Gonzalo Enrique Delgado López

Un maravilloso día estival para todos. Hoy de manera especial quiero rendir culto a la profesión más noble del mundo: el ejercicio profesional y ético del derecho, de la profesión de abogados.

Históricamente la sociedad ha requerido de personas e instancias que tengan la competencia y la idoneidad para dirimir los conflictos individuales y colectivos que procuren la sana y pacífica convivencia en el contexto de la equidad, que es la medida de la justicia que cada uno de nosotros debe sentir y tener en sus vidas.

Desde remotas épocas, pasando por las narraciones bíblicas que nos ilustran el caso de Salomón dirimiendo la maternidad de un niño frente a dos madres que se lo disputan, siempre hemos requerido operadores de justicia y defensores de los individuos y la sociedad: jueces y litigantes, asesores y amigables componedores, jueces en justicia y en equidad, abogados defensores de los derechos fundamentales y del patrimonio social.

Abogar es defender derechos; abogar es perseguir justicia y equidad. Nuestro gremio de abogados litigantes cumple una función esencial para el funcionamiento de la sociedad, y siendo tan importante, es un gremio desprotegido profesionalmente, salvo por la autogestión que el gremio se ha dado para organizarse y tener garantías de sobrevivencia.

Por eso rindo honor y gratitud a todos mis colegas ya que sin nuestra presencia no sería viable ningún Estado u organización social.

Amigos míos: los convoco y los invito a rodear de calor y cariño a todos los abogados que como apóstoles y faros conducen a la sociedad y a sus individuos a tener una vida digna, justa y placentera.

Feliz día colegas y maestros del oficio noble de defender el orden jurídico, institucional e individual y colectivo de hombres, mujeres y niños. Honor y gloria a tan noble oficio.