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Historia campesina de coronavirus en Cauca

El jueves 25 junio, 2020 a las 9:24 am
Historia campesina de coronavirus en Cauca
‘El grito’ de Munch / Imagen: https://www.elconfidencial.com/
  • Una historia campesina de coronavirus en el Cauca
  • Victoriano Muelas Penagos

“Sí es posible salvar el país, con vaporizaciones de eucaliptus”: Médico ancestral anónimo.

Historia campesina de coronavirus en Cauca

Vicente Muelas y María Jesús Penagos, resolvieron en matrimonio unir sus vidas y adicional se hicieron la promesa de ir a buscar futuro a otras tierras. Fue así como, con los morrales llenos de intenciones, se vinieron al Municipio de Piendamó, dejando las tierras de Quizgó en las montañas de Silvia y llegaron al paraje denominado Octavio, en donde se iniciaba un poblamiento, todo impulsado por el movimiento que generaba en la zona el cultivo del café y el comercio inusitado que giraba en torno a la estación del tren, en los años cuarenta.

Bajaron por el antiguo camino de Usenda a Farallones, pasaron por Tunía y allí, al otro lado del camino, acamparon para dar comienzo a la nueva vida. En poco tiempo habían asimilado las destrezas y las formas de cómo, a partir de unos pocos granos, plantar un almácigo, levantar unas plántulas, hoyar y meter una a una las plantas del árbol del café.

Aserraron unos gruesos árboles, plantaron con los orillos la primera casa y a partir de allí entendieron que así como las plantas, ellos también estaban echando raíces, de tal manera que se dieron a la tarea de conocerse con los pobladores de las otras lomas e impulsando la ubicación de otras familias.

Así progresó el vecindario, crecieron los cultivos y fue tomando colorido el paisaje de los cafetales, los guaduales, los guamos y los plátanos, con los árboles de naranjos, achiotes, aguacates que sellaron el impresionismo de la campiña, sin imaginar muchos años después, esos sitios abiertos, hospedajes infinitos tendrían que cerrarse para controlar la entrada del coronavirus, contagio invisible, sin forma, pero inducido con un contenido inmenso de pánico y angustia, que causaría tal vez la mayor tragedia de la vereda y del mundo.

De la casa de orillos se pasó a la de paredes de bahareque; fue en ella en donde funcionó la primera escuela de la vereda. Vicente siempre soñó con la educación de los hijos y los vecinos, repetía que un hijo educado en medio de los no educados, no podría avanzar en mejorar la vida, el primer maestro fue Victoriano, quien había recibido parte de su educación en la escuela de Piendamó y en Silvia.

Toda la vereda era un centro de enseñanza; el aprendizaje partía del ejercicio del empirismo conforme al cual, todo se hacía a partir de la observación de la naturaleza, todo era acumulado de experiencias tomadas partir de observaciones, así se acumuló el conocimiento necesario para hacer la agroecología a partir de la cual se estableció la agricultura que hoy se coloca como de las más avanzadas en productividad, llena de contenidos de buenas prácticas para el posicionamiento de sus productos.

De estas elementales formas de organización comunitaria, se fueron haciendo todos los hilos con que se tejió la red social, que tanto ha servido a sus habitantes. Así se dio el trabajo por la penetración del carreteable, del acueducto veredal, de la escuela en el lote que donó la familia Muelas Penagos, y por allí las organizaciones sociales y las instituciones como el Comité Municipal de Cafeteros y las Prestadoras de Salud.

Cuando todo parecía estar listo para la recolección de la cosecha, con buenas condiciones climáticas y de floración, se escucha en la distancia, al otro lado del mundo, en Asia, en una ciudad no muy nombrada antes, en la China, en Wuhan, un extraño virus obligaba el confinamiento y mataba mucha gente, con un extraño proceso de asfixia.

Poco a poco fueron aumentando la frecuencia de las referencias a este mal, y se empezaron las menciones a las pandemias en la historia, y se habló de las pestes bíblicas, de las de la edad antigua, del asolamiento total de muchos pueblos, de la peste negra o bubónica, del sarampión, y la viruela que asoló a Europa, de la peste española con inicio en Francia, del H1 N1, de las epidemias africanas, del SIDA.

A la vez volvieron a la vitrina para los inquietos del arte y de la historia, las obras más antiguas de la humanidad sobre estos sustos y miedos, desde luego acompañados de la referencia a los millones de muertos, a las anónimas fosas comunes, a la obra literaria empezando por las plagas de Egipto, por la novela de Albert Camus, La Peste y después con El amor en los tiempos del cólera de García Márquez, y por las pinturas de Munch, El Grito en la representación de la angustia y de la calamidad inminente en el hombre moderno.

