 y $200.000, redondeando el mes en $400.000, menos del mínimo, exigiendo con justa razón en el pliego de peticiones un aumento salarial del 30% “que compense el altísimo costo de vida, las extenuantes jornadas de trabajo y la rudeza de las labores del corte de caña”. Otras peticiones se refieren a exigir el DERECHO AL TRABAJO, la contratación directa con las empresas y estabilidad laboral, el pago de los días cuando van al médico y los tres primeros días de incapacidad por enfermedad que no pagan las EPS, los auxilios para educación, vivienda, etc., que las empresas, las EPS y las ARP, resuelvan el problema de los mas de 200 compañeros que se incapacitan anualmente y que mandan a reubicar y los de incapacidad permanente total A QUIENES SE LES NIEGA Como nos damos cuenta, las exigencias de los corteros de caña son demasiado justas y mal hacen los altos dignatarios del gobierno, desde el Presidente Uribe (quien en el aspecto de la solución de los paros y la política social se raja con un deficiente), hasta sus ministros, gobernadores y alcaldes, en solucionarlas a punta de los escuadrones antimotines y declaraciones irónicas como las del Ministro de la “DESPROTECCIÒN SOCIAL”, cuando afirma que la “mecanización del azúcar es inevitable”, como solución al paro. ¿Habrase visto semejante indolencia del señor Ministro?.
Por Lic. Javier Enrique Dorado Medina
Afiliado al CNP, Colegio Nacional de Periodistas, seccional Cauca.
Cuando era pequeño y apenas me estaba asomando a aventurarme a este viaje corto que llamamos vida, recuerdo como si fuese una película de horror y de miedo, que los habitantes de mi pueblo natal, Bolívar (Cauca), cada vez que llegaban las cinco de la tarde, se encerraban en sus casas, atrancaban con muchos bloques de madera las puertas y ventanas y a partir de esa hora se convertía en un pueblo fantasma, donde sólo se escuchaba el triste ulular del viento montañero, el cual parecía traer los lamentos y gritos de horror de las personas que, más allá de las montañas, caían asesinadas por culpa de la maldita violencia, la cual apenas estaba comenzando en todo el país. Esas noches eran las más tenebrosas por cuanto, fuera del miedo físico a los bandoleros, que así se llamaban los actuales guerrilleros, les teníamos miedo a los perros callejeros, cuyos ladridos lastimeros eran presagio de su posible entrada y posterior muerte a manos de ellos. De esta experiencia fatídica ya han transcurrido 48 años.
Y tuvieron que transcurrir esos años y algunos otros mas, para que los colombianos al fin nos pellizcáramos y decidiéramos salir a las calles a gritar con voz en cuello NO MAS FARC!, en la histórica jornada mundial del pasado 4 de febrero, la cual fue la mejor demostración de repudio hacia esos violentos que han arrasado a nuestro sufrido país a punta de masacres, secuestros y muertes sin fin en un desangre sin motivo alguno.
Ahora, debemos seguir pellizcándonos para seguir protestando, esta vez fue el 6 de marzo contra la otra violencia, la paramilitar y la de los agentes del estado, la cual ha producido miles de asesinatos sin justificación alguna, dejando a su paso dolor, miseria y, sobretodo, miles de desplazados, quienes hoy en día llenan nuestros pueblos y ciudades, aumentando los cinturones de miseria y pobreza en cada uno de ellos.
Lo importante de las dos convocatorias es que los colombianos al fin despertamos del largo letargo al cual estábamos acostumbrados, como una especie de anestesia general, con una indiferencia total frente a tantos males y tragedias sin cuento, teniendo mucha razón el coronel Luis Mendieta Ovalle, secuestrado en poder de las FARC, cuando en una de sus cartas desde su cautiverio comentaba que lo peor de todo y lo que más le aterraba no era “ la perversidad de los malos sino la indiferencia de los buenos”, circunstancia ésta que ya, afortunadamente, está siendo comprendida por nuestros compatriotas de todos los estamentos, ya hastiados y cansados por tanta violencia generalizada que nos carcome el alma y el corazón. Razón tiene la sabiduría popular cuando afirma que: “bueno es culantro, pero no tanto” y “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. A marchar pues, las veces que sean necesarias para derrotar de una vez por todas a la violencia.
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