Y el virus de Wuhan pasó a tres países muy significativos de la Unión Europea y de la Historia, Italia, España y Francia, símbolos del desarrollo y de los mayores adelantos científicos, primero el anuncio de la displicencia, se continuó la fiesta y después el descontrol, el pánico y la muerte en cantidades tales, que se perdió el sentido de las honras fúnebres, nadie ni siquiera sus deudos querían los cadáveres.

Aun todavía para Colombia el virus era algo distante, había un océano de por medio y todos los controles, pero llegó en barco y en avión, precisamente cuando en el país se daba inicio a un nuevo escándalo político en el que no se sabía quiénes tenían más vínculos con delincuentes.

En medio de estas circunstancias aparecieron los primeros casos notorios o de notables con coronavirus, y allí sí fue Troya: en pocos días llegamos a la situación que hoy tiene al Estado, como la mayoría de los del mundo, en grave crisis.

Aparecieron las verdades del sistema de salud, los hospitales estaban muy lejos de tener los servicios mínimos, las empresas prestadoras de servicios sin los recursos para enfrentar la crisis, el Estado tapando estos huecos con los recursos que tenían otras destinaciones.

Afloró un sentimiento que tendrá efectos sobre el comportamiento y el diseño del futuro de los pueblos en sus territorios después de la pandemia y el aislamiento, por las repercusiones sociales, de protesta y de nuevos acomodos en la distribución y programación para la producción de la tierra, con énfasis en qué y cómo se cultivarán los alimentos, fue así como se establecieron los puestos de control de tránsito en los corregimientos, resguardos y veredas, allí estuvo Victoriano Muelas y su familia, en este servicio social, antes de que sintiera la fiebre y el escalofrió del Coronavirus  o covid -19.

Un pariente cercano vino de Cali, anduvo por la cabecera del municipio y después por la vereda, en ese ritual de visitas y de saludo tan apropiado en las localidades campesinas, fue aquí, allá, de visita en visita; en este ir y venir Victoriano del malestar pasó a la duda, hasta que a alguien se le ocurrió pensar podía ser el tal coronavirus, se solicitó el examen a través de la Secretaria Departamental de Salud, y no se hizo esperar el resultado, nuestro vecino resulto “positivo” al contagio.

El malestar físico era fuerte, dolor del cuerpo, asfixia, la sensación de falta de aire llevaba al desespero, la fiebre descompensa, en seguida los escalofríos, la sed y por ella al estado de delirio y pérdida del estado normal de equilibrio, la tiritadera aumenta los procesos de dolor en las articulaciones; pero peor que todos los dolores físicos, son los aturdimientos mentales.

No es para menos, cómo mantener la calma mental y espiritual cuando se había recibido tanta información dirigida a crear la situación de susto, de miedo, de terror, para con ella apalancar el proceso de confinamiento dictado en los decretos presidenciales, el aparato ideológico del Estado funciona, no en vano tiene su peso sobre todos los medios de comunicación.

Mientras estas situaciones se dan, en el mundo grupos de pensadores reconocidos sobre los aconteceres de la salud y los manejos de las pandemias y sus relaciones con los asuntos políticos y económicos de los estados, cuestionan los paquetes de medidas tomadas presuntamente con el fin de evitar el contagio, pero que contienen la manipulación de intereses de opinión diferentes a los asuntos de la sanidad pública, como de hecho sucedieron con epidemias anteriores.

La sorpresa para Victoriano y todos los familiares y vecinos que fueron apareciendo con resultados de positivo para covid-19, fueron extenuantes, ellos mismos habían trazado líneas de comportamiento rigurosas para cumplir el aislamiento, evitar las reuniones de varios participantes, el tránsito debía acomodarse a las indicaciones de las recomendaciones de la Administración Municipal, las personas vinculadas a la cosecha del café tenían que cumplir con los protocolos que se acordaron entre el Comité Departamental de Cafeteros y la Administración Departamental, con el acompañamiento de la Empresa Social del Estado y los acompañamientos de las E.P.S. que como lo veremos más adelante, ASMET-SALUD, fueron de buen acompañamiento para la superación de la crisis.

Mientras en el espacio local se daban estas situaciones, en el mundo se juntan grupos de pensadores para aportar su visión a la situación de la pandemia. La editorial ASPO (aislamiento, social, preventivo y obligatorio), por ejemplo, editó un interesante texto denominado SOPA DE WUHAN, como una compilación del pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemias, con figuras reconocidas como Giorgio Agamben, Slavoj Zizek, Paul B. Preciado, exponiendo las epidemias ideológicas, noticias falsas, teorías de conspiraciones paranoicas, explosiones de racismo.

A Victoriano y los ocho familiares y vecinos marcados con el estigma del coronavirus, los aislaron en sus propias casas, nada de trasteos para hospitales, con prudentes muros imaginados de aislamiento, sus hogares fueron delimitados y nadie pudo volver a entrar o salir de ellos, los acompañó el mismo misterio con que en el siglo pasado se trataban los sitios prohibidos.

La alegría de la vida veredal se truncó en expectativa, en susto, en miedo, el manto de la solidaridad se sometió a la prueba de las realidades sociales, el vínculo de la vecindad se puso a ensayo, y esos lazos litúrgicos de los compadrazgos se sometieron a las más fuertes tensiones, porque se medían entre los riesgos y los afectos.

En toda la región, un estornudo giraba las miradas de las alertas, la sensación de fiebre o frio producía distancias, mientras tanto, Victoriano y los contagiados se sometían a la más rigurosa disciplina recomendada en la municipalidad, en habitaciones encerradas, alejados de los demás, recibiendo el alimento con el mayor sigilo, y en medio de las limitaciones de la casa campesina, mantener las distancias.

El tratamiento casero, que fue el que se adelantó en todo el proceso, estuvo basado en las tradicionales medicinas caseras, algunas traídas desde las costumbres ancestrales del Resguardo de Quizgó. Cuando acosaron las fiebres, los escalofríos, y los insoportables malestares que descomponían las coyunturas del cuerpo, la alimentación se basó en coladas de avena, con acompañamiento de sabores a base de yerbabuena, poleo, hinojo.

Los últimos días de abril fueron los más difíciles por los efectos y rumores del aislamiento, a la nieta, que vive en una distante vereda, la marginaban prohibiéndole inclusive el arrimo a la tienda por tener el abuelo contagiado. El tiempo no avanza cuando acosa la ansiedad y la incertidumbre, y aun los vehículos de transporte veredal pasaban raudos por la vereda, a nadie alzaban complicando más la situación.

Se compartió la experimentación de la medicación a punta de vaporizaciones con hojas de eucaliptus, ollas de agua caliente; toallas para focalizar el vapor reemplazaron los respiradores de las unidades de cuidados intensivos, los gargarismos de bicarbonato con sal y limón con uno que otro sorbo al estómago, y la toma diaria de aspirinitas, constituyeron los medicamentos básicos.

El acompañamiento dietario estuvo reforzado por porciones diarias de aguacate, piña, ajo, mandarina, naranja y siempre y cada vez que se pudiera repetir las gárgaras, el lavado de las manos, y la limpieza de las habitaciones.

Catorce días después de la comunicación del resultado positivo, todo este proceso de oxigenación perfecta dio como resultado, el laboratorio de la Universidad del Cauca certifica resultado negativo para estos pacientes de coronavirus. En su celebración íntima, uno de sus mayores recuerdos lo dirigen a la psicóloga de ASMET-SALUD, quien siempre estuvo dando con su voz suave, el mensaje del optimismo y resistencia.

Según Victoriano, la etapa más difícil del contagio es la de concientización del contagio y sus consecuencias, pensar y sentir la muerte como tan posible y tan cerca, sin cómo correr o buscar ayuda, se confunde hasta el agobio la mente, los pensamientos recrean en todo momento la gravedad de la enfermedad y la cercanía del final, solo el respaldo de la familia da fuerzas para acariciar la eventualidad de sobrevivir y la solidaridad de los amigos que llega a la puerta con las expresiones “del aquí estamos.”

Aún recuerdan las cosquillas y el dolor en el esternón, en el juego del pensamiento entre el dolor real y la memoria de los anuncios anteriores escuchados en la radio y la televisión, la falta de aire, el pánico incontrolable que acompaña las interminables noches de desvelo, en donde las primeras luces son un nuevo respiro, por ser la eventualidad posible de otro día.

Triste si, los remedios tradicionales sostenidos en la memoria de los pueblos por la transferencia de la costumbre, en el continuado ejercicio de la oralidad, demostraron sostener la vida. Sin embargo, la duda de algunos habitantes de estas regiones campesinas, que pretendieron apelar al desplazamiento, debe dejar como enseñanza que la vida es posible frente a todo riesgo cuando el amor y el afecto dan las fuerzas, para la sobrevivencia.

Son las manifestaciones agroecológicas, en su relación con la existencia.

